Por Eros Ortega Ramos*
El pasado lunes 21 de septiembre del año en curso, la joven de nombre Jessica González Villaseñor salió de su domicilio ubicado en la colonia Mártires de la Plaza, en la ciudad de Morelia, Michoacán, aproximadamente a las 5:00 PM. Después de haber pasado todo un día sin saber de ella, sus familiares interpusieron una denuncia por su desaparición ante la Fiscalía General de Justicia de Michoacán. Fue a partir de este momento que tanto amigos como otros familiares cercanos a la licenciada en educación de 21 años de edad que se encontraba desaparecida, dieron inicio a una exhaustiva jornada de movilizaciones, mismas que fueron respaldadas por diferentes colectivos feministas con la intención de apresurar su búsqueda, ya que como tristemente la historia lo ha demostrado en este país, en este tipo de casos el tiempo desde que se hace la denuncia hasta que se inicia de manera formal con la búsqueda es vital para incrementar las posibilidades de su localización con vida.
Dos días después la exigencia se había vuelto viral, esto debido a que los familiares de Jessica tuvieron la fortuna de que su caso de desaparición acaparara la atención de la ciudadanía morelense, ya que decenas de calles de Michoacán se vieron repletas de miles de personas que exigían al gobierno de la entidad su inmediata aparición. Asimismo, para el viernes 25 de septiembre la efervescencia colectiva suscitada por la indignación social que su desaparición había provocado era tal que la manifestación llegó hasta la residencia oficial de gobierno, para posteriormente ser trasladada hacia la Fiscalía del estado en donde se dio a conocer la fatídica noticia: Jessica había sido encontrada sin vida.
Resulta que debido a la presión infundida por parte de los colectivos que habían salido a marchar a las calles de Michoacán, la Fiscalía de la entidad había agilizado su búsqueda, por lo que fue encontrado su cuerpo en una zona boscosa ubicada a las afueras de la ciudad. Es aquí cuando se ubican a los principales sospechosos de su desaparición y posterior asesinato:
“Ya para ese momento, se había revelado que la última persona con la que había estado Jessica era Diego Urik. Los testimonios, videos y ubicaciones señalaban que Hanna, la novia de Diego, había llevado esos días un vehículo a lavar a un lugar de la zona de Santa María. Más tarde, Diego Urik había regresado en otro vehículo y exigido que lavaran a detalle el automóvil que había dejado Hanna. Después, el muchacho de 18 años de edad se retira del autolavado con la promesa de que regresaría, lo cual no sucedió. Desde entonces nada se supo de él” (ElUniversal, 30/IX/20).
Debido a los antecedentes, las pruebas periciales y al contexto en el cual fue hallado el cuerpo de la víctima, Diego Urik fue señalado como el principal sospechoso de su homicidio, tanto por parte de la familia de esta como por parte de la misma Fiscalía General del Estado, debido a lo cual su declaración de “prófugo de la justicia” fue emitida de manera inmediata:
“La Fiscalía dio a conocer el pasado domingo que un juez ya había concedido una orden de aprehensión en contra de Diego Urik. Incluso, reveló que ya había tramitado ante el Instituto Nacional de Migración la Alerta Migratoria para su captura. Advirtió que, de igual manera, hizo una petición respectiva ante la Dirección General de Asuntos Policiales Internacionales e Interpol, para la emisión de la Ficha Roja, para la búsqueda, localización y presentación del implicado, ante el órgano jurisdiccional” (ElUniversal, 30/IX/20).
Durante una sesión llevada a cabo en la Sala 4 del Poder Judicial de Michoacán, la Fiscalía General del Estado dio a conocer que Diego Urik recogió a la víctima en un punto aún no identificado para los investigadores, para supuestamente llevarla a su domicilio. Después de que se reunieron, se cree que el acusado la llevó hasta un predio en donde la violó para después golpearla brutalmente hasta quitarle la vida: “La Fiscalía General del Estado informó que Jessica González Villaseñor murió a causa de golpes recibidos en la cabeza. Con lenguaje técnico, el cuarto párrafo del comunicado 2282/2020, dicta: <>” (Excelsior, 30/IX/20). Sin embargo, en el momento de que Urik se percató de que la joven ya no presentaba señales de vida se comunicó con sus amigos con la intención de que le ayudaran a trasladar el cuerpo hasta el lugar en donde fue encontrado, pero debido a la gravedad de la situación sus amigos le negaron el apoyo para evitar ser acusados de complicidad, tal y como lo declararon en la carpeta de investigación del caso.
Afortunadamente, el miércoles 30 de septiembre la Fiscalía de Michoacán emitió un comunicado en el que informó que Urik había sido detenido alrededor de las 4:30 PM a las afueras del hotel “El Delfín”, ubicado en la colonia Barra de Navidad, en el municipio de Cihuatlán, Jalisco: “Tras ser detenido, el implicado fue trasladado ante el juez de control en Michoacán que lo requiere, acusado de feminicidio de Jessica González, quien habría sido su pareja sentimental. Aunque se ofreció una recompensa de un millón de pesos, el fiscal de Michoacán, Adrián López Solís, afirmó que no será entregada, pues Diego fue ubicado por elementos de la Policía Ministerial” (Milenio, 01/X/20).
Respecto a los abogados del acusado, se reveló que solicitaron que Urik fuera procesado por el delito de “homicidio” ya que, en caso de ser declarado culpable, con la imputación del delito de “feminicidio” la condena es mucho más larga, pero por la cantidad de pruebas que fueron aportadas en su contra se determinó que había evidencia suficiente para rechazar la solicitud de la defensa ya que el ataque había sido perpetrado por motivos de género: “Luego de esto, la FGE obtuvo de un Juez de Control la vinculación a proceso en contra de Diego Urik "N" por su probable relación en el feminicidio de Jessica González Villaseñor, hechos ocurridos la semana pasada en la ciudad de Morelia. Además, se le fijó prisión preventiva oficiosa, además de establecer un plazo de cuatro meses para la investigación complementaria” (Infobae, 02/X/20).
Ahora queda esperar a ver qué pasará ante toda la repercusión mediática que adquirió el caso gracias al apoyo de la gente y de las principales redes sociales; si sólo se le condena a pasar el resto de su vida en prisión por el delito que cometió, o si al fin los encargados de garantizar justicia a las víctimas de una vez por todas se percatan de la importancia, tal y como en incontables ocasiones e sostenido en artículos de opinión pasados, de no tratar al problema del feminicidio únicamente desde una perspectiva penal, privilegiando los castigos por encima de las acciones preventivas y culturales.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
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