En las últimas semanas, Miguel Ángel Yunes Linares se ha dado a la tarea, con mucho empeño, de confirmar lo que siempre ha querido negar: que es peor Gobernador que Javier Duarte. Lo que parecía imposible –postrar a Veracruz en una crisis social y económica aún más grave- sucedió en menos de dos años, lo que explica el resultado de la elección para sucederlo.
El lunes 27 de junio de 2016, el diario Reforma publicó una carta abierta del gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, en la que pedía al presidente Enrique Peña Nieto su “urgente intervención en Veracruz”, ante una serie de acciones políticas, administrativas y legislativas –utilizando para ello su mayoría en el Congreso- que había emprendido el entonces gobernador Javier Duarte.
El actual gobernador jamás imaginó que se convertiría en una copia “corregida y empeorada” de su antecesor, buscando el mismo propósito: blindarse ante la eventual investigación y castigo por actos de corrupción, obstrucción de la justicia y el inexplicable endeudamiento del estado.
El motivo de la misiva era denunciar la intención de Javier Duarte de impulsar un paquete legislativo que garantizara “impunidad para él y sus cómplices”. En estas reformas se incluían –¡vaya cosas del destino!-, el nombramiento de un incondicional como “Fiscal para Combatir la Corrupción” (inamovible por cinco años) y de tres magistrados de una sala especializada anticorrupción; la negativa de entregar la cuenta pública 2015, adelantando la fecha de la aprobación de la misma; y negarse a proporcionar información al gobernador electo para iniciar la elaboración del Plan Veracruzano de Desarrollo, que debe aprobarse por la nueva Legislatura.
La imposición que hizo del Fiscal Anticorrupción, Yunes Linares la ha negado de la misma forma que lo hizo Javier Duarte, salvo que este último sí retiró la propuesta que había enviado al Congreso; el activismo del actual Gobernador en medios nacionales de comunicación para desmentir lo que todos los veracruzanos sabemos, sólo ha servido para fortalecer la percepción de que son muchos los delitos y actos de corrupción que se intentan ocultar.
El nombramiento de un nuevo grupo de magistrados es otro tema que encuentra fiel parangón con el pasado reciente. Si esto no se ha hecho no ha sido porque el Gobernador haya desistido de esa idea, sino por la falta de votos legislativos en el Congreso. Sin embargo, los perfiles de quienes han sido mencionados para integrar el Poder Judicial son hombres incondicionales al Gobernador y su Fiscal General.
Hasta esta fecha, tampoco se ha analizado los términos de la Cuenta Pública 2017 y menos aún el gobierno estatal ha mostrado voluntad de iniciar el proceso de entrega-recepción que sirva al Gobernador electo empezar a trabajar en su Plan Veracruzano de Desarrollo, como el mismo Yunes Linares lo pidió hace dos años.
Para concluir su mensaje al Presidente, el hoy Gobernador hizo algunas afirmaciones que cobran absoluta vigencia en su gobierno y su partido. “Veracruz debe estar por encima del PRI y de los intereses de la banda corrupta que nos gobernó durante los últimos dos años. El rechazo social a las anteriores decisiones es creciente.”
Hoy Veracruz, efectivamente, está sujeto al autoritarismo del PAN y de los intereses de una nueva banda corrupta que nos gobernó los últimos 20 meses. Como entonces, el rechazo social a sus decisiones es creciente, tanto que los veracruzanos decidimos echarlo del Palacio de Gobierno con la fuerza de los votos.
En algo tuvo razón Yunes Linares en su carta al Presidente: “Hay que escuchar la voz popular. No se nieguen a hacerlo. Impidan las últimas acciones que Javier Duarte pretende llevar a cabo contra los intereses superiores de Veracruz”. El gobernador electo, Cuitláhuac García, podría hoy firmar la misma carta, con sólo cambiar la fecha y sustituyendo el nombre de Javier Duarte por el de Miguel Ángel Yunes.
En sólo cuatro meses, Veracruz dejará atrás los dos gobiernos más corruptos de su historia. Gobiernos que ejercieron las mismas prácticas que empobrecieron y polarizaron a la sociedad, aumentaron la violencia y que al final de la administración, buscaron imponer funcionarios que les garantizaran protección e impunidad.
Hoy Javier Duarte está en la cárcel. El destino ya espera a Miguel Ángel Yunes.
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