Al más puro estilo “amlesco”, Claudia Sheinbaum dice que no habrá militarización de la seguridad pública porque esta dependerá de la Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, es decir, de ella como presidenta de la República.
En esa sinrazón, entonces ni el Ejército es militar, porque su Comandante Supremo es AMLO y a partir de octubre lo será Claudia Sheinbaum, ambos mandos civiles.
Con la aprobación de la reforma constitucional que desaparece a la Guardia Nacional (GN) como una institución supuestamente de carácter civil, para convertirla en un apéndice de la Sedena, nuestro país transita de manera vertiginosa hacia la militarización de la seguridad pública.
Esta militarización podemos contarla, como todo buen vodevil, en tres actos.
Primer acto. Los militares deben regresar a los cuarteles, vociferaba el candidato.
En febrero de 2012, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, se comprometió, como tantas veces, a regresar al Ejército a sus cuarteles en 6 meses si ganaba la elección de ese año.
“No debe seguir exponiéndose al Ejército, ni socavarlo; regresarlo en la medida en que se profesionalice la policía federal y eso nos llevará seis meses, en tanto esa nueva policía se haga cargo de garantizar la seguridad”.
“El deber del Ejército es defender la soberanía nacional” por lo que una nueva policía federal debe ser la encargada de la seguridad pública del país”, vociferó entonces.
Ya como presidente, los militares nunca regresaron a los cuarteles. Al contrario, se hicieron cargo de la seguridad pública, de repartir vacunas contra el Covid y libros de texto, de administrar aduanas, de construir aeropuertos, trenes, refinerías, hospitales y hasta bancos del Bienestar. Están en todas partes.
Segundo Acto. Se crea la Guardia Nacional, sin mando civil ni estrategia.
Cumplida su venganza de desaparecer a la Policía Federal, el presidente creó la Guardia Nacional. La reforma constitucional establecía el retiro de los militares de las calles en 2024. Sin embargo, el Presidente promovió su permanencia hasta el 2028.
Como diputado federal y secretario de la Comisión de Seguridad Pública, voté a favor de la creación de la GN, bajo dos condiciones que fueron aceptadas y que nunca se cumplieron: que estuviera bajo el mando de un civil y que contara con su propia estrategia de seguridad para reducir la violencia en el país.
La única razón por la que el sexenio de AMLO no llegará a 200 mil muertos a causa de la violencia delictiva es porque terminará dos meses antes que sus antecesores. La GN fue un violento y rotundo fracaso.
Tercer Acto. Mandan a la GN y sus excesos bajo la alfombra del Ejército.
El viernes pasado, la más efímera de las instituciones del primer gobierno morenista, fue enviada bajo la alfombra del Ejército para esconder el polvo de su fracaso y sus excesos.
López Obrador se ha quitado la máscara y convierte en militar lo que siempre dijo que sería una policía civil. Será la primera vez en más de un siglo que el país no cuente con una policía federal y que sólo el Ejército esté a cargo de la seguridad pública, incluso con funciones de ministerio público.
La izquierda que se desgarraba las vestiduras por la presencia del Ejército en las calles, hoy aplauden a rabiar la militarización del país.
La puntita
Sin subsidio, la gasolina sigue por los cielos. La promesa de bajarla a 10 pesos el litro se irá en unos días, junto con su autor, a “la chingada”
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