Por Héctor Yunes Landa
Al término de su sexenio, el presidente López Obrador será el mandatario que más habrá endeudado al país. La promesa de que no habría un solo peso de deuda, resultó uno de sus embustes más caros.
El presupuesto que propone el Presidente para su último año de gobierno se resume en adquirir más deuda con el propósito de contar con dinero suficiente para financiar las campañas electorales de Morena y seguir ocultando el fracaso económico de sus tres elefantes blancos: AIFA, Dos Bocas y Tren Maya.
La deuda. López Obrador recibió una deuda pública de 10.5 billones de pesos que se convertirá en 16 bdp al término del sexenio. La deuda crecerá 52% en términos nominales.
El gobierno morenista solicitó al Congreso adquirir en 2024 deuda por un billón 990 mil millones de pesos, un nivel de endeudamiento sin precedente. Por segundo año consecutivo el costo financiero de la deuda superará el billón de pesos, por lo que el déficit promedio anual del sector público en 2024 será de 3.1% del PIB, el más alto de la historia.
¿A dónde irá a parar toda esa deuda? A las campañas electorales a favor de Morena. El despilfarro electoral se hará por dos vías: el aumento a los montos de programas sociales podridos por la corrupción y el desvío de dinero para financiar las campañas, tal y como lo hicieron las “corcholatas”.
Los programas sociales. Para 2024 se estima un gasto de 439,149 mdp para la pensión de las personas adultas mayores; los recursos previstos para el cierre de este año son de 339,341 millones. En 2020, fue por apenas 129,350 millones.
Es decir, en cinco años se triplicó el presupuesto, pero no la población de adultos mayores.
El programa de pensión de adultos mayores presenta al menos tres problemas: su aumento desproporcionado obliga a reducciones sustanciales a las áreas de la salud, el campo, la educación e infraestructura.
Segundo. Con la universalidad, le están quitando el dinero a las familias más pobres para darlo a las familias más ricas. Pasa lo mismo con los otros programas de carácter universal. El problema no solo es el dinero, también su distribución.
Tercero. Los millones de beneficiarios, ricos y pobres, jóvenes estudiantes y adultos mayores, serán condicionados a mantener este ingreso a cambio de su voto, a pesar de que ellos mismos han presumido la constitucionalidad de los programas, algo que aprobamos todos los partidos políticos.
Los programas sociales no van a desaparecer con el triunfo del Frente Amplio por México (FAM). Simplemente, habrá una redistribución que permita reducir la pobreza y cerrar las brechas de desigualdad.
Los recortes que se hagan al Poder Judicial y al INE para darlo a programas sociales y alimentar los elefantes blancos, no es un tema de austeridad, sino de venganza en contra de los principales contrapesos de este gobierno. Necesitan anular a quienes van a organizar y calificar la elección.
El presidente López Obrador no transfirió el bastón de mando a Claudia Sheinbaum, simplemente le endosó las costosas facturas que deberá pagar si consuma su desvarío de heredarle la silla presidencial.
La puntita
En medio de la simulación que resultó el proceso para “elegir” a Claudia Sheinbaum como la eterna candidata de López Obrador para sucederlo, Veracruz recibió una gran noticia: el gobernador Cuitláhuac García deja el cargo en diciembre. ¡No hay mal que por bien no venga! |
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