Por Eros Ortega Ramos*
Al más puro estilo de las masacres estudiantiles estadunidenses, un estudiante mexicano atentó contra su maestra y compañeros con un arma de fuego en una escuela ubicada en Torreón, en el estado de Coahuila, al norte de México. Desafortunadamente, la maestra de 50 años perdió la vida en el atentado, así como el atacante de tan sólo 11 años, quien se encontraba cursando el sexto grado de primaria. Asimismo, otras seis personas resultaron heridas: cinco estudiantes más y un profesor de educación física.
El trágico evento ocurrió alrededor de las 8:00 AM del viernes 10 de enero del año en curso, al interior de una institución privada llamada Colegio Cervantes. El menor, quien portaba dos armas, pidió permiso a su maestra para ir al sanitario y cambiarse ya que les había confirmado a sus compañeros que había llegado “el día”. Al tardarse más de quince minutos en regresar, su profesora fue a buscarlo para posteriormente encontrarse con él, con una ropa diferente a la que portaba al momento de ingresar a la escuela, así como con dos armas de distinto calibre cargadas. En ese momento, el niño disparó en contra de su profesora y, como anteriormente señalé, de 6 personas más. Acto seguido a esto, el menor atacante se quitó la vida con un disparo en la cabeza.
En este punto, considero que tenemos varias situaciones relacionadas con este caso que tendrían que indignarnos como sociedad; la primera de ellas lógicamente tiene que ver con el hecho de que un menor de edad haya planeado un atentado de esta naturaleza al interior de su propia escuela; la segunda se relaciona con la curiosidad y el morbo de la violencia explícita que suscitan en el espectador las supuestas fotografías que circulan por la web de los fallecidos por el atentado; y la tercera tiene lugar con la irrisoria declaración por parte del gobernador del estado respecto a la influencia que tuvo el menor para cometer tal atrocidad.
Respecto a la primera, es fundamental recalcar que no bastan ni bastarán las medidas preventivas y punitivas tomadas por las instituciones para evitar un altercado de esta magnitud, si no se le brinda la atención necesaria al menor, y en este punto no me estoy refiriendo únicamente a la labor que desempeñan los docentes, sino y principalmente, a la FAMILIA y su inmensa responsabilidad que tiene en la educación, corrección y socialización del menor. ¿Qué es tan difícil de entender para los “expertos” en educación que es indispensable garantizar la salud mental de los educandos desde una edad temprana? Es evidente que el niño tenía serios problemas emocionales y psicológicos a consecuencia de su historia de vida tan trágica.
No sé si usted esté enterado de que en un supuesto comunicado que circula por la web, emitido el 04 de octubre del año pasado, la directora del Colegio en donde se dio el lamentable atentado notificó a la supervisora de la Zona Escolar
correspondiente a la institución de que los padres de familia se habían negado a participar en el operativo “Mochila sana y segura”, con el argumento de que no era necesario que les revisaran las mochilas a los estudiantes ya que ellos las checaban diariamente. Menciono esto porque no faltó la persona que con toda la autoridad moral se atreviera a culpar a los propios padres de familia por no anticipar la masacre. ¡Tremenda estupidez! No podemos adjudicar la totalidad de culpa a los padres de familia que no estuvieron de acuerdo con dicha medida que se pretendía implementar. En todo caso habría que preguntarnos: ¿En dónde estaban los familiares del niño? Pero lo más importante: ¿En dónde estaba el padre del menor para orientarlo y explicarle que la violencia jamás debe de ser vista como una opción para hacerse escuchar? Porque no olvide que la madre del menor había fallecido.
En cuanto al morbo por las supuestas fotografías de los asesinados no hay mucho que decir, sólo lo elemental: es completamente lamentable y condenable que se haga de una tragedia un magno espectáculo para el entretenimiento de la vox populi. ¿Se imagina qué sienten los familiares de estas personas al ver que las fotos de sus seres queridos fallecidos andan circulando por internet sin impedimento alguno? ¿Se imagina el dolor y la indignación de los familiares al tener que soportar los comentarios de todo tipo generados y compartidos a través de las redes sociales? En la era del entretenimiento banal de masas, los mexicanos se pintan solos para ocupar los pedestales de la vergüenza con su especulación y su humor negro a costa de la desgracia ajena.
Y en cuanto a la irrisoria declaración emitida por el gobernador de la entidad, mantengo firme mi punto de vista: la delegación de culpas es la más dañina pero eficiente táctica para librar de responsabilidades a quien verdaderamente las tiene. Pretender minimizar la problemática a un mero asunto de inspiración y simulación es patético. ¿Realmente cree usted que la respuesta del proceder del menor se reduce a un videojuego? Yo creo que no. El acto del niño va más allá de consolas y violencia virtual, pero es precisamente eso lo que no se quiere aceptar; que la decisión del menor fue tomada por todo un entramado de situaciones y motivantes correlacionados en donde la familia juega el papel más importante.
Recuerdo mucho el documental escrito, dirigido y narrado por el cineasta estadunidense Michael Moore llamado “Masacre en Columbine”, en el cual detalla cuáles fueron las principales causas de esta masacre efectuada en 1999, así como de otros actos de violencia perpetrados con armas de fuego en los Estados Unidos. Lo maravilloso de Moore en este trabajo es que se centra en los antecedentes y en el entorno en el cual se llevó a cabo dicha masacre, así como en las opiniones públicas y en los diferentes puntos de vista de la sociedad estadunidense respecto a la posesión y el uso de armas. Aquí, el eternamente enjuiciado artista, Marilyn Manson, dio unas increíbles palabras en una breve entrevista que le fue realizada por parte del cineasta que como sociedad tienen que hacernos reflexionar:
-Marilyn Manson: “Los dos subproductos de esta tragedia han sido la violencia en los espectáculos y la venta de armas. De pronto han olvidado que el presidente
(refiriéndose al de EU) bombardea otros países. Pero yo soy un mal chico porque canto canciones de rock and roll ¿Quién es más influyente, el presidente o Marilyn Manson? Preferiría ser yo, pero no, es el presidente”
-Michael Moore: “Si pudieras hablar con los chicos de Columbine ¿Qué les dirías?”
-Marilyn Manson: “No diría nada, los escucharía. Eso es justamente lo que nadie hizo”.
Gracias por su lectura.
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Correo electrónico: sociologia_uameros@hotmail.com
*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México |
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