EL PASADO 29 de Septiembre de 2020, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, seguro de su arrastre y popularidad de entonces, baladroneó en una de sus tantas mañaneras: “A la primera manifestación de 100 mil personas en mi contra, me voy a Palenque”, explicando de esa manera las razones que lo llevarían a abandonar la Presidencia de inmediato, sin esperar un posible proceso de revocación de mandato. Por ello reiteró una vez más: “En mi caso, a la primera manifestación de 100 mil personas y que yo vea que en las encuestas ya no tengo apoyo, a Palenque, Chiapas, ni siquiera espero la revocación de mandato. Ahí nos vemos porque tengo principios e ideales”. Ciertamente, la multitudinaria manifestación del domingo pasado –la del otro pueblo que no recibe migajas y, por tanto, no quiere a López Obrador- no fue, directamente, en su contra, pero sí de manera indirecta, pues la marcha fue para protestar por la iniciativa de Reforma Electoral enviada por el Presidente a la Cámara Federal de Diputados con la cual pretende limitar los alcances del INE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que tanto ha costado al País, y que representan los garantes de la democracia, a tal grado que reconocieron y validaron el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, al igual que la victoria del Movimiento de Regeneración Nacional en 22 Estados, pero con todo y ello el Jefe del Ejecutivo Federal pretende arrebatar el INE a la sociedad civil para imponer a sus propios consejeros que, en una de esas, son abogados militares que terminen por socavar la débil libertad que aún tenemos. AMLO está empecinado en un capricho, pese a la voluminosa marcha del domingo que en números someros llego a más de 450 mil participantes en todo el País, mientras que en la ciudad de México al menos se congregaron 200 mil, suficientes para que el Presidente presentara su renuncia como lo prometió, aunque, insistimos, ciertamente la manifestación no fue directamente en contra de su mandato sino de su propuesta reformista en materia electoral.
YA EL Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA), por aquellas fechas ocupó una parte de la plancha del Zócalo, en demanda de la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador, una petición que, por donde se mire, es improcedente ya que fue elegido por el voto popular, sin embargo, el propio tabasqueño que defiende la idea de que la transformación del país debe ser a través de la "lucha pacífica", fue tajante al anunciar que renunciaría ante manifestaciones como la observada el domingo, que el invidente secretario de gobierno de la ciudad de México, Martí Batres calculó en 12 mil personas, mientras que su jefa Claudia Sheinbaum Pardo terció que fueron algunas miles de personas, pero ante los 60 mil que reconoce AMLO –que tampoco son los números correctos- no le quedó, como buena muñeca de ventrílocuo, sino aceptar que fueron alrededor de 65 mil, ya en un tono más serio y menos burlón, cuando debería estar preocupada porque la marcha fue en la ciudad de México, el Estado en el que perdió más de la mitad de las alcaldías que la integran, y donde no es bien vista sobre todo a partir del abandono en que se encuentra la ciudad mientras ella grilla por todo el País, como el caso de las tapas de alcantarillas robadas por todas partes, lo que ha provocado muertes de ciudadanos al caer en esas trampas mortales.
POR ELLO el ex diputado y fundador de la nueva izquierda mexicana -junto con Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez-, Porfirio Muñoz Ledo, no perdió la oportunidad de fustigar al mandatario nacional exigiéndole que renuncie tras la manifestación donde miles de personas marcharon a favor del INE y contra su iniciativa de reforma electoral. De acuerdo a Muñoz Ledo, AMLO reaccionó con “incoherencias e injurias desorbitadas reveladoras de perturbaciones psicológicas graves”, esto luego de que el tabasqueño calificara de “striptease político” a la movilización en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE). “Debe renunciar conforme al artículo 86 constitucional. Vamos a exigirlo todos y en todas partes”, reiteró.
NO ES la primera vez que el ex Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Federal de Diputados acusa a AMLO de perturbaciones mentales o de estar aliado con grupos fuera de la ley. Apenas en Junio pasado, Muñoz Ledo denuncio al mandatario de heredar una alianza con el narcotráfico para quien lo suceda en las elecciones de 2024. “El presidente va a terminar su periodo, la pista ya se le está acabando. Él piensa que puede heredar al siguiente gobierno su asociación con los delincuentes y que eso le otorga mayor poder, porque además de tener la autoridad y recursos del gobierno federal, estos se suman a los del narcotráfico, entonces no hay nada que se le pueda oponer”, a lo que López Obrador solo dijo que se trataba de “un juicio sin fundamento” y “vulgar”. “Están queriendo confundir, engañar de que nosotros, yo tengo vinculación con el narcotráfico o con grupos de narcotraficantes. Vamos por partes. Es realmente muy corriente, muy vulgar todo esto. Lo lamento porque, por ejemplo, el licenciado Muñoz Ledo me conoce muy bien, y se atreve a sostener de que el gobierno tiene vínculos con el narcotráfico. Es un juicio sin fundamento, temerario”, dijo el 3 de junio pasado.
COMO FUERA, la manifestación del domingo que arrancó risotadas nerviosas al Presidente tratando de esconder una evidencia que está a la vista, es preludio, tal vez de lo que viene, por sentirse un ente omnipotente, casi cercano a la visión que tenemos de Dios, aunque él se siente un Dios vivo, como los antiguos faraones egipcios o los héroes mitológicos de la antigua Grecia, mitad hombres y mitad dioses, y en ese tenor cree que su poder era para siempre, y vaya equivocada que se está dando por soberbio, y en ese camino van tempranamente algunas “corcholatas” que creen que imitando sus desplantes serán bien queridos por el pueblo.
QUEDA CLARO que en la marcha del domingo, a diferencia del pasado, e incluso las que lleva a cabo MoReNa, no hubo acarreados. Todos llegaron por su propio pie pese a la contingencia ambiental para el Valle de México decretada durante 2 días, sospechosamente, por el Gobierno capitalino. Se trató de la manifestación más natural de una sociedad que defiende su derecho de contar con instituciones electorales sanas, que den buenos resultados, sean adversos para unos o positivos para otros, pero respetando siempre la voluntad popular, algo que no desea el Presidente López Obrador en su afán de perpetuar a MoReNa en el poder por los siglos de los siglos. OPINA carjesus30@hotmail.com
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