Por Héctor Raúl Rodríguez
Todo indica que el modelo de gobierno impulsado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador a través de la llamada Cuarta Transformación de la vida pública de México ha entrado en una fase de entropía, o al menos en un punto de inflexión y de reconfiguración de los grupos de poder al interior del régimen.
Según la Teoría de Sistemas, entendidos estos como un conjunto de elementos interrelacionados entre sí y tendientes a la consecución de un mismo fin, un sistema desarrolla entropía cuando alguno o algunos de sus elementos privilegian su propio interés en detrimento de los intereses generales del sistema.
Durante la etapa de sucesión presidencial, donde varios de los principales actores políticos de Morena buscaban ser postulados a la Presidencia de la República, la unidad de la 4T se mantuvo y se evitó la entropía, gracias a un acuerdo político para el reparto de las posiciones de poder que estarían en juego.
Así, Adán Augusto López Hernández, ex secretario de Gobernación, fue enviado a coordinar al Grupo Legislativo de Morena en el Senado; Ricardo Monreal Ávila, a liderar a la bancada mayoritaria en San Lázaro; Gerardo Fernández Noroña a presidir la Mesa Directiva del Senado, y Marcelo Ebrard Casaubón, a la Secretaría de Economía.
No obstante, a escasos diez meses de la actual administración federal, las presiones geopolíticas del gobierno de los Estados Unidos han obligado a la administración de Sheinbaum a tomar acciones contra la delincuencia organizada, lo que implica un giro con relación a la política de “Abrazos, no balazos”, emprendida por el gobierno de su antecesor.
En el centro de este cambio de la estrategia y de la operación contra el crimen organizado se encuentra Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana, considerado el funcionario más cercano a la presidenta de México.
Lo anterior también ha provocado, necesariamente, una reconfiguración de los grupos de poder al interior de la Cuarta Transformación, lo que parece estar impactando en el consenso entre los grupos internos, sobre todo en actores políticos vinculados al régimen de López Obrador.
Van tres estampas recientes que muestran lo que ocurre actualmente en el grupo gobernante:
1. La orden de aprehensión contra Hernán Bermúdez Requena, ex secretario de Seguridad Pública del gobierno del estado de Tabasco durante la administración de Adán Augusto López Hernández, afectó seriamente la imagen pública del también ex secretario de Gobernación, considerado el hermano político de López Obrador.
2. Alfonso Romo, ex Jefe de la Oficina de la Presidencia de López Obrador, quedó en entredicho cuando se hizo pública hace unas semanas la sanción del Departamento de Tesoro de los Estados Unidos contra tres instituciones financieras mexicanas por lavado de dinero y transacciones relacionadas con la compra de precursores químicos para la producción de fentanilo, entre las cuales se encuentra Vector Casa de Bolsa, propiedad del empresario.
3. En los últimos días, ha trascendido una lucha interna en la cúpula de Morena, entre la dirigente nacional Luisa María Alcalde y el hijo del ex presidente, Andrés Manuel López Beltrán, quien fue exhibido ampliamente durante sus vacaciones en Japón, en hoteles y tiendas de lujo, cuestionando la incongruencia del discurso obradorista de austeridad republicana y la ausencia de este personaje en el Consejo Nacional morenista realizado el pasado 20 de julio.
Si como afirmaba López Obrador, nada se mueve en el país sin que el presidente lo sepa, entonces la presidenta Claudia Sheinbaum ha comenzado a hacerse del timón, fortaleciendo a sus cercanos y debilitando a los emisarios del pasado.
La culpa es de la geopolítica. |
|