Por Héctor Yunes Landa
El asalto simultáneo a por lo menos 20 establecimientos cometido el jueves pasado en Villahermosa, Tabasco, no es una crisis de seguridad ni el reacomodo de grupos criminales, como sugiere el Presidente, sino el ensayo perverso de lo que suelen hacer los gobiernos autoritarios en tiempos electorales: la estrategia del miedo.
Ante la certeza de que la elección no está definida, que la candidata oficial inició su campaña en el techo de aprobación –insuficiente para ganar la presidencia-, y que la elección de Estado no será suficiente, el régimen morenista apuesta por generar un estado de violencia que inhiba la participación ciudadana en la jornada electoral.
No es casual que la ola de robos se haya realizado a plena luz del día y en Tabasco, la tierra de López Obrador, donde también gobierna Morena.
Tampoco es casualidad que se haya registrado en decenas de videos y difundido profusamente en medios de comunicación y redes sociales, en los que se observa cómo los criminales apuntaban, con lujo de violencia, sus pistolas y rifles a los dependientes y robaban el dinero de las cajas registradoras.
La estrategia buscaba precisamente eso: notoriedad, exposición nacional y un vínculo político con el Presidente, en un estado donde todavía pueden hacer un control de daños.
Ningún grupo criminal se atrevería a violentar de esa manera la tierra del Presidente a menos que hubiera una razón consensuada para ello. La presencia inmediata de las fuerzas militares y el despido del titular de seguridad pública es parte del guion para lavar la cara a las autoridades. Pero el plan está en marcha.
¿En qué consiste la estrategia del miedo durante un proceso electoral? En generar un ambiente donde los ciudadanos perciban que su presencia en las urnas y el sentido de su voto le pueda generar un riesgo. El miedo es un sentimiento de desconfianza que nos hace creer que va a suceder algo malo.
De esta forma, el miedo se ha constituido como una de las políticas de Estado y como instrumento de control y dominación, generando un pueblo atemorizado, indignado y fastidiado. Ante un mundo con más violencia y mayor criminalidad, aumenta más el miedo de los ciudadanos ante la impotencia y la frustración. (Valdez Zepeda, Andrés. 2006).
¿Qué pretende Morena con esta estrategia planificada de infundir violencia y temor entre los mexicanos? Muy sencillo. Construir el argumento de que la violencia es generada por grupos de delincuentes vinculados a sus opositores, que buscan evitar que sigan en el gobierno, cuando se trata exactamente de lo contrario: infundir miedo para conservar el poder.
“La violencia la generan los conservadores que han perdido sus privilegios. Están muy enojados. Quieren volver al poder para seguir robando y por eso están utilizando a los delincuentes en nuestra contra”, será la letanía que una y otra vez escucharemos desde el púlpito presidencial y la campaña electoral, mientras en las mazmorras del Palacio Nacional se planifica la elección del Estado y la siguiente revuelta social.
Los argumentos se le han terminado al Presidente. Millones de mexicanos están construyendo un voto anti AMLO. La única forma de disuadirlos es la violencia y el miedo.
La puntita
Laguna Verde se cae a pedazos con todo el peligro mortal que eso implica. La ignorancia e indolencia criminal acecha a millones de veracruzanos. El problema no es la planta nuclear sino quienes hoy la tienen en sus manos... |
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