En los últimos días, las redes sociales se inundaron con imágenes de recibos de luz que mostraban la irresponsabilidad del gobierno al aumentar de manera desproporcionada el costo del servicio en medio de la pandemia y la voracidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para endosar su quebranto patrimonial a los usuarios.
Los “recibos locos” confirmaron que el anuncio hecho sobre el congelamiento de las tarifas domésticas para no permitir cobros extras si el consumo mensual de electricidad excedía el límite de la tarifa Doméstica de Alto Consumo (DAC), fue un nuevo engaño. Las imágenes muestran cómo los recibos aumentaron hasta diez veces respecto de su consumo habitual.
En octubre de 2018, cientos de restaurantes en todo el país dejaron sus establecimientos a oscuras en protesta por el alza generalizada en el costo de la energía eléctrica. Durante varias semanas, comercios de ciudades como Guadalajara, Puerto Vallarta o Cancún también bajaron el switch y encendieron velas durante dos horas, en protesta por el aumento. No hubo respuesta.
También en Veracruz, hace más de una década se inició el movimiento de resistencia “La Leyenda del Chucho el roto”, encabezada por Francisco Morales Fernández, “El Potro”, quien solicitó la reclasificación de tarifas en los municipios circundantes a la planta nuclear de Laguna Verde. En respuesta, el Potro fue detenido y enviado al Penal de Pacho Viejo, en el permaneció recluido tres años y donde lo visité con el propósito de incidir en su liberación, la que se dio en septiembre de 2012.
Esa lucha ha seguido. Todavía en octubre de 2017, junto con Francisco Fernández, nos reunimos con el director de la Comisión Federal de Electricidad, Jaime Francisco Hernández, y con el director de Conagua en Veracruz, César Triana Ramírez con el propósito de analizar la viabilidad de una reclasificación de tarifas eléctricas en beneficio de más de 350 mil habitantes que habitan en un radio de 41 kilómetros en torno a la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde.
La reclasificación de las tarifas eléctricas para atenuar el costo por el consumo de la luz ha sido una causa que he acompañado por muchos años, bajo un argumento incuestionable: Veracruz es líder nacional en generación de energía eléctrica –cuenta con la única central nuclear del país y un número muy importante de hidroeléctricas-, y tiene un creciente impulso en la producción de energía renovable como la eólica, geotérmica y solar.
Si somos la entidad que prende los focos de millones de viviendas en todo el país, es un acto de justicia que tengamos un trato preferencial de acuerdo a nuestra aportación.
Sin embargo, por absurdo que parezca, uno de los principales opositores a la reclasificación de tarifas y la condonación de adeudos ha sido el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien hace un año dijo que la situación financiera de la CFE impedía bajar tarifas a Veracruz.
El cuatroteísmo ha convertido a las tarifas de energía eléctrica en un símbolo de desigualdad y discriminación. El aumento desproporcionado a los recibos de luz –el gobierno insiste en que las tarifas son las mismas- llega apenas unos meses después de que el Presidente López Obrador condonó a los tabasqueños -sus paisanos- más de 11 mil millones de pesos de deuda acumulada desde hace un par de décadas, cuando él mismo encabezó el movimiento en contra el gobierno.
Pero no sólo eso. Estableció para Tabasco la tarifa de energía más baja del país, agraviando a estados como Veracruz, donde producimos una buena parte de la energía nacional y a cambio nos aplican una de las tarifas más altas. Decenas de municipios tienen climas calurosos tanto o igual que muchos tabasqueños, sólo que no somos paisanos del Presidente, por mucho que se diga veracruzano.
Hoy nadie está llamando a la resistencia sino a un movimiento por tarifas justas y cobros adecuados. Se trata de una vieja lucha ante nuevos atracos. Se trata de combatir los recibos locos de la 4T.
Entonces, ¿qué pasa con las tarifas eléctricas? La CFE usa gas natural para el funcionamiento de las plantas de generación; entonces si hay mucho gas natural, el costo de producción es bajo y la empresa tiene un margen considerable para reducir el costo de las tarifas domésticas como sucedió con el precio de la gasolinas.
Eso tendría que suceder en un mercado abierto, pero con la cancelación de proyectos de energías limpias y fuentes alternativas, el gobierno volvió al monopolio del Estado, manipulando las tarifas que nos aplican de manera desproporcionada.
Hoy el cobro de la energía eléctrica es un atraco. Si el Presidente tiene el propósito de que cada día más mexicanos sólo tengan para comer arroz, frijoles y tortillas, va por el camino adecuado.
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