“Por la dignidad de nuestro pueblo, a la calle sin miedo”, gritaba la diputada comunista
Camila Vallejo Dowling desde la tribuna más alta de Chile, arengando a la sociedad a
tomar las grandes avenidas el miércoles 16, cuando explotaron las manifestaciones
contra el presidente Sebastián Piñera en la capital Santiago, a raíz del aumento
insultante al pasaje del metro. “Quienes deben pagar más impuestos son los millonarios”,
gritaba Camila en la tribuna de la Cámara de Diputados, “no los pobres, y son estos,
quien el ex miembro del gabinete de Augusto Pinochet castigaba con mayor precio al
costo del boleto de ese importante transporte que utilizan sólo las clases sociales que
no tienen ni para auto, ni para motocicletas, ni para taxis”.
8 días después, el pasado viernes 25, la manifestación más grande de Chile, desde
que cayó en 1990 el dictador – asesino Augusto Pinochet, reunió en las calles de
Santiago, a poco más de un millón doscientas mil personas que así protestaban contra
la desigualdad social en el país de Salvador Allende; contra el toque de queda impuesto
por Piñera que sacó de los cuarteles al ejército y los envió a la calle a reprimir
brutalmente al pueblo chileno, con un saldo hasta el momento de escribir este artículo
de 19 muertos punto
La inmensa Plaza Italia, punto neurálgico de mayor ola de protestas en la historia
democrática de Chile lucía abarrotada media hora antes de la hora citada para la gran
marcha mientras decenas de miles de hombres y mujeres se quedaban en las avenidas
aledañas sin poder ingresar. Así como la muchedumbre rebosó el epicentro del
descontento social para demandar y exigir la salida del presidente Sebastián Piñera
por la represión y las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas del
orden contra los manifestantes en días anteriores, pero también por consideran
insuficientes el paquete de medidas propuesto por el mandatario para contentar los
reclamos de mejores pensiones y salarios, así como de precios más justos para la luz, el
gasolina, la educación universitaria y los servicios de salud.
El millón doscientas mil personas exigieron una “Asamblea Constituyente” para
redactar una nueva Constitución que venga a reemplazar a la Carta Magna de la
dictadura que rige a Chile desde 1980, y a la que los manifestantes culpan del modelo
económico neoliberal que ha agudizado la desigualdad entre las distintas clases sociales
Allí mismo, hermanada las barras bravas de la Universidad de Chile, Colo colo y
la Universidad Católica, los 3 clubes más históricos del fútbol chileno, exigían la
inmediata libertad de los 6 mil detenidos que tiene el gobierno neo pinochetista de
Piñera, así como el castigo a los policías – militares responsables de los 19 muertos
Más de un millón doscientas mil gargantas gritando, exigiendo. Más de dos
millones cuatrocientos mil puños alzados, más de dos millones cuatrocientos mil pies
caminando “por las grandes avenidas”, como lo presagiara Salvador Allende en aquel,
su último discurso, minutos antes de su muerte, cuando dijo “trabajadores de mi
patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris
y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que,
mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por
donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor” Y este 25 de
octubre, ese día llegó, agregaría yo.
Una verdadera lástima que no pueda insertar una fotografía de esta
multitudinaria expresión en este artículo porque observar el mar de hombres y mujeres
moviéndose, gritando y cantando, inyecta en nuestro espíritu, en nuestra alma, en
nuestra mente, renovados bríos para seguir en la lucha, convencidos de que estamos
en la trinchera justa por la construcción de una patria para tod@s. |
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