Lo escribí el 10 de enero de 2012 en este mismo medio: “el romance entre >La Gaviota< y el candidato del Partido Revolucionario Institucional es un melodrama mas del canal de las estrellas. Ante la ausencia de un liderazgo arrollador por parte de Enrique Peña Nieto y frente a la popularidad de López obrador, Televisa fraguó un noviazgo entre la actriz mas posicionado en la televisión, Angélica Rivera, y el exgobernador del Estado de México, para elevar los bonos de éste y puediera ganar las elecciones de julio próximo”.
Afirme que todo estaba pactado, que si ganaba Peña la telenovela se alargaría los seis años del mandato de éste, pero que si perdía cada uno de ellos regresarían a sus vidas particulares. Que era un contrato que realizaba el consorcio mediático para seguir conservando los jugosos contratos que logra de la Presidencia de la República, los cuales no los obtendría si Andrés Manuel ganaba la elección, y que desconocíamos lo que la artista estaría cobrando por realizar este papel, quizás el mas estelar de su carrera en la televisión.
Gano Peña y gano Angélica, porque llevo desde el primero de diciembre de 2012 y hasta el 30 de noviembre de 2018 una vida de ensueño, mejor que el de una diva. Con viajes al extranjero en aviones particulares, con un guardarropa para ella y sus hijas del que nunca pago nada, degustando los mejores manjares con cargo al dinero público, estrenando mansiones como la casa blanca, que vino a detonar la vida de reina que llevaba, con peinadores de lujo, maquillistas que viajaban en el mismo avión con ella. En fin, con una vida excéntrica que jamás, con todo y lo que ganaba en televisa por sus telenovelas, se hubiera podido dar, y soñar.
Pero tal y como lo habían acordado con la empresa de Emilio Azcárraga Jean, cuando Peña era Gobernador del Estado de México, y se encontraba estipulado en las clausulas de ese contrato privado que celebraron, el poder político se le acabo al nativo de Huixquilucan y la relación oficiosa tenía que concluir (mas de dos personas cercanísimas al expresidente afirman que éste quiso liquidarla a un año de haber tomado posesión como Ejecutivo Federal, pero que le recomendaron mantenerla para evitar que, por el carácter de la actriz pudiera abrir la boca y dar los detalles de la casa blanca, los verdaderos, y no los que, acorralada por el presidente, tuvo que salir a dar la cara ella a los medios), solo faltaba ver los términos de la misma, porque Angélica exigía 35
coches ultimo modelo para ella y su familia; 12 años de vuelos en jets privados para evitar la exposición pública, y una suma millonaria mensual como pensión alimenticia.
Sin embargo, el sábado pasado apareció en todos los medios de comunicación que los trámites legales del divorcio entre la excuñada de Verónica Castro y el exmandatario federal se circunscribía a una pensión económica mensual de 50 mil pesos, mas una >pequeña propiedad<, sin que hasta el momento algún Sherlock Holmes haya podido, hasta el momento de escribir este artículo, describir cual es.
Nadie cree que este convenio que esta circulando en las redes sociales, inclusive, sea cierto, porque conociendo el “apetito económico” de la actriz los 50 mil pesos y esa pequeña propiedad no le sabe ni a melón. De allí que por mas que lo repitan y repitan resulta inverosímil, y mas temprano que tarde nos iremos enterando los verdaderos términos de la separación.
Estamos pues ante la presencia del fin del principio, de una relación que a todos los mexicanos y mexicanas nos resultó carísima, multimillonaria, despilfarradora, porque no solo fue Angélica, sino todas sus hijas que gastaban peor que Paris Hilton. Que de momento se les ocurría a Sofía, Fernanda y Regina Castro Rivera tomar un vuelo privado de la Presidencia de la República e irse a Beverly Hills a gastar el dinero que no era suyo.
No dudo que algún buen escritor de telenovelas le vaya a recomendar a >La Gaviota> llevar estos seis años de matrimonio con Enrique Peña Nieto a la televisión y, porque no, al cine. Millones de compatriotas, les aseguro, estarían ansiosos por verla. |
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