Todavía, hasta hace unos años, al hablar de desplazados por la violencia remitía nuestra mente a la guerra en Afganistán o a Siria, pero jamás pensamos que eso sucedería en nuestro propio país. Como ejemplo de lo anterior, el pasado fin de semana, un grupo de familias, oriundas de Coatzacoalcos, se manifestó en la calle de Marsella, en la Ciudad de México, tras acusar que tuvieron que dejar su hogar, en este punto del sur veracruzano, por la ola de violencia que se ha desatado.
La asociación civil Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos documenta que Veracruz es uno de los estados en donde con mayor incidencia se está dando este nuevo fenómeno, que puede tomar distintas formas: individual o gota a gota, que tiende a ser un desplazamiento invisible, que involucra núcleos familiares pequeños que abandonan su comunidad, tal y como está sucediendo ya en el sur de la entidad. Pero desafortunadamente, eso aquí, apenas está iniciando. Cada semana la violencia se está recrudeciendo en el Estado de Veracruz. Cada semana es más sangrienta que la anterior.
A pesar de que no hay un solo día en que no se sepa de un secuestro, una ejecución o un feminicidio, hay una inmensa indolencia e incapacidad por parte de las autoridades municipales. Víctor Carranza Rosaldo, presidente municipal de Coatzacoalcos declaró que es decisión de las familias mudarse del puerto. Lo que se le olvida al morenista es que muchas de esas personas fueron las que decidieron darle su voto y su confianza para que llevara las riendas del ayuntamiento, lo cual está muy distante de poder cumplir. Al alcalde de Coatzacoalcos no le quita el sueño el justo reclamo de los habitantes de poner orden en la ciudad; tampoco que en las últimas semanas una empresaria haya sido decapitada por no poder pagar su familia el rescate
En la misma situación está la capital veracruzana, la cual se jactaba hasta hace apenas unos meses de su tranquilidad. Ante la ola de violencia que la azota sin clemencia hoy está por alcanzar a Coatzacoalcos. Basta darse una vuelta por cualquiera de estas ciudades veracruzanas para constatar el número de casas que están en renta o en venta; los meses que tienen así, sin que haya ofertas. En las plazas también muchos negocios han bajado la cortina. Los locales se rentan, sin suerte, porque muchos tienen temor a ser asaltados, o a que les cobren “el derecho de piso”, mientras que los presidentes municipales continúan sin brújula, sin rumbo para coadyuvar a la solución de este problema.
Por eso, como Enlace Federal, Estatal y Municipal, de la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados, insisto en que no debemos ni podemos realizar esfuerzos aislados; por el contrario. El municipio, es la autoridad con mayor cercanía al ciudadano, la que conoce de primera instancia las necesidades y los problemas. No pueden cerrar los ojos ni cruzarse de brazos, ante un problema que, hace mucho tiempo, los rebasó. Tampoco es suficiente pedir paciencia a los ciudadanos o, cuando deciden estos abandonar la ciudad que gobiernan, como está sucediendo en Xalapa y Coatzacoalcos, que el munícipe responda con un simple “es su decisión mudarse a otro lugar”.
La gente no puede estar presa en sus propios hogares, ni en Veracruz ni en cualquier otro punto del país. El Gobierno Federal, también de MORENA pidió que, en el Congreso de la Unión, le aprobáramos la Guardia Nacional como la principal herramienta para combatir la delincuencia. Todos los diputados federales y senadores, de todos grupos parlamentarios, la aprobamos. Lo mismo hicieron todos los congresos locales del país. En los siguientes 90 días debatiremos y aprobaremos las leyes reglamentarias de esta nueva figura constitucional. MORENA no se podrá quejar de obstrucción alguna de quienes formamos el Poder Legislativo para cumplir su tarea de recuperar la tranquilidad en la República, para que ninguna familia más tenga que abandonar su hogar ante la violencia.
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