Jesús Silva-Herzog Márquez escribió el 29 de mayo un artículo titulado “La oposición y el cuento”, publicado en varios periódicos del país, sobre la situación actual de la carrera presidencial rumbo al 2024, donde precisa que hasta el momento, “la oposición no cuenta con liderazgos capaces que se puedan contraponer al movimiento que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador”, señalando que la misma “juega el papel que el régimen ha diseñado para ella”.
Dado que no ha habido “aparición opositora, que no sea celebrada por el oficialismo, como evidencia del extravió de sus críticos”, al referirse a Lilly Téllez y sus aspiraciones por ser la candidata, primero del Partido (de) Acción Nacional, y luego de la alianza VA POR MEXICO a la presidencia de la república, el académico afirma que su candidatura debería tomarse en serio, es decir, con alarma, ya que considera que su candidatura es ”pendenciera, ignorante y elemental”, comparándola con la periodista convertida a política (como ella), Sarah Palin, personaje que se ha destacado por representar la ideología mas conservadora de los Estados Unidos.
Tras la publicación del artículo, la senadora morenista, transformada por decreto a panista, tomo sus redes sociales para quejarse de los señalamientos vertidos en su contra por el académico, pidiéndole explicaciones sobre las razones por las que supuestamente Silva-Herzog Márquez la tilda de ser “una fascista”.
Me parece tan importante y veraz la respuesta que le da el escritor a la estridente señora, que me permito transcribirla íntegramente, sin quitarle ni siquiera una coma, parafraseando al filosofo de Macuspana, porque hace un retrato tal de la señora Lilly, que vale la pena leerla y repensarla varias veces, para entender la identidad de la incitadora.
Respuesta a Lilly Téllez
“Agradezco la carta de la senadora Lilly Téllez. El texto ratifica que su determinación y su vehemencia la hacen una candidata atractiva. Me temo que también pone en evidencia su improvisación.
La senadora responde a un artículo donde sugería que su candidatura embona con la retórica presidencial. Argumentaba que la hiperideologización de su discurso y su carácter pendenciero son las prendas soñadas por el régimen. No es casual que el presidente haya abrazado con entusiasmo la posible candidatura de la senadora. El promotor de Téllez encuentra en su candidatura la caricatura opositora con la que sueña.
En la carta que firma la senadora subraya que su mérito está en el arrojo y parece que está solamente ahí. Se presenta como una periodista que ha sufrido persecuciones por su valentía extraordinaria. No discuto eso. Le reconozco arrojo, asunto que no es menor en una campaña. Lo que sigo sin encontrar por ningún lado es una propuesta que vaya más allá de echar a MORENA del poder y meter a la cárcel al presidente. Por eso hablo de simpleza.
La senadora brinca con adjetivos imaginarios. Responde con vehemencia que no es fascista, pero en el párrafo que dedico a su candidatura jamás usé ese calificativo. No la veo como una candidata fascista. La veo como un soldado ideológico. No creo que a la arquera le moleste esa caracterización. Se imagina, en efecto, como una cruzada de la civilización frente a la barbarie y repite los lemas de la extrema derecha europea y norteamericana. No encuentro modernidad alguna en quien llama criminales a las mujeres que deciden terminar un embarazo.
Digo que la senadora es una ideóloga sin ideas porque la ideología convierte las ideas en fórmulas muertas. La ideología, se ha dicho, es ese pensamiento que pasa por la boca sin pasar por la cabeza. La senadora no tiene respuestas concretas a los problemas de la gente, no busca el consenso en el abanico opositor, no quiere serenar la política sino atizarla. Al país le ofrece nostalgia y escarmientos. Téllez ha elegido la guerra cultural contra el demonio de la izquierda. Esta estrategia que pretende ahondar la polarización me parece condenada al desastre. No solamente es errada: es dañina. Dudo que en esa guerra cultural esté la urgencia de hoy. Dudo que esa convocatoria pueda suscitar el acuerdo opositor que se requiere.
Jesús Silva-Herzog Márquez
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