Por Héctor Yunes Landa
El fentanilo es un opioide o droga sintética hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Hoy representa una verdadera pandemia tanto en la frontera norte de México como en Estados Unidos, donde miles de personas mueren cada año a causa de sobredosis.
En Estados Unidos, el consumo de fentanilo en un gravísimo problema de salud pública, mientras que en México es tratado como un tema de mercado de drogas que deja ganancias globales por encima de los 150 mil millones de dólares, por lo que el gobierno mexicano prefiere ignorarlo y beneficiarse indirectamente de esas ganancias.
Las pastillas de fentanilo son la droga ilícita más rentable para los cárteles mexicanos. Según la DEA, un kilo de fentanilo en polvo se puede transformar en un millón de pastillas de un miligramo, que pueden venderse en 10 o hasta en 20 dólares, según el mercado. Es decir, ese kilo de fentanilo puede generar ingresos de hasta 20 millones de dólares.
Eso no es todo. Mientras que la marihuana lleva un proceso de producción de cinco a seis meses –y necesita de grandes extensiones de terreno-, la cocaína de ocho meses a un año, la heroína de tres y cuatros meses, y las metanfetaminas de un par de días, el fentanilo sólo requiere de un par de horas, además de dejar ganancias abismalmente superiores que todas las demás.
Esa es la razón por la que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprovechó la Cumbre de los Líderes de América del Norte para hacer un reclamo al presidente López Obrador sobre el flujo de fentanilo desde territorio mexicano.
El gobierno de EU asegura que las organizaciones criminales mexicanas con el mayor control sobre el tráfico de fentanilo son el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), las mismas que reciben “abrazos y no balazos”.
En 2021, el consumo de fentanilo fue la principal razón de que se alcanzara más de 107 mil muertes por sobredosis en aquel país; se trata de una droga tan fuerte que causa sobredosis en cuestión de segundos, tanto que las personas ni siquiera alcanzan a retirarse las agujas antes de quedar inconscientes.
En México no hay cifras confiables sobre su consumo, a pesar de que las muertes se multiplican en la frontera norte. La Secretaría de Salud y el Consejo Nacional para la Prevención de Adicciones (Conadic) sólo han confirmado que el consumo de cristal y fentanilo aumentó en 500 por ciento en la última década.
Sin embargo, el gobierno federal ha hecho muy poco para enfrentar el problema. Mientras el consumo crece exponencialmente, los decomisos de droga registran sus niveles más bajos en la historia.
Datos de la Secretaría de la Defensa Nacional muestran en lo que va del sexenio, los decomisos de droga descendieron a niveles nunca antes registrados. Con la 4T se redujeron detenciones de presuntos narcos, aseguramiento de enervantes, erradicación de cultivos e incautación de vehículos al crimen organizado.
El tráfico de fentanilo ha generado un fenómeno muy similar al tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos. Mientras en el caso del armamento México pone los muertos y Estados Unidos se queda con las ganancias, con el fentanilo sucede al exactamente al revés.
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