El fatal recuento de daños a causa del brutal desalojo de manifestantes en la comunidad de Totalco es contundente: dos personas fallecidas, ningún responsable detenido y una comunidad en llamas.
La muerte de los hermanos Jorge y Alberto, quienes fueron asesinados por policías entre campos de cultivos cuando intentaban huir en tractor de la agresión de las fuerzas estatales, no ha merecido una sola mención del gobernador.
Este fin de semana, durante su funeral, la crónica de los testigos dio dimensión a la atroz agresión:
“Llegaron como sicarios; llegaron a matar» decían habitantes de San Antonio Limón Totalco, tras referirse a elementos de Seguridad Pública (SSP) que a tiros intentaron retirar un bloqueo de la carretera a Puebla, cuando sólo exigían el abasto de agua.
«Hubo agentes de la Guardia Nacional que llegaron para dialogar y se daba paso a automovilistas de forma paulatina, pero de pronto llegaron los de la Fuerza Civil para agredir violentamente; preventivos arrojaron gas lacrimógeno y comenzaron a disparar”.
Los policías intentaron recuperar los cuerpos en las propias viviendas de las familias para “borrar la evidencia”, relatan.
Cuatro días después de la masacre, la respuesta de Cuitláhuac García ha sido el silencio cómplice. Radicalmente distinto a su airada protesta del 21 de noviembre de 2015 cuando siendo diputado federal, trató de impedir que los docentes se evaluaran como parte de la reforma educativa del gobierno federal.
Entonces, un beligerante Cuitláhuac García, advirtió a los policías que resguardaban las instalaciones del Gimnasio Omega que, si se abrían las puertas para el ingreso de los profesores y se generaba violencia, “iría sobre ellos”, recordándoles que en el caso Ayotzinapa los policías fueron a quienes encarcelaron y no a los altos mandos.
«Si algún elemento me agrede, acuérdense de Ayotzinapa; los que fueron a la cárcel son los mandos bajos y no los mandos altos, así que tengan cuidado. Me voy a poner aquí, si ustedes pasan sobre de mí (sic) ya tienen la advertencia, me voy a ir contra ustedes», gritó frenético y delirante a los policías el entonces legislador.
Hoy los policías estatales han asesinado a dos personas y el gobernador intenta extender un manto de protección e impunidad en contra de los responsables.
Quienes hace nueve años se asumían como las reses del gobierno estatal –sin haber sido agredidos por la policía-, se han convertido en los carniceros de hoy, enviando a las fuerzas de seguridad a realizar el desalojo más violento de los últimos años.
Hasta ahora, no hay ningún detenido por la muerte de los dos manifestantes. En una nueva expresión de su incompetencia, la Fiscalía estatal ha pedido a la Fiscalía General de la República (FGR) atraer una investigación por el doble asesinato.
Hoy sabemos quiénes son los responsables. Sólo el Gobernador del Estado y el Secretario de Seguridad Pública tienen el mando para ordenar un desalojo de esta naturaleza, autorizando el uso letal de la fuerza pública.
Cuitláhuac García cumplirá con su advertencia de hace nueve años: serán los elementos policiacos del más bajo rango quienes tendrán que responder por sus actos, derivados de la orden recibida.
Los altos mandos, incluido quien lanzó la profética advertencia, quedarán impunes.
La puntita
Veracruz sigue sin gobierno. Cuitláhuac García espera con ansiedad la llamada de Claudia Sheinbaum que lo rescate del infierno que nos ha dejado. |
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