Por Héctor Yunes Landa
En los jóvenes está la posibilidad de decidir quién será el próximo presidente México, y con ello, construir el país democrático y con igualdad de oportunidades que tanto necesitamos.
Esta es una de las conclusiones a las que llegué luego de participar el viernes pasado en el Encuentro Estatal de Jóvenes organizado por la Alianza Iberoamericana para el Desarrollo Democrático. Desde las más diversas ideologías políticas y legítimas causas sociales, estos jóvenes buscan ser los nuevos arquitectos de la sociedad civil organizada en varios países del continente.
El peso que podrán ejercer en la vida política del país no es una percepción. Según el INEGI, el número de jóvenes entre 18 y 30 años de edad que se han inscrito para votar en las elecciones presidenciales del 2024 alcanzará los 26 millones. Significa que su participación tendrá una gran incidencia definitiva en los resultados.
Pero también hay datos que nos deben llamar a una reflexión profunda. La encuesta de confianza y participación del INE (ENCP2018) reveló que, a la pregunta de “¿en qué institución confían?”, el 51% de los jóvenes respondió que en la familia; el 9.8% en las pandillas que venden droga y el crimen organizado; el 4.8% en los amigos y sólo 2.2% en los partidos políticos.
Es un escenario sumamente complejo para partidos políticos, pero también para un país que ha roto su tejido social. Sin embargo, suponer que a los jóvenes – a quienes con frecuencia se les endosan etiquetas como milenials y centenials- no les importa la política, es un error garrafal.
A nivel mundial, destacan los movimientos sociales liderados por la juventud, lo que supone un llamado de atención respecto de su interés de ser escuchados y de tener una participación activa en el desarrollo de los países y sus sociedades. El encuentro del viernes pasado fue una muestra de ello.
Uno de los graves problemas que tenemos como sociedad política, es que no hemos dimensionado la importancia de la participación de los jóvenes. Ellos son dueños del valor más importante que tenemos: el tiempo.
En su talento e imaginación está el desarrollo e innovación tecnológica. Aquí están los nuevos cerebros que trabajan y desarrollan la ciencia, la medicina, el cuidado del medio ambiente y la preservación del planeta; el comercio internacional y electrónico, el arte, la música y hasta las nuevas formas de comunicarnos.
Su aporte está todo el tiempo, en todas partes. Son una generación sin límites.
Pero también, y debemos reconocerlo, hay millones de jóvenes que están siendo marginados de esta realidad y de las oportunidades. Y que, al no encontrar un espacio en la sociedad, suelen buscar alternativas que los ponen en riesgo a ellos, a sus familias y a la sociedad en su conjunto, como pueden ser la migración y la delincuencia.
Desde mi experiencia como líder juvenil, reconozco que los jóvenes representan una importante fuerza para el desarrollo del país y su participación activa en la vida política es fundamental para construir una democracia más sólida y justa.
En política, la juventud ya no es una enfermedad que se cura con los años; es un diamante que se pule con años de preparación y experiencia. ¡Bienvenidos!
La puntita
Hoy inicia un nuevo ciclo escolar, en medio de una severa crisis educativa por el contenido de los nuevos libros de texto. Mi reconocimiento a maestros, padres de familia y alumnos que se resisten al adoctrinamiento y la incompetencia. |
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