Nunca un Presidente de la República había visitado tantas veces Veracruz y había hecho tan poco por nuestro estado. Este lunes, Andrés Manuel López Obrador vendrá por décima cuarta vez como mandatario federal sin que ello refleje beneficio alguno para los veracruzanos.
La única visita en la que trajo algo a Veracruz, fue la que realizó a Acayucan el 27 de abril del año pasado, en la que el Gobernador -en presencia del Presidente-, agradeció las 542 novillonas y 92 sementales que vendrían a “trancalizar” al sur del estado, apenas una semana después de la masacre en una fiesta en Minatitlán.
Lamentablemente después de esta muestra de generosidad republicana, llegó la tragedia de Caballo Blanco en Coatzacoalcos y otros homicidios múltiples –el último en Tierra Blanca, donde asesinaron al directivo de un medio de comunicación- que han convertido a varias regiones del estado en un infierno.
Hasta antes de este gobierno, los mandatarios estatales peleaban por estar en la agenda presidencial. Esto representaba inversiones, desarrollo de infraestructura, programas sociales y una serie de beneficios tangibles que fortalecían la economía de las entidades. Al mismo tiempo, la gente tenía la posibilidad de entregar peticiones personales de manera directa, la mayoría de las cuáles eran resueltas por la logística presidencial.
Al día siguiente de su toma de posesión, el Presidente visitó Veracruz con la promesa de que vendrían nuevos tiempos para el estado. Pero los nuevos tiempos se convirtieron en los peores: se mantienen los primeros lugares de incidencia delictiva –principalmente feminicidio y secuestro-; y somos referente nacional en enfermedades: durante 2019, en Veracruz se tuvieron 11 enfermedades que fueron primer lugar nacional -el dengue entre ellas-. En este momento somos primer lugar en Zika y en nuevos casos de SIDA.
Tampoco ha habido inversión en infraestructura. Seguimos transitando por caminos, carreteras y autopistas construidas hace más de 30 años, en los años en que, según el actual gobierno, todo era corrupción. Hoy que presumen de una falsa honestidad y transparencia, no han pasado de la construcción de pequeños tramos de calles y de caminos vecinales. En términos coloquiales, el Presidente no ha venido a cambiar siquiera un foco.
El campo veracruzano vive la peor crisis de la historia. Con el mismo prejuicio de la corrupción, el gobierno retiró los apoyos a las organizaciones campesinas y ganaderas, sin embargo, tampoco los hizo llegar de manera directa a los productores. A los cafetaleros les impusieron reglas de operación imposible de cumplir para recibir un miserable apoyo anual de cinco mil pesos, mientras que cada productor de caña de azúcar recibiría la ridícula cifra de hasta 7 mil 300 pesos anuales.
Si en cada visita al estado o por cada vez que ha dicho que el Gobernador Cuitláhuac García es honesto, López Obrador hubiera construido una obra o realizado un programa, seríamos un estado de primer mundo. Lamentablemente en cada recorrido por Veracruz, se limita a hablar mucho, no escuchar a nadie y lo peor, no resolver uno sólo de nuestros múltiples problemas.
En catorce visitas, López Obrador no ha traído a Veracruz nada por lo que se le recuerde. Ni siquiera justicia para las víctimas de las masacres en una palapa de Minatitlán y de Caballo Blanco en Coatzacoalcos. Como desde el primer día, las cosas siguen igual: los responsables están libres, las víctimas en el olvido institucional y Coatzacoalcos convertida en una de las ciudades más violentas del país.
Los deudos nunca recibieron la reparación del daño ni el apoyo prometido, acaso la falsa promesa de que habrá justicia, “que puede ser que tarde, pero que va a llegar”, según ofreció el propio presidente hace diez días, durante su última visita a Coatzacoalcos.
No obstante el cariño que el Presidente dice tener a Veracruz, seguiremos muy lejos de la paz y el cese de la violencia. No habrá justicia para la familia de Carlos Andrés Navarro quien murió a manos de la policía luego de ser detenido el pasado 2 de mayo; tampoco habrá castigo para quienes vandalizaron los comercios del centro de la ciudad de Xalapa bajo la protección de los elementos de la policía estatal, por sólo citar los dos casos más recientes que debieran avergonzar a los gobiernos de la 4T.
López Obrador nos visita en medio de su “nueva normalidad” que ha disparado el número de muertos y contagios a causa del Covid19. Hoy en Veracruz se cuentan más de mil muertos y miles de empleos formales perdidos del más de millón y medio de empleos formales que se registran en todo el país. A pesar de ello, no se espera un anuncio presidencial de rescate al empleo ni de apoyo a los pequeños comerciantes.
En realidad, como otras tantas veces, la visita presidencial a Veracruz es para hacer campaña electoral. Es para seguir polarizando una sociedad lastimada por la violencia, la pobreza, el desempleo y la renovada corrupción que ha traído la cuarta transformación.
¡Bienvenido señor Presidente!
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