En medio de su desvarío ante una pandemia que se desborda, el gobierno federal decidió el viernes pasado conceder a Veracruz la calificación de semáforo verde, lo que en teoría reconoce condiciones propicias para recuperar la normalidad, ya que se permite realizar todas las actividades, incluso el regreso a clases.
Lo absurdo del caso es que se concedió esta distinción justo el día en que se quintuplicaron los casos de contagio (181) y aumentó el número de decesos respecto al día anterior (36). Hasta esa fecha, Veracruz registró un total acumulado de 40,184 personas infectadas –de los cuales han fallecido 5,843- con 10,287 casos sospechosos. Las propias autoridades de salud se preparan para un rebrote en los meses de diciembre y enero.
Aplicando el método “Centinela” promovido por el Subsecretario López-Gatell, nuestro estado tendría hasta hoy más de 331 mil contagios y más de 17 mil defunciones por Covid19. Además, tiene una tasa de letalidad del 14.5%, muy superior a la media nacional de 9.3% y más de cinco veces mayor a la mundial que es del 2.6%.
Aunque sólo se reconocen 473 nuevos activos al día, el altísimo porcentaje de positividad a las pruebas (56%) implican que habría un número aproximado de 6 mil personas enfermas de Covid19 que no lo saben, pero que están dispuestas a realizar sus actividades con normalidad porque el gobierno ha dicho que estamos en semáforo verde. En su estulticia, el daltonismo cómplice entre Cutiláhuac García y López-Gatell nos mandan al matadero.
El cambio en el semáforo epidemiológico sugiere una falsa percepción de que la pandemia por Covid19 se está controlando, o lo que es peor, que el riesgo disminuyó notablemente. La realidad nos dice lo contrario. Si no se considera el número de contagios y fallecimientos como primer criterio para decidir el color del semáforo, la decisión tomada por el gobierno federal este viernes podría resultar un suicidio en esta época de navidad.
La semaforización no tiene ningún fundamento científico, sino que están utilizando con criterios políticos el argumento más endeble de todos: la capacidad hospitalaria, es decir, la cantidad de camas disponibles que hay en los hospitales. La prueba más dramática es la ciudad de México, donde a pesar de que los hospitales están colapsados y el rebrote es evidente, el gobierno morenista –lo mismo el Presidente que la Jefa de Gobierno- se aferran a mantener el semáforo naranja.
El otro problema es la escasa realización de pruebas. Si no hay pruebas, no hay casos confirmados; si no hay casos confirmados, entonces no se hospitalizan o los decesos se atribuyen a otra causa. Miles de personas que se han contagiado prefieren intentar recuperarse en casa antes de ir a un hospital y perder la vida sin volver a ver a sus familiares.
Esta es la razón por las que hay camas disponibles en los hospitales Covid19 de Veracruz a pesar de que el número de contagios y decesos nuevamente va en aumento. Los pacientes que llegan a los hospitales lo hacen en situaciones muy precarias, en muchos casos, sólo para morir.
La escasez de personal médico es evidente. No sólo por la cantidad de pacientes sino porque muchos de ellos han dejado la vida en la atención de la pandemia. A todos ellos, a quienes hoy siguen luchando por enfrentar al coronavirus, nuestro respeto, reconocimiento y agradecimiento. Cientos de casos como el de nuestro muy querido doctor Armín Arronte –quien durante meses se ha mantenido hospitalizado luego de atender a cientos de pacientes-, han sido una constante en Veracruz luego de que las autoridades les negaran la protección necesaria.
A nivel nacional, hasta octubre se habían acumulado 127,053 contagios de Covid-19 entre personal de salud, así como 1,744 fallecimientos. Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en decesos y el quinto lugar en contagios, sin embargo, desde hoy tenemos el semáforo en verde.
Mientras la decisión de poner a Veracruz en color verde ha sido del gobierno federal, el gobierno estatal ha establecido un semáforo propio que reconoce microrregiones, algunas de las cuales permanecerán en naranja como es el caso de Xalapa, Poza Rica, Córdoba, Orizaba y Coatzacoalcos, y en amarillo Veracruz y Boca del Río, donde se encuentra el epicentro de contagios y se concentra el mayor número de población. Dos realidades distintas sometidas por la complicidad y la docilidad del gobierno de Veracruz.
En pocos días iniciarán las festividades navideñas. Llegarán las celebraciones de las pre posadas, las posadas, la navidad y el año nuevo, en medio de una falsa expectativa de que Veracruz está en condiciones de volver a la normalidad. Es previsible que volvamos a observar un nuevo repunte de la pandemia como consecuencia de la ineptitud del gobierno morenista.
Por desgracia, estaríamos por ver lo peor, aunque las camas de los hospitales sigan vacías y el semáforo del “necropolítico” de Gatell ya esté en verde.
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