No andan bien las cosas en el país. Esa es la realidad.
Los hechos acontecidos, unos tras otros, vienen agravando el clima de inseguridad y desconfianza que permea a gran parte de la sociedad, porque en lugar de disminuir las malas noticias, éstas van en aumento, a grado tal, que el propio presidente de México ha tenido que reconocer hasta la posibilidad de un golpe de estado.
Jamás se imagino Andrés Manuel este escenario a un año de su gobierno. Lo comenta él mismo con gente de su circulo cerrado ante el fracaso de los abrazos en lugar de los balazos, que han encrespado al sector militar que llego a enfrentarlo con el discurso del general Carlos Gaytán Ochoa, quien cuestionó con severidad, frente a un sector cupular del ejercito, la decisión presidencial de permitirle a los malandros ningunear a la tropa.
Como si esa batalla que libra el ejecutivo fuera poca, vino después el enfrentamiento abierto y total con la prensa, cuando les dijo que “” muerden la mano de el que les quito el bozal””. Atrás quedaron los epítetos propinados al periódico Reforma de prensa >fifí<, o a la revista PROCESO cuando la acuso de ser una revista “sensacionalista y amarillista”, para pasar a etiquetar a todos los medios, inclusive La jornada, que siempre le había servido de plataforma en sus incansables luchas electorales.
Y ahora, se viene lo acontecido en LeBarón, que independientemente lo abominable de la tragedia, le ha dado pie al presidente norteamericano Donald Trump la justificación para hablar ya de una intervención real a nuestro territorio, bajo el pretexto de que los grupos al margen de la ley son >terroristas> y como tal, puede ordenar el ingreso de los marines a tierras mexicanas a combatirlos, para después, como ha sucedido en todo el planeta, sembrar bases militares y/o hasta sentar sus reales aquí para apoderarse de lo que han ambicionado siempre, nuestros recursos naturales.
Así, en lugar de pujar el presidente por una reconciliación nacional con un discurso incluyente, que le de fuerza a las instituciones para enfrentar los peligros internos y externos, sigue con uno burlón, divisionista, minimizando los hechos que todos lamentamos.
Les guste o no a los simpatizantes del presidente éste ha venido perdiendo liderazgo social y en su propio partido, inclusive. Para muestra allí esta lo
acontecido el pasado jueves por la tarde en Palacio Nacional. El presidente recibía a las bancadas de Morena, del Partido del Trabajo y el PES (sus aliadas) para escuchar sus posiciones sobre la discusión del Presupuesto de Egresos federal 2020. Los legisladores llegaron encabezados por su coordinador Mario Delgado y lo que se planeo, como un encuentro de dialogo y entendimiento terminó en un ambiente de crispación que muestra los amargos momentos que vive la 4T.
López Obrador abandono el salón sin despedirse, enojado, mientras un grupo de legisladores del PT, del PES y algunos de MORENA le lanzaban chiflidos de rechazo desde el Salón Tesorería de la sede presidencial, según versiones de varios diputados asistentes que cuentan el episodio, como algo de lo que se ufanan y se sienten orgullosos.
Ya le perdieron el respeto al líder, al que gracias a sus luchas ellos llegaron y eso, eso ya no tiene remedio. Así, como librará AMLO las futuras batallas que se avecinan, y que serán cruentas porque la desconfianza crece como la enredadera.
PD.- Y mientras en Veracruz, nos despertamos y el monstruo sigue aquí. Estoy seguro que en este mismo medio que usted me lee estarán varios artículos relacionados con el crimen del diputado Juan Carlos Molina. |
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