El titulo de mi artículo de la semana pasada fue ¡Es Biden!, en clara referencia a que el candidato del partido demócrata ganaría la elección en los Estados Unidos, el martes 3 de noviembre.
La seguridad con que pronostique el triunfo, es porque la vida me ha enseñado que las mentiras y los odios que se siembran cobran factura con el tiempo, precisamente cuando a la, o las personas a las que se les ha hecho daño con ellas, se les presenta la oportunidad de valorarlas, y en política, son precisamente en las elecciones.
Sucedió en los Estados Unidos el pasado martes, sucederá en México en las elecciones del próximo año, y sucederá en cualquier parte del mundo donde los jefes de estado, o cualquier actor político les mientan a sus sociedades, mas, en tratándose de una reelección, como la que jugaba Donald Trump.
El resultado electoral, tal y como lo avise, fue catastrófico para el todavía presidente de esa nación: 4 millones 393,699 votos de diferencia en el voto directo (popular), y 86 de los votos del colegio electoral (hasta este momento), pueden considerarse como una paliza que le da Joe Biden a Donald Trump, y para cuando se realice el 5 de enero del año próximo la segunda vuelta para elegir un senador del estado de Georgia (se repetirá la elección por la exigua diferencia que existe en estos momentos, entre el candidato demócrata Raphael Warnock y la republicana Kelly Loeffler), seguro estoy que las ganara el primero y con ello, serán mayoría también en el Senado, garantizándole de esa forma gobernabilidad al próximo presidente.
Ahora bien, ¿Qué se gana conque Biden haya conquistado la casa blanca a partir del 20 de enero del 2021? Habrá que explicarlo en una apretada síntesis, debido al espacio que nos brinda este medio de comunicación, porque sí existen gigantescas diferencias entre él y Trump, por ejemplo, en el rol que juega ese país-potencia en el mundo, respecto a las políticas ambientales. Trump detuvo y deshizo todas las medidas ambientales impulsadas por el expresidente Barack Obama, que significaban un avance hacia energías limpias, procurando de esa forma apoyar en el planeta acciones que detengan el cambio climático.
Joe Biden declaro que el cambio climático es el problema número uno que enfrenta la humanidad, y se comprometió a liderar una transición nacional de los combustibles fósiles a la energía renovable.
Tanto él como la futura vicepresidenta Kamala Harris se comprometieron a impulsar una reforma migratoria para legalizar >bajo determinados requisitos, como no haber cometido delito alguno en esa nación, haber pagado impuestos, conocer la historia de ese país<, a millones de inmigrantes, primordialmente mexicanos, lo que les daría tranquilidad y seguridad a ellos y sus familias, acabando de tajo de esa manera con las razias, lo que se ve factible porque los demócratas ganaron la cámara de representantes (diputados), y en enero tendrán mayoría en el senado.
Y algo importante será también el concierto internacional, al que un día si y otro también, Trump armaba guerras comerciales contra otras naciones como China, Alemania, Japón, Rusia y de refilón a México (con la amenaza de imposición de aranceles), que desestabilizaban las economías, lastimando principalmente las subdesarrolladas, lastimando de esa manera el bienestar de millones y millones de familias que, en el caso latinoamericano, alentaba la migración hacia los Estados Unidos, con los consabidos peligros que ello generaba, así como la desintegración familiar en el continente.
Conociendo ya las cifras que empiezan a publicar los órganos electorales norteamericanos me percato que 74% de México-americanos le dieron el voto a Biden, y solo 23 lo hicieron por Trump, lo que confirma esa tendencia de nuestros compatriotas de tenerle confianza a Biden y a otros candidatos elegidos del partido demócrata.
Las mentiras, los engaños y los odios de Trump le costaron la reelección. Se convierte en el 5to presidente no reelegido en las urnas en los últimos 100 años. Peleonero como es dará una batalla judicial que perderá también, pero para Biden, y principalmente para la futura vicepresidenta, será una lección de lo que conlleva no cumplirle a los electores las promesas que en campaña se ofrecen.
¡No honrar la palabra empeñada siempre tendrá su costo; mas temprano que tarde, o mas tarde que temprano, ¡pero siempre lo tendrá! |
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