Por Héctor Yunes Landa
Si algo hay que reconocer a la candidata de Morena al Gobierno de Veracruz, Rocío Nahle, es su abierta y desafiante franqueza.
Aún no inicia formalmente la campaña y los veracruzanos ya sabemos exactamente lo que nos espera en el caso -cada vez más lejano-, de que tenga éxito la elección de Estado. El “Doradogate” ha exhibido lo que está en el ADN político de la zacatecana.
Descubierto el escándalo inmobiliario, la enorme mansión ubicada en la Riviera Veracruzana y a la que se puede acceder a bordo de yates, lo único que se les ocurrió fue mentir.
“Hay una gran diferencia entre ser propietario o rentar, y usted con su habitual amargura y mostrando el mayor de los desprecios, se lanza exhibiendo su sentimiento nato de discriminación, odio, clasismo, difamación y ahora un claro acoso”, refutó la oficina de la candidata, luego de que el empresario Arturo Castagné hiciera pública la propiedad. Ella, hasta ahora, ha guardado silencio.
Acusado de “misógino, discriminador, clasista y violentador”, a Arturo Castgné no le dejaron otra opción que revelar toda la verdad: la casa sí es de Rocío Nahle y no es la única de su propiedad. Su familia es dueña de más terrenos en el mismo fraccionamiento, lo que ayer mismo confirmó el periódico “Notiver”.
El terreno donde se ubica la majestuosa mansión -Lote 15 Manzana 8 del Fraccionamiento “El Dorado”, según se desprende de la Escritura Pública #47366-, fue adquirido por su esposo José Luis Peña Peña, un trabajador jubilado de Pemex, el 25 de noviembre de 2021 por un valor de $8.5 millones.
Sin embargo, una revisión a publicaciones de empresas de bienes raíces arroja que el costo de inmuebles similares en la zona, tienen un costo que oscila en los 40 millones de pesos. Todos los rabiosos y vociferantes amanuenses de la candidata de Morena que exigen pruebas, aquí las tienen.
Rocío Nahle no ha escondido sus excesos, la enorme riqueza alcanzada en sólo cinco años, el nepotismo y corrupción, así como la soberbia con la gente que intenta hablar con ella, incluso con sus correligionarios, algunos de ellos exiliados o fuera del “paraíso morenista” de las candidaturas.
Incluso, la ignorancia e incapacidad de Cuitláhuac García resultan inofensivas frente a la ambición desmedida de la efímera Senadora por Veracruz, cargo que ocupó por escasos tres meses. Los votos que le dieron hace 6 años los veracruzanos los tiró a la basura.
Rocío Nahle no engaña con seguir viviendo en la casa de sus papás o la casa que ha ocupado por años en Coatzacoalcos; demuestra a todos el “orgullo veracruzano” de su majestuosa mansión en el exclusivo fraccionamiento de “El Dorado”.
Tampoco simula, como lo hace el Presidente, con viajar en vuelos comerciales y con una mínima escolta. Ella, durante la pre campaña y su registro como candidata el viernes pasado, presume la enorme columna de suburbans y camionetas del año que suman más de 10 millones de pesos.
Esa es Rocío Nahle. Es una zacatecana millonaria que viene, junto con su familia, a saquear a Veracruz, de la misma forma que López Obrador lo ha hecho con el país entero.
Una semana de decesos
Sólo tengo palabras de profundo cariño y aliento para dos amigos entrañables: Antonio Rodríguez Baranda, por la pérdida de Máximo Antonio; y Sara Ladrón de Guevara por la partida de Guillermo Heitler. También para mi prima Blanca y mis sobrinos Blanquis y Fito, por la ausencia de mi muy querido primo Adolfo.
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