Desde el siglo pasado, los sectores sociales de Altotonga, que se ubica a menos de 70 kilómetros de la Atenas Veracruzana, le pedían a cuanto candidato había a la presidencia municipal, la creación de un espacio dedicado a las artes y la cultura, influenciados, desde luego, porque la inmensa mayoría de los profesionistas de ese municipio estudiaron en las universidades, tecnológicos y la normal Enrique C. Rébsamen de la ciudad capital del estado de Veracruz, ciudad abarrotada de lugares con esas características.
Pasaron décadas y administraciones publicas sin que La Casa de la Cultura añorada se cristalizara, a pesar de la exigencia creciente de hombres y mujeres nativas de esa localidad, amantes de la música folklórica, de la danza, de la poesía, del teatro, del ballet, de la lectura, de la investigación, de los círculos de estudios, del ajedrez, de la impartición de conferencias de expositores propios con un acervo intelectual extraordinario, y ajenos de Altotonga pero que aceptaban las invitaciones de amigos de esta ciudad para ir a impartirlas sobre diversos temas.
Hubo intentos de personalidades de este municipio serrano de hacerlo, habrá que apuntarlo. Se formaron una o dos asociaciones civiles para crear un fondo económico para que se rentara una casa y habilitarla como tal. Recuerdo por lo menos el extinto notario Miguel Baltazar Vázquez y a la maestra Cristina Juárez López (entre otras que escapan a mi ya flaca memoria), que se dieron a la tarea de visitarnos con ese propósito, que nunca se logro porque no es fácil dicha tarea, y menos cuando no se tiene el apoyo de un ente oficial que subsidie o absorba semejante proyecto que requiere recursos económicos mensuales, tan básicos como el pago de la renta, luz, agua, salario de un director de la misma que alimente con ideas la vida real de ese anhelo >académico-cultural<.
En 2017, cuando se registro el actual alcalde como candidato de Movimiento Ciudadano a presidente municipal, el contador Ernesto Ruíz Flandes, le recordé de ese sueño que por lo menos dos generaciones acariciaban, para que Altotonga contara con una Casa de la Cultura propia, es decir, con un inmueble que fuera adquirido exprofeso por el ayuntamiento y lo habilitara para dicha misión, comprometiéndose él a cumplir tal acción durante su mandato, si ganaba la elección, claro esta, y era alcalde de mi pueblo.
Casi al finalizar el primer año de su mandato, el presidente municipal me comento que estaba en platicas con la familia Niembro, dueños de un inmueble que en los años 20-30-40 del siglo pasado, había funcionado como un teatro donde llevaban diversas obras a exhibir, presentación de òperas e inclusive operetas, conocido como Teatro Hidalgo, con una bella arquitectura colonial de gran fama regional, que por razones inexplicables dejo de funcionar como tal, abrazándolo el abandono y luego el deterioro del mismo, encontrándose para ese año (2018) en ruinas prácticamente.
Le hice el comentario que si lograba concretar la compra, sería algo que marcaría su administración, pero que hiciera el esfuerzo no solo de adquirirlo, sino que construyera la casa de la cultura de Altotonga, conservando la arquitectura que había tenido aquel famoso Teatro Hidalgo.
A escasos 75 días de dejar la presidencia municipal, el alcalde inauguro en ese histórico lugar la casa de la cultura de Altotonga, cumpliendo así con la palabra empeñada y el anhelo de miles de gentes que soñaban con ese espacio. Se conservó, en efecto, la fachada principal del siglo pasado y por dentro le dio un terminado digno de presumir, de sentirnos orgullosos de semejante inmueble, que con la exposición de pinturas y piezas prehispánicas que monto su actual director el maestro Gabriel Juárez López, impacto a todos los visitantes que ya están desfilando por ella.
Todo ello fue lo que me motivo a dedicar mi artículo-comentario radiofónico de este lunes a esta magnifica obra, y agradecerles a todos los integrantes del ayuntamiento constitucional de mi municipio por tan importante legado. A la maestra Minerva Miranda Ordaz, sindica única; a Octavio Roque Gabriel, regidor primero, a Santa Guadalupe Hernández Santillán, regidora segunda, a Elizabeth Balmes Hernández, regidora tercera, a Miguel Anastasio Hernández regidor cuarto, a la maestra María Elena Baltazar Pablo regidora quinta, y al alcalde Ernesto Ruíz Flandes.
¡En hora buena! Ahora solo queda que autoridades y sociedad alimenten con actividades académicas, artísticas, culturales y de sano esparcimiento esta casa por la que tanto se lucho. |
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