Salvo a uno que otro de sus adversarios políticos, bien identificados, quienes le disputaron en las urnas la gubernatura del estado, ningún veracruzano en su sano juicio podría desear que a Cuitláhuac García Jiménez le vaya mal como gobernador del estado, porque si le va mal a Cuitláhuac nos irá mal a los veracruzanos. En principio porque la experiencia de los últimos mandatarios estatales no sólo ha resultado negativa para Veracruz, sino en muchos sentidos, lacerante, debido a los graves problemas de inseguridad que sentaron sus reales en la entidad, a la tragedia en materia de derechos humanos que representan miles de desaparecidos y al hallazgo de fosas clandestinas con cientos de cuerpos; a la corrupción endémica de una clase política que usó los puestos de gobierno para hacer negocios a través de los diezmos, moches y una presunta red de empresas fantasma para desviar miles de millones de pesos; pero también por la evidente manipulación en el actual bienio del aparato de procuración e impartición de justicia para los fines políticos del grupo gobernante y al uso de los programas sociales de combate a la pobreza con objetivos eminentemente electorales. En los hechos, para no ir muy lejos, tanto el gobierno de Javier Duarte de Ochoa como el de Miguel Ángel Yunes Linares, usaron el presupuesto público – que en 2018 ascendió a alrededor de 120 mil millones de pesos - a favor de los intereses políticos del grupo en el poder, no de los intereses o necesidades de los veracruzanos. El saldo de esta política de apropiación de los recursos públicos para los usos, costumbres, intereses, filias y fobias del grupo gobernante en turno es que hoy más del 60 por ciento de los casi 8 millones 200 mil veracruzanos, es decir, más de 5 millones de habitantes, viven en condiciones de pobreza, y 1. 5 millones en pobreza extrema. Éste es, de entrada, el primer golpe de timón que el próximo gobernador del estado debe dar para resarcir parte del daño causado a la entidad: reorientar el presupuesto público hacia los grandes temas de los veracruzanos para reactivar la economía y los sectores productivos del estado, el campo, el turismo e incentivar la generación de empleos. Más aún, el ahorro que se prevé generar con el plan de austeridad anunciado por el próximo mandatario no debe quedarse para uso de la nueva clase gobernante sino traducirse en becas para estudiantes, en créditos para la pequeña empresa, en programas de empleo para los jóvenes que por alguna razón se encuentran fuera del sistema educativo, es decir alentar al aparato productivo estatal para que la gradual recuperación de la economía y de las buenas finanzas estatales se traduzcan, como decía Luis Donaldo Colosio, en buenas finanzas familiares, en la mesa de la población. Por el bien de los veracruzanos, a partir del próximo 1 de diciembre, el gobernador del estado, Cuitláhuac García Jiménez, haría bien en mirarse en el espejo de sus antecesores, Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares para no incurrir en los mismos errores ni tropezarse con las mismas piedras. Duarte, igual que Cuitláhuac, llegó a la gubernatura del estado luego de ser diputado federal, sin más experiencia política que haber manejado las finanzas en el gobierno de Fidel Herrera, pero una vez en el poder se deslindó de su creador y se rodeó de una camarilla que lo aisló y controló sus decisiones y las decisiones del estado con el argumento de que el gobernador era él, y no podía permitir la injerencia de Fidel o que éste pretendiera seguir gobernando; en realidad los que tomaron el poder– a la par que se enriquecían - eran los integrantes de ese grupo cercano, varios de los cuales hoy están en la cárcel junto con el entonces titular del Poder Ejecutivo del Estado. Si de algo sirve la experiencia, ahí queda el caso para la historia política del estado como una muestra de lo que no se debería hacer. Sin embargo, Cuitláhuac tampoco puede quedarse en el ajuste de cuentas con sus adversarios políticos como lo hizo su antecesor inmediato, pues más allá de los pleitos de la clase política – eso es secundario y debe quedar en manos de los órganos correspondientes - lo que realmente le importa a los veracruzanos es atender la agenda de los grandes problemas del estado. El espejo de Cuitláhuac, en suma, no debe volver a reflejar la imagen de lo que hoy es repudiado por los veracruzanos. |
|