La pandemia del coronavirus no nos cayó como anillo al dedo sino como soga al cuello. De hecho, no pudo llegar en peor momento para millones de trabajadores y miles de pequeñas y medianas empresas, lo mismo del sector formal que de aquéllos que obtienen sus ingresos fuera el régimen fiscal: comercio ambulante, mercados y tianguis, ventas por catálogo y la prestación de todo tipo de servicios –pintores, carpinteros, electricistas, fontaneros-, por citar sólo algunos ejemplos.
Al mismo tiempo, la parálisis en la economía de los Estados Unidos cortará el flujo de miles de millones de dólares que recibe el país a través de dos vías: el turismo y las remesas. Esos recursos se inyectan directamente a la economía y representan el sustento de millones de familias en México. Tampoco podremos contar con estos recursos.
En su mensaje de ayer, el Presidente confirmó lo que todos sabíamos: no hay estrategia, no hay plan de contingencia y no hay recursos para hacer frente a la crisis que se avecina. Los programas sociales y los recursos heredados por la administración anterior se han convertido en los botes salvavidas.
Los empresarios y pequeños comerciantes tendrán que sortear la tormenta, atrapados por la incongruencia de un gobierno que exige que cumplan sus obligaciones fiscales, y al mismo tiempo, aseguren el ingreso a sus trabajadores. La sombra de las expropiaciones del pasado ronda la economía nacional.
La afectación por el menor consumo derivado del Covid19 será para todas las empresas, sin importar tamaño o si son del comercio formal o ambulantaje. Los sectores más vulnerables al impacto negativo son el comercio, restaurantes, transporte y turismo, que concentran 32.7% de los 55.7 millones de ocupados en México, es decir, alrededor de 18 millones de personas.
Actualmente, en México existen casi 5 millones de empresas que son las responsables de hacer impulsar la economía del país. Pero algo sorprendente es que de ese número, el 99.8% son pequeñas y medianas empresas (Pymes). Estas empresas dominan el mercado nacional y son las responsables de generar el 52% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y el 72% del empleo formal.
Es muy importante que se proteja el salario y al trabajador, pero también a las Pymes. Si muchas de ellas no logran subsistir, perderán su empleo miles de personas; el gobierno no estará en condiciones de garantizarles ingreso.
La negativa del Presidente López Obrador de otorgar estímulos fiscales –prórroga en el pago de impuestos y seguridad social, servicios de consumo como agua y luz, y acceso al financiamiento, entre otros-, podría empeorar una economía que se ha paralizado porque ha bajado, al mismo tiempo, la oferta y el consumo.
Los prejuicios que tiene sobre el capital y los empresarios no corresponden a la situación de emergencia que vive el país. No todos los empresarios son dueños de consorcios –aquéllos a los que ataca sistemáticamente pero a quienes recurre para vender los boletos de una rifa de la que hoy nadie se acuerda-; tampoco se están requiriendo rescates financieros, sino generar las condiciones que les permita enfrentar la pandemia sin consecuencias en el empleo y el ingreso.
El gobierno confirmó ayer que no tomará decisiones oportunas y adecuadas; el país podría perder más de un millón de empleos producto del cierre de miles de pequeñas y medianas empresas.
En un video difundido en redes sociales, el coordinador de los diputados del PRI en la Cámara de Diputados, René Juárez Cisneros, ha sido muy claro en el escenario que nos espera: “¿para qué servirá, después de la crisis, la mano de obra desocupada si no habrá empleadores ni quien los contrate?”.
Hizo un llamado a tiempo. “Apoyemos a las empresas y escuchemos a los empresarios que sólo necesitan un poco más de tiempo para pagar sus impuestos”. Sin apoyos fiscales como propone el gobierno de la República, los créditos serán insuficientes. No servirán siquiera para pagar servicios y salarios.
La terquedad de llevar a cabo los proyectos de infraestructura como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya sólo ayudará a un puñado de grandes empresarios –a esos mismos que el Presidente dice rechazar-; no detonará la generación de empleo y tampoco permitirá a las pequeñas empresas sobrevivir durante los siguientes meses.
La pandemia económica nos alcanzará muy pronto. La propia Secretaría de Hacienda pronostica que como consecuencia de la propagación del Covid19, el país decrecerá -3.9 por ciento; el dólar rebasa los 25 pesos y el petróleo sigue hundido alrededor de los 20 dólares por barril.
Sólo en su delirio, alguien puede pensar que esta pandemia económica nos pudo caer como anillo al dedo. Es el cadalso el que pende sobre la cabeza de millones de mexicanos.
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