Aunque la política es confrontación de ideas, de formas de ver e interpretar el mundo, al final lo que importa en la democracia son los resultados y la eficacia para ganar el respaldo de la mayoría, única condición para alcanzar y conservar el poder.
Así las cosas, la confrontación no es un fin en sí mismo, sino un medio para desplegar estrategias y acciones, planes y propuestas para enfrentar y resolver los problemas sociales. También está claro que en la contienda política no basta la mejor narrativa si ésta no está respaldada en la realidad, en la coherencia entre las ofertas de campaña y los hechos y acciones de gobierno, y en la trayectoria de los actores políticos.
Lo anterior tiene que ver con lo que ha ocurrido en el país en los casi 20 meses de gobierno de la llamada Cuarta Transformación y el estilo personal del presidente Andrés Manuel López Obrador de concebir y ejercer el poder. Un estilo en el que el mandatario suele colocarse en medio de un enorme campo de batalla, al abrir varios frentes simultáneos contra lo que él llama los conservadores: el sector empresarial, gobernadores de oposición que en el marco de la pandemia de Covid 19 le exigen una revisión de la Ley de Coordinación Fiscal, partidos opositores a los que agrupó en el BOA (Bloque Opositor Amplio) y hasta periodistas y medios de comunicación, que son los clientes cotidianos de sus descalificaciones.
Por un lado, si bien puede decirse que en el primer año de gobierno, López Obrador sentó las bases para marcar distancia de los gobiernos que le antecedieron del PRI y PAN, y establecer lo que llamó la separación del poder económico del poder político, los retrasos en el inicio de obras de sus proyectos insignia, el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, le pasaron factura al limitar los indicadores de crecimiento económico pues el país no solo no creció sino que se mantuvo al borde de la recesión técnica con apenas un 0.1 por ciento en 2019.
Por otro lado, al arrancar el segundo año de gobierno a López Obrador se le complicaron los escenarios. En el primer trimestre de 2020 se enfrentó con el Movimiento Nacional de Mujeres que protestaron con un paro nacional de brazos caídos en contra de los feminicidios y la violencia de género, debido a que este movimiento social se dio casi de manera simultánea con el anuncio de su decisión de rifar el avión presidencial, sin duda un símbolo del derroche faraónico de los gobiernos del PAN y PRI, que el Presidente ha usado para diferenciarse de sus antecesores y que en los últimos días ha retomado en su agenda pública para convocar a los mexicanos a comprar boletos. En realidad, el sorteo del avión – sin avión – ha quedado solo como un intento de obtener recursos en medio de la caída de la recaudación hacendaria por el cierre de empresas derivado de la pandemia de Coronavirus.
En el segundo trimestre del año la agenda pública se centró en el tema de la pandemia, donde el gobierno federal ha sido muy cuestionado por las señales encontradas de política pública con que lo ha abordado. Entre otras cosas debido a los siguientes puntos:
1. Al inicio de la pandemia se minimizó el problema cuando el Presidente llamaba a seguir con la proximidad social, mientras el Gabinete de Salud planteaba la sana distancia para evitar el crecimiento exponencial de contagios;
2. El posicionamiento del gobierno con relación al uso del cubrebocas como medida preventiva, que desde el inicio lo ha considerado como una medida secundaria de prevención, mientras la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomendaba su uso, postura que ha sido adoptada tardíamente por gobiernos estatales y municipales;
3. Los desatinados pronósticos del subsecretario Hugo López Gatell sobre el comportamiento de la curva de contagios que no ha logrado aplanarse, mientras la cifra sigue a la alza con más de 390 mil 500 enfermos y 43 mil 680 defunciones hasta este 27 de julio.
4. La negativa del Gobierno a diseñar un plan nacional de apoyo a los trabajadores informales que dejaron de percibir ingresos y a las micro, pequeñas y medianas empresas para respaldar la plantilla laboral, habida cuenta de que sin ese sustento para las familias es imposible que millones de personas pudieran observar distanciamiento social. Adicionalmente, de acuerdo con el informe: La Pandemia en México. La dimensión de la tragedia, de la Organización No Gubernamental Signos Vitales, citado por el periodista Héctor de Mauleón, el PIB caerá este año por encima del 8%. Y refiere algunos datos: “En mayo pasado, 12 millones de mexicanos se quedaron sin ingresos. 12.2 millones de personas de la clase media caerán en pobreza. Para fines de 2020 la cifra de pobres habrá aumentado a 95 millones”.
Por otro lado, en el terreno político, en la primera quincena de junio López Obrador hizo público un presunto documento sobre la conformación de un Bloque Opositor Amplio (BOA) conformado por partidos políticos, empresarios y periodistas, que tendría como propósito ganar la mayoría del Congreso en el 2021 y sacarlo de la presidencia a través de la consulta de Revocación de Mandato en 2022. La mala noticia para la 4T es que ambos propósitos están ubicados en la lucha político-electoral y dentro de los cauces legales y democráticos, que incluso el mismo Presidente estableció por la vía constitucional en relación a la revocación de mandato.
En este contexto, López Obrador convocó desde Veracruz a la población a definirse, si están a favor o en contra de la Cuarta Transformación, planteamiento que fue muy cuestionado por considerar que abona a la polarización y a la confrontación política. Además, unos días más tarde declaró que se erigiría en vigilante de las elecciones para evitar que haya fraude, lo que de nueva cuenta fue mal recibido pues su discurso invade la esfera de atribuciones del INE.
Sin embargo, diversos analistas consideran que luego de su viaje a Estados Unidos, en la primera quincena de Julio, se observa un golpe de timón en el discurso de polarización política del presidente y del régimen de la Cuarta Transformación. Por un lado, el mandatario realizó una gira por estados de la zona centro-occidental del país donde sus anfitriones fueron los gobernadores que durante semanas cuestionaron el manejo por parte del Gobierno Federal de la pandemia, como Jalisco, Guanajuato y Michoacán, con quienes mandó mensajes de unidad y búsqueda de acuerdos más allá de las diferencias partidistas.
Apenas la semana pasada, al referirse a las divergencias al interior del Gabinete – que llevaron a la renuncia del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Spriú - López Obrador dijo textualmente: “Hay posturas distintas y se respetan. El mejor gabinete en la historia de México, fue el gabinete del presidente Juárez y constantemente se enfrentaban entre liberales conservadores o conservadores con apariencia de liberales; ese era un grupo, otros los liberales moderados y otros los liberales radicales. Y se enfrentaban. Juárez supo conducir y utilizar el talento de todos y así se restauró la República”.
En el mismo tenor, el ex presidente de la Mesa Directiva del Congreso de la Unión, el diputado morenista Porfirio Muñoz Ledo, a propósito de la elección de cuatro consejeros del INE, señaló sin rodeos: “Sorprende la torpeza de quienes en el seno de la mayoría, por un pretendido “lealismo” ofrecen al presidente trofeos que no les ha solicitado. Proclaman una polarización política “sin matices” e instigan a la guerra santa enfundados en sus casacas estalinistas o en sus catecismos totalitarios”. Muñoz Ledo llamó, en ese sentido, a poner un alto al servilismo “que suplanta los valores de la República y entrega armas preciadas a quienes buscan denostarnos”.
Así las cosas, frente a un escenario nacional e internacional sumamente adverso, donde las circunstancias de la doble crisis sanitaria y económica provocadas por la pandemia juegan en contra del gobierno, el golpe de timón en la estrategia de polarización política de López Obrador y de actores clave del régimen, pareciera una medida inteligente para no llevar a la Cuarta Transformación al callejón sin salida de la confrontación social, en vísperas de las elecciones intermedias de 2021.
Ahora habrá que ver si los grupos opositores al régimen de la 4T - el bautizado BOA -, acusan recibo. |
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