Conforme al mandato de la Constitución Política del Estado, ayer domingo el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, hizo entrega de su Segundo Informe de Gobierno. El documento resulta ser un catálogo de muchas excusas y muy pocos resultados, que deberá ser analizado a la luz de la situación que prevalece en la entidad respecto a hace dos años y no del autoelogio y la complacencia.
Veracruz no es mejor que hace dos años. A un gobierno unipersonal y autoritario siguió una administración estatal improvisada, sin preparación ni experiencia, hoy manchada por la corrupción, el nepotismo y la persecución política.
Los resultados están a la vista: vivimos un clima de inseguridad y violencia donde el gobierno culpa a las víctimas, un sistema de salud colapsado por el Covid19 y con los primeros lugares nacionales en muchas enfermedades; el creciente cierre de empresas, comercios y pérdida de empleos; la falta de infraestructura básica en comunicaciones; el fracaso de la cobertura y atención educativa; y la incapacidad para ejercer los recursos públicos, devolviendo al Presidente el dinero de los veracruzanos.
Como gobernador electo, Cuitláhuac García aseguró que acabaría con la violencia y la inseguridad en un par de años, mismo plazo que ofreció el Presidente López Obrador. El tiempo se cumplió y en Veracruz siguen creciendo los secuestros, los feminicidios, las ejecuciones y la violencia en todas sus formas. En efecto, ningún gobierno federal, estatal o municipal lo ha logrado en este tiempo, por ello, su promesa resultó una mentira flagrante.
Hasta el mes de septiembre, Veracruz es el segundo lugar nacional en número de secuestros y feminicidios. Es también el octavo estado con el mayor número de homicidios dolosos. Casos como el asesinato de la presidenta municipal de Jamapa –quien habría pedido auxilio al gobierno estatal y se lo negaron-, la muerte de personas en las instalaciones de la policía estatal, así como empresarios y comerciantes secuestrados y ejecutados mantienen a la entidad como un lugar de alto riesgo.
Pero tampoco son eficientes y honrados en el manejo de los recursos públicos. En los últimos dos años, el gobierno de Veracruz ha ejercido más de 250 mil millones de pesos. Sin embargo, no hay una sola obra que se pueda destacar: no hay un solo hospital nuevo y siguen faltando medicinas para niños con cáncer; tampoco hay carreteras, acaso caminos que se han construido con recursos federales; el estado no tiene nuevas escuelas y, consecuentemente, no ha ampliado su cobertura escolar.
Hace un par de semanas, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó el Informe de Resultados de la Cuenta Pública 2019, en el que Veracruz tendría irregularidades por 2 mil 413 millones de pesos, el segundo monto más alto del país. Los resultados del año 2020, marcado por la pandemia, mostrarán que el gobierno estatal mantuvo los mismos vicios y las mismas prácticas.
Del informe, la Secretaría de Salud de Veracruz presentó un presunto daño patrimonial a la Tesorería de la Federación por mil 963 millones 566 mil pesos, resultado de que más de mil trabajadores en nómina no fueron encontrados en su centro de trabajo, transferencias bancarias irregulares, así como inconsistencias en los contratos para la compra de medicamentos a un empresario jalisciense morenista.
En el Segundo Informe de Gobierno, el mandatario veracruzano ha hecho suyos los escasos logros del gobierno federal. Por ejemplo, la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) informa que durante 2020 ejercerá un presupuesto de 2 mil 41 millones de pesos; sin embargo, mil 480 millones corresponde a tres Fondos federales y sólo 560 millones son recursos del estado. Mientras, su titular debe enfrentar denuncias por corrupción y la ejecución de obras de pésima calidad.
Lo mismo pasará con los programas sociales y de apoyo al campo, donde son los raquíticos recursos federales los que han salvado a Veracruz de una crisis más profunda. Agricultores, campesinos, pescadores y ganaderos han tenido que sobrevivir por cuenta propia aun cuando el gobierno presuma que aumentó la producción del campo veracruzano.
Pero tal vez el mayor fracaso de esta administración estatal hoy se pretenda ofrecer como el mayor logro: el manejo de la pandemia de Covid19. Hasta este sábado, Veracruz contaba con 38 mil 322 contagios y 5 mil 197 defunciones en medio de un conflicto entre autoridades por la semaforización. Cientos de veracruzanos han muerto sin tener un diagnóstico ni atención médica; se carece de pruebas suficientes y si hay camas disponibles es porque los hospitales sólo reciben a pacientes graves.
Hasta ahora ni siquiera sabremos cuántos metros cuadrados de áreas verdes han “chapeado” sus funcionarios públicos, una de las acciones más difundidas por el gobierno. Lo que escucharemos es la radiografía de un Veracruz idílico en el que todos nos gustaría vivir, en el que la pobreza, la enfermedad y la violencia sólo son percepciones mal intencionadas de sus adversarios. Es ahí donde vive Morena.
Cuitláhuac, como candidato, se comprometió a transformar a Veracruz. Hoy, como Gobernador, lo está transformando... en un estado más pobre, más inseguro y sepultado en la impunidad.
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