¡Ya no hay corrupción! Se ha cansado de decir en infinidad de mañaneras el presidente de México, al afirmar que en su gobierno la liquidó, y hasta de manera chusca saca de su bolsillo un pañuelito blanco, y lo blande durante dos o tres minutos regodeándose con ello.
Esa fue una de sus tantas banderas de lucha desde que abandonó al PRI y se fue al PRD, a finales de 1988, que abrazó, pero fue ésta la que peyorativamente enarboló, y que hizo que la creyéramos millones y millones de mexicanos, y que se votara por él en el 2000, el 2006, el 2012, y hasta que por fin en 2018 ganara las elecciones presidenciales.
Pero como bien dice el refrán popular: una cosa es ser borracho, y otro cantinero, o dicho de manera política: una cosa es ser candidato, y otra gobernante, porque tan pronto levantan la mano para protestar el cargo, la CONGRUENCIA se les olvida. La traen como cantaleta en cada mitin, en cada reunión; la proliferan en campaña como 500 veces frente a los que les piden su voto, pero ya en el poder, ni por equivocación la pronuncian y terminan desde el primer día, o antes, desde que son declarados electos, despojándose de ella.
El contexto viene a colación, porque al ya de suyo criticado actuar del actual gobernador de Veracruz, no solo porque se cansó de regresar dinero de los veracruzanos a la federación, que debería haberlo ocupado en por lo menos componer las carreteras de su estado, y por su marcado nepotismo (superando al de José López Portillo), donde encumbró a sus medias hermanas, a sus primos en cargos públicos, con sueldos que criticaban cuando andaban en campaña en el PRD y luego en MORENA, a sus hermanos los lleno de dinero del erario público insultantes, exorbitantes, que justo ahora que se va, ya le empiezan a crecer los enanos que le guardaron el secreto durante todos estos más de 5 años de: ¿GOBIERNO?
Ya conocíamos la larga lista de sus familiares incrustados en cargos públicos, donde aparentaban que trabajaban, pero que más bien iban por lo que se podía hacer desde esos cargos que les dio el gobernador. Es decir, nos asombrábamos no solo por el nepotismo, insisto, sino porque aparte de los buenos salarios que percibían, lo que hacían desde esas responsabilidades les resultaba más bonancible que sus sueldos, y que solo después de observar el crecimiento de sus bienes (porque ni siquiera lo ocultan), entramos en modo “estupefacto”.
Y como ya se va, y muchos MORENOS y familiares no están contentos con lo que les toco, pues empiezan a vomitar lo que nosotros no sabíamos, y que termina por sorprendernos aún más, de la INCONGRUENCIA de Cuitláhuac García Jiménez: Su Hermano Tonatiuh gana la friolera de 190 mil pesos mensuales como integrante de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, desde que su brother (el que criticaba como su jefe la corrupción), es gobernador de Veracruz.
¡190 mil pesos mensuales! Guauuuuu, 3 o cuatro veces más que lo que gana su director, el responsable de la misma, y más que el señor del pañuelito blanco don Andrés Manuel López Obrador, que tanto le enojaba saber que había funcionarios que percibían más salario que él.
Y eso sin contar la acusación que los trabajadores de Radio Televisión de Veracruz le hacen de haber recibido equipo sofisticado para grabar su cortometraje, que afirman, nunca regreso.
En lo que siguen teniendo razón los que hoy gobiernan es, que en efecto NO SON IGUALES a los anteriores, son……….>
Por Helí Herrera Hernández
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