Sin ponerse a practicar siquiera rounds de sombra con el presidente Andrés Manuel López Obrador, la ministra presidente de La Suprema Corte de Justicia de la Nación Norma Lucía Piña Hernández ya lo tiene tocado, y si sigue así, de enojado, descontrolado como esta, puedo asegurar que lo va a noquear.
Logró, lo que toda la oposición junta no pudo: sacar de quicio al ejecutivo federal, a grado tal que ya provocó que en público, López Obrador se note descompuesto, pálido, corajudo, fuera de sí, como se observó toda la última semana, especialmente el viernes 21 en el puerto de Veracruz, a raíz de que por 8 votos contra 3, la SCJN declarara inconstitucional el control de la Guardia Nacional por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), y decretara que tendrá que estar adscrita a la Secretaria de Seguridad Pública Federal.
Desde que la ministra presidenta le ganara el primer round a Don Andrés Manuel, cuando liquidó su pretensión de imponer a la ministra plagiaria Yasmín Esquivel Mossa como titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación empezó la pelea en el ring, donde nadie apostaba por la licenciada Norma Lucía Piña, y sin embargo, con sus acciones lo ha venido golpeando con verdaderos ganchos al hígado, que han desquiciado al inquilino de Palacio Nacional, a grado tal que destruyó todo el andamiaje que debe existir entre esos dos poderes, dinamitando, >per se< el puente, al gritarle, extraviado, el viernes a sus subalternos (Secretario de Gobernación y Secretaria de Seguridad Pública), que ya no les tomaran las llamadas ni a la ministra presidenta ni a los otros 8 ministros, que no manifiestan obediencia ciega al obradorato.
Si a este grave problema le suma la otra guerra que libra el presidente de México contra el gobierno de los Estados Unidos, por la fabricación del fentanilo en nuestro territorio, que se niega aceptarlo López Obrador, más las confesiones de la DEA (Agencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos), respecto a que tiene infiltrado al cartel de los chapitos (cartel de Sinaloa), y el ejecutivo federal ya los desafió por hacerlo y no aceptar su política de >abrazos y no balazos<, la situación de rabia que muestra se entiende y, constata por qué la popularidad del dueño de la 4 T viene en declive (50.9%), como lo dio a conocer el INEGI la semana que recién terminó.
Tiempos difíciles se le vienen al presidente y en el peor momento >la sucesión en su partido< que está echando chispas con los enfrentamientos y pleitos que ya traen entre las corcholatas, lo que me anima afirmar que la elección del próximo 2 de junio de 2024 ya no la tiene asegurada MORENA, el instrumento político de AMLO, para garantizar así su Maximato.
Un presidente que dijo amar al pueblo, que gobernaría para los pobres de México, pero que los obliga a vivir permanentemente con la mano extendida, esperando la ayuda económica mensual para medio comer, para medio sobrevivir; un presidente que perdió ya los estribos.
|
|