¨Los piratas atacaban los puertos por sorpresa, aprovechando la falta de defensas. Robaban mercancías, oro, alimentos y esclavos, incendiaban edificios y barcos, y a menudo tomaban rehenes para pedir rescate. La población huía o era sometida con violencia. Estos ataques sembraban terror y desestabilizaban el comercio marítimo.¨   IA Copilot.  
 En una sociedad moderna las obligaciones básicas de un Estado hacia sus gobernados son: garantizar los derechos humanos, promover el bienestar general, y asegurar el orden y la justicia.   Si un estado no cumple con una dos o las tres obligaciones básicas es un estado fallido, o un estado que no representa los intereses de sus gobernados.  
 Analizando el México de 2018 a la fecha, podemos observar de inmediato que la actitud de quienes nos gobiernan no tiende a garantizar ninguno de los tres objetivos básicos que le dan razón de ser a un gobierno moderno.    
 Si buscáramos una similitud en la historia, tendríamos que llegar a los tributos excesivos que exigían los Mexicas a todos los pueblos originarios sometidos por ellos.  Los altos mandos Mexicas se enriquecieron y crearon un imperio sometiendo a todas las poblaciones vecinas e incluso a su propia población, ya que la disciplina, la lealtad y la rigidez exigida a cualquiera nacido Mexica eran de elevado nivel de exigencia.   
 Podemos comparar también con una invasión de piratas que llegaron a gobernar un país como lo es México.  Con la salvedad de que esos piratas no escaparon una vez obtenido el botín, sino que se quedaron en el poder y esperan conservarlo por muchos sexenios.  
 Ambas similitudes son válidas, pues en ambos casos, - piratas y Mexicas -, observamos un comportamiento muy similar al de nuestros actuales gobernantes. Con la salvedad de que ahora no se  impusieron a sangre y fuego, sino que llegaron al poder ofreciendo un cambio y beneficios para buena parte de la población, y la otra salvedad es que a pesar de que usan la sangre y fuego como parte de su estrategia para quedarse en el poder, también decidieron comprar voluntades a un costo elevadísimo para las finanzas públicas.  
 El comportamiento similar al de los piratas o al de los Mexicas es evidente.  Llegaron y desde el primer momento la intención de la élite gobernante fue saquear a manos llenas.  Hoy apenas tenemos un atisbo de la corrupción del sexenio pasado, y ya entendimos que el nivel de saqueo y el nivel de violencia, superan con mucho los de cualquier otro gobierno anterior.  No vale la pena enumerar todos y cada uno de los casos ya conocidos y ventilados ante la opinión pública, solo baste mencionar que los piratas permitían a los suyos cometer cualquier tipo de tropelías, mientras obedecieran a su capitán, y jamás fueron investigados por sus pares, fuera cual fuera la tropelía cometida en contra de la inerme población,  
 Lo mismo sucede hoy en día, a pesar de que los mexicanos ya sabemos quienes cometieron delitos, la increíble magnitud de esos delitos, y las consecuencias en vidas y en la hacienda pública, nadie de la élite morenista ha sido ni siquiera investigado directamente.   
 Como buenos invasores, no les ha importado el saldo de vidas humanas, ni el dolor causado.  Lo único que les motiva es continuar saqueando a México,  y para ello controlar el poder público.  Por ello, reparten entre una población famélica y necesitada de un mejor nivel de vida, migajas económicas, sin buscar que esa población salga de sus niveles de pobreza.    
 Usan todas las técnicas de propaganda que tienen a su alcance, mienten de manera indiscriminada, todo con el fin de alterar una realidad que golpea a cada mexicano en sus ojos y en su raciocinio.  Incluso falsifican estadísticas de muertes violentas, de desapariciones, de niveles de pobreza, de aprobación presidencial, y de cualquier otra información que convenga a sus intereses.  
 Al quitarle al mexicano común la posibilidad de tener la opción de cambiar de gobierno, pues ya se adueñaron de todas las instituciones que podrían avalar un cambio vía las urnas, han llevado a México a una situación similar a la que existía en tiempos de Reyes Heroles. Un México cuya tensión social obligó al gobierno a una reforma política o enfrentar una violencia armada sin precedentes en el país.  
 La descomposición social que ha creado la alianza del gobierno de Morena con las empresas criminales, evidenciada tanto por los negocios ya conocidos por todos, imposibles de llevar a cabo sin aprobación de los niveles más altos de poder, hasta la falta de respuesta por parte de la presidenta ante el incremento de la violencia criminal en el país (aunque las falsas estadísticas digan lo contrario), está elevando muy rápido el descontento social.   
 Un descontento que el hecho de que las organizaciones criminales estén armadas hasta los dientes y sean afines al gobierno en turno, no desanimará a la población para decidirse a enfrentarlas.  El riesgo de una serie de levantamientos armados está latente. Al grado de que en Estados Unidos ya están viendo esa situación como un peligro probable para su seguridad en la frontera sur.    
 Si el gobierno no rompe su pacto de protección a las organizaciones criminales, o en su caso, no logra acordar con sus asociados y financiadores que reduzcan su actividad delictiva en contra de la población, tan sólo como un método para sobrevivir, aunque también reduzcan sus ganancias, la situación social en México puede deteriorarse muy rápido.  Morena enfrentaría protestas sociales sin precedente, y serían las primeras que no controlarían ellos en los últimos 30 años.   
 Lo que está en juego es hasta la cohesión territorial del país.  El gobierno ha debilitado tanto la soberanía del país,  que hoy México es un terreno de guerra, de la guerra entre las potencias mundiales. Con pocas opciones para enfrentar a los intereses de China y Rusia principalmente que saben que desestabilizando a México perjudican a su adversario.  
 En manos de quienes mandan en México, está decidir si quieren que durante su mandato las crisis sociales lleguen a extremos jamás vistos, o si, a pesar de su desmedida ambición, toma las riendas alguien a quién la patria le importe un poquito y comienzan a quitarle presión a esa olla que está acercándose peligrosamente al punto en que puede estallar en un caos que a nadie conviene.  Salvo a los enemigos de México.  
 Debilitar a la patria creando un caldo de cultivo para estallidos sociales, es la peor traición que puede cometerse.  
 El gobierno cree que el mexicano es sumiso, cobarde y agachón… Y quizá tenga razón, hasta que el propio mexicano decide dejar de ser sumiso, cobarde y agachón….  
 elbaldondecobian@gmail.com                                  @jmcmex  
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