Una de las condiciones necesarias para que una sociedad funcione es un sistema de impartición de justicia eficaz, donde no se privilegie la venganza, ni se utilice a la ley como un mecanismo de persecución. Los ciudadanos esperan que quien comete un delito sea castigado, pero castigar de manera selectiva sólo abona a la desigualdad y la injusticia.
Desde hace poco más de 18 meses entró en vigor el nuevo sistema de justicia penal de corte adversarial, un gran logro del presidente Enrique Peña Nieto, que logró insertar a México dentro de la modernización del sistema de justicia penal en el mundo globalizado, pese a ser México el último país en América Latina en implementarlo.
Sin embargo, en Veracruz parece que se siguen modelos monárquicos en democracia y en justicia; nada se mueve, nada se resuelve, sin que antes los jueces y fiscales reciban línea de cómo deben de actuar.
Se actualiza en Veracruz –al menos en el renglón de justicia- aquella frase célebre de Marcel Planiol: “A los delincuentes es más fácil elegirlos que encontrarlos”. Esa línea es la misma que se sigue en contra de los enemigos políticos, o críticos del sistema.
Ese mismo vía crucis lo pasó mi queridísima amiga Débora Vives, quien sufrió en carne propia la violación más flagrante a sus derechos mínimos elementales, donde todo el poder del Estado se volcó para privarla de su libertad, al librarse en su contra una orden de aprehensión por seis delitos, todos ellos fabricados para justificar la ausencia de justicia en otros casos.
Los delitos fueron creados en la mente de un inexperto fiscal, encargado de una fiscalía especializada de maltrato animal, mostrando un analfabetismo jurídico en la materia adversarial y ensañándose con la ex regidora de Tlacotalpan, una mujer de prestigio, de buena familia, de respeto, empresaria, y sobre todo una dama; eso no les importó a estos encargados de hacer cumplir la ley, que la eligieron para ser delincuente. Con esa vara jurídica unilateral que mide este gobierno a todos sus críticos.
Débora Vives fue una víctima más, como tantas que hay en Veracruz, de los atropellos de una autoridad arrogante y sumisa, porque la Fiscalía no actúa sin que antes se lo ordenen; con un Poder Judicial postrado de rodillas, cumpliendo fielmente las órdenes del mandatario estatal; todo en detrimento del prestigio de un personaje, de un líder social como lo es Débora, pero como lo pueden ser muchas otras personas a quien el régimen ha colgado la etiqueta de adversario.
Pero Débora no está sola, somos muchos veracruzanos indignados contra este tipo de aplicar justicia en Veracruz, dónde es más fácil encarcelar a una ex funcionaria por razones políticas, aludiendo la acción colectiva de una tradición popular, que perseguir y castigar a criminales que son capaces de ejecutar a decenas de personas para arrojar sus restos a unas cuadras del Palacio de Gobierno.
Los veracruzanos no nos vamos a doblegar ni ante la violencia ni ante la persecución política. Estamos preparando una denuncia contra el fiscal especializado que integró la carpeta respectiva; al mismo tiempo, se está analizando la posibilidad de presentar una queja en el consejo de la judicatura del estado en contra de la juez que resolvió el asunto de Débora Vives.
Nuestras razones son jurídicas, no políticas. Porque si bien consideró en su razonamiento que de todo el Código Penal de que la acusaba el inexperto fiscal De la Parra -quien pronto tendrá el carácter de imputado y veremos si la fiscalía actúa igual contra sus deficientes servidores públicos-, sólo la vincularon a proceso por tres delitos: incumplimiento de un deber legal, abuso de autoridad y Maltrato Animal.
No sólo no actuaron en contra del resto de los funcionarios a quienes se señaló responsabilidad, sino que tampoco pudieron comprobar la coalición, la apología a cometer un delito, ni el tráfico de Influencias. Su argumento es una vergüenza para cualquier incipiente abogado.
Falta mucho para conocer y aplicar la justicia penal de corte acusatorio como se practica en los países de primer mundo. La justicia penal de corte acusatorio adversarial en Veracruz solo es poesía constitucional.
No permitamos que se cometan más injusticias en contra de más Déboras Vives. Junto con un grupo de abogados especializados en materia de oralidad, iniciaremos una estrategia para denunciar a fiscales y jueces que cometan abusos como el que cometieron en contra de Débora Vives.
La venganza no es justicia. La ineficacia tiene nombre y apellido en Veracruz.
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