Antier sábado 27 me amanecí con la amarga noticia, que La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), advertía sobre la posible exclusión de México de la próxima ronda de pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos).
Andreas Schleicher, Director de Educación y Competencias de la OCDE, reveló que los preparativos necesarios para la participación de México se encuentran suspendidos, y pone en riesgo, en consecuencia, su participación y evaluación, e instó a la comisionada presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), Silvia Valle Tépatl, a proseguir con los estudios requeridos de la Prueba de Campo de este año, que es requisito sine qua non para la prueba PISA.
Ahora bien, el gobierno de la 4T lleva tiempo vertiendo critica tras crítica sobre la prueba PISA, alegando que “genera retrocesos en la educación de los niños”, echándole la culpa a ese exámen-evaluación por los malos resultados obtenidos por México en la prueba PISA 2022.
Es la hora que el gobierno de nuestro país no ha entregado a la OCDE la documentación para formalizar su participación, y enviado su aportación económica de cerca de 210 mil euros, lo que augura que no tiene don Andrés Manuel López Obrador y su gobierno la menor intención de participar y ser evaluados, porque la 4T odia los exámenes, y más aún las calificaciones, que la sociedad pueda realizar de todas las obras que han hecho (AIFA-Tren Maya-Refinería Olmeca), así como de los servicios que prestan (resultados en salud, educación, seguridad, etc.).
En todas las preparatorias y universidades que ha fundado el gobierno morenista, su método de evaluación carece de valores numéricos. Ahí todos aprueban con solo completar los respectivos créditos.
Tampoco podemos olvidar que AMLO, a su llegada a la presidencia de la república, desapareció el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y en la última reforma a la educación básica, buscan eliminar las calificaciones en la denominada Nueva Escuela Mexicana.
Por ello ahora pretenden sacar al país de una evaluación internacional, donde los jóvenes de 15 años compiten en asignaturas como las matemáticas, las lecturas y las ciencias, y evitar, de esa forma, calificaciones reprobatorias no tanto de los estudiantes, sino de las políticas educativas de cuarta categoría de la 4T.
Buscan de esta manera evitar la vergüenza en el mundo, huyendo de esas evaluaciones internacionales.
Por Helí Herrera Hernández
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