La confirmación del triunfo electoral de Joe Biden –el Presidente número 46 de los Estados Unidos- fue una buena noticia para México y una pésima para el Presidente López Obrador, quien desde un inicio apostó todo su capital político a favor de la candidatura de Donald Trump.
No se hablará más del muro fronterizo como un tema de discriminación y supremacía racial; no habrá más niños recluidos en jaulas y separados de sus padres migrantes –545 pequeños no se han podido reunir con sus progenitores-; se extingue el riesgo de la desaparición del DACA, el programa de inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños; los mexicanos no volveremos a ser insultados una y otra vez por el Presidente norteamericano ante la complacencia del nuestro.
La buena noticia para México también lo es para el resto del mundo. Seguramente Estados Unidos regresará a la Organización Mundial de Comercio (OMS); Biden volverá a la mesa para dar seguimiento al Acuerdo de París y enfrentar el cambio climático, además de que ha anunciado la creación de un equipo de “científicos y expertos líderes” para hacer frente a la pandemia de Covid19. Como Trump, López Obrador no cree en nada es esto.
Para AMLO ha sido una dolorosa derrota política, no sólo porque tendrá que pagar las consecuencias de su salida en falso en apoyo a Trump y su vergonzosa negativa de reconocer el triunfo de Joe Biden.
En julio pasado, el mandatario mexicano hizo la primera y única visita al extranjero con el propósito de arropar la campaña de Donald Trump; incluso fue parte de un video de su campaña. Ante el azoro de los mexicanos de ambos lados de la frontera, le agradeció haber tratado a México "con gentileza y respeto"; celebró en la Casa Blanca "la amistad" entre ambas naciones, en medio de amenazas de nuevos aranceles, la orden de frenar la migración centroamericana y los abusos policiacos en contra de mexicanos aquel país, particularmente en nuestra frontera.
Este sábado, mientras mandatarios de todo el mundo felicitaban al presidente electo Joe Biden –incluso Nicolás Maduro, su tutor político-, López Obrador se negó a reconocer su triunfo pretextando “prudencia política”, en un acto de abyecta solidaridad con quien, repetidamente, nos ha llamado violadores y criminales.
El Presidente López Obrador construyó su gobierno a partir de un paralelismo con la personalidad frívola y desafiante de Donald Trump. Como si el discurso polarizante, ladescalificación permanente a los medios de comunicación, el desmantelamiento de instituciones y una resistencia a los resultados electorales no fueran suficiente, ambos han tenido el mismo manejo de la pandemia, lo que nos coloca entre lospaíses con las tasas más altas de contagios y muertes en el mundo.
El comportamiento de Trump y López Obrador ante el Covid-19 fue exactamente el mismo: dividir, denostar, hacer campañas políticas, ignorar las recomendaciones de los expertos, aprovechar la crisis económica para concentrar buena parte del presupuesto público. Ni Trump ni AMLO cambiaron su discurso, ni sus prioridades políticas. Ambos han intentado gobernar como si la crisis sanitaria no existiera.
En cambio, Joe Biden ha visto en el Covid19 el principal desafío de los Estados Unidos. Sin control de la pandemia –EU sigue rompiendo récords de contagios los últimos días-, no habrá ninguna posibilidad de recuperación económica y eso tendrá un impacto directo en nuestra propia economía. Por eso, a diferencia de Trump y AMLO, Biden usa cubre bocas en todas sus apariciones públicas y devolverá a los científicos el manejo de la pandemia. ¿Hará lo mismo nuestro Presidente?
En 2012, el entonces candidato presidencial López Obrador sostuvo un encuentro con el vicepresidente de EU, JoeBiden. Durante la reunión, el político tabasqueño entregó al hoy presidente electo una carta en donde abordó temas como la seguridad bilateral, el respeto a la soberanía nacional, su política energética y pidió una reforma migratoria para regularizar la situación legal de millones de mexicanos, algo que nunca se atrevió siquiera a sugerir a su “gran amigo” Donald Trump.
Independientemente del resultado electoral de USA, la agenda entre México y Estados Unidos no tendrá grandes cambios. Los temas seguirán siendo los mismos: inmigración, comercio e industria, seguridad fronteriza, tráfico de armas y drogas, entre muchos otros que implican a dos países que suman más de 448 millones de habitantes. Lo que cambiará es el trato que recibirá nuestro país de un Presidente norteamericano profesional, con más experiencia y mayor conocimiento de estos temas estratégicos.
Estados Unidos inicia desde hoy el proceso de reconciliación entre sus ciudadanos. En México lo haremos a partir del 2021 para lograrlo en el 2024. La siguiente tarea para ambos países será la reconstrucción de las instituciones que se llevaron la egolatría, el narcicismo y la ignorancia.
En sólo 22 días, guardando las proporciones, circunstancias y latitudes, AMLO hila tres derrotas electorales consecutivas: Coahuila, Hidalgo y ahora con la mayor potencia del mundo y hasta hoy nuestro principal socio comercial. ¡Y las que faltan!
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