Las malas noticias no vienen solas. Aparte del descalabro internacional que el gobierno federal tuvo el 17 de octubre con la pifia de Culiacán, Sinaloa, cuyos efectos negativos se pueden medir en la intensa campaña desatada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para justificar lo injustificable, ahora, el Banco de México nos anuncio, la ultima semana de octubre, que el crecimiento económico de México para este 2019 será, si acaso de entre 0.2 a 0.7 por ciento, y que para el próximo año este se ubicaría, si bien nos va, en 1.7%.
Para los amables lectores que no están relacionados con la economía comentaré que el crecimiento económico es el incremento en la producción de bienes y servicios en una economía, y por lo tanto su valor, en un período determinado. Se calcula a partir de estimar el valor de todo lo que se produjo en un año y compararlo con el valor de todo lo que se produjo durante el mismo período del año pasado, para verificar, de esa forma, si la sociedad de ese país vive mejor o peor, estadísticamente hablando.
Cuando una economía crece se incrementa el número de bienes y servicios que sus ciudadanos pueden consumir y disfrutar, partiendo, desde luego, que en una economía capitalista, quienes tengan mas dinero tendrán una mayor capacidad de compra de todas esas mercancías, y en consecuencia, vivirán mejor que aquellos otros que poco o nada tienen. De allí la importancia de un buen gobierno que procure una mejor distribución de la riqueza para poner al alcance de los mas pobres esos satisfactores, que ya será este tema motivo de otra entrega en este mismo medio.
No es, en consecuencia, una lógica satisfactoria que si hay un fuerte crecimiento económico, el que la sociedad sea feliz porque tenga acceso a una vida llena de bienestar material y espiritual, porque en México, 20 familias concentran poco mas del 93% de la riqueza nacional: Carlos Slim (Telecomunicaciones, construcción, energía, financiero), German Larrea (minero-entretenimiento), Alberto Bailleres (financiero-minero-bebidas-retail), Eva Gonda de Rivera (bebidas), Ricardo Salinas Pliego (telecomunicaciones-retail), María Asunción Aramurozabala (bebidas-moda-financiero), Juan Francisco Beckmann (bebidas), por mencionar solo los principales, y en consecuencia éstas si pueden comprar lo que quieran, mientras un 9% de la sociedad nacional no tiene
problemas para vivir de manera regular, y el resto, el 90 % sufre para comer, vestir, educar y accesar a la salud.
El crecimiento económico al menos, es indispensable para generar empleo que bien, o mal pagado, es, por lo menos, la posibilidad para el trabajador de aspirar a comprar lo indispensable para que su familia pueda sobrevivir, pero si éste no se da, las malas noticias son para todo el movimiento obrero, manual e intelectual que pasara un año de difícil a muy difícil, y sus niveles de pobreza aumentarán.
Este año así lo fue para el grueso de la población mexicana, la cual, precisamente por ese hartazgo de padecer penurias, opto por darle su voto en la elección de 2018 a López Obrador, quien les prometió elevar su bienestar desde el primer día de su mandato (recordar que iba a bajar el precio de los combustibles desde que tomara posesión del cargo -hay video de por medio-,) lo que iba a influir para bajar los precios de todas las mercancías que se transportan por tierra-aire, beneficiando de esa manera a los que menos dinero tienen.
A un año de su mandato eso no sucedió, y lo que es peor, que no hay crecimiento económico, y en consecuencia no hay generación de empleos, y para mayor desgracia, no pintan las cosas nada bien para 2020, donde se prevé recesión económica, inclusive.
Ante el fracaso del gobierno federal de cumplir las promesas ofrecidas en campaña de generar bienestar para los que menos tienen, les da un paliativo con los programas asistenciales en dinero, que no solucionan el problema de fondo que es propiciar las condiciones para aplicar políticas publicas que provoquen crecimiento económico, y una mejor distribución de la riqueza en México. La condena a vivir de la limosna oficial y eso, en palabras del propio ejecutivo federal, no es humano ni es cristiano. |
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