Poco a poco, a raíz de la liberación de José Manuel del Río Virgen, secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, ordenada la semana pasada por un Tribunal Colegiado, y luego de su reincorporación ayer a sus funciones, han comenzado a develarse los entretelones de una trama que, lamentablemente, parece ir más allá de los golpes soterrados en el marco de la lucha por la candidatura presidencial de 2024.
De lo dicho ayer en la sesión de la JUCOPO, convocada por el senador Ricardo Monreal con motivo de la reincorporación a sus funciones del secretario técnico de ese órgano de gobierno, luego de permanecer casi seis meses recluido en el penal de Pacho Viejo, acusado de un crimen del que fue exonerado por la justicia federal, podría destacarse lo siguiente:
Que al hacer uso de la palabra, Del Río Virgen aseguró que al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, “le molesta mucho el activismo de Ricardo Monreal en Veracruz, porque, desafortunadamente, en lugar de gobernar, se ha vuelto el primer matraquero de la jefa de Gobierno (Claudia Sheinbaum)... Quiere descarrilar los proyectos (de Monreal y de Dante)”.
Aquí la primera reflexión. El activismo de Monreal al que se refiere el secretario técnico de la Jucopo comenzó cuando el senador de Morena exhibió el caso de los seis jóvenes xalapeños detenidos injustamente durante tres meses y medio en Pacho Viejo, acusados del delito de ultrajes a la autoridad, y a quienes de acuerdo con una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se demostró que hubo graves inconsistencias en la actuación tanto de la Fiscalía General del Estado como del juez encargado del caso.
De no haber sido por la intervención de Monreal, el caso de los jóvenes xalapeños no hubiera tenido la cobertura mediática que tuvo y posiblemente aún seguirían en prisión.
Si de acuerdo con Del Río Virgen, ese activismo de Monreal fue lo que desató la ira del gobernador de Veracruz – al ver exhibida la forma cómo operó la Fiscalía en un claro caso de abuso de autoridad -, entonces cabría preguntarse en manos de quién o quiénes se encuentra la procuración y administración de justicia en Veracruz, cuando fue capaz de proceder contra un colaborador cercano del senador morenista como una venganza política por andar agitando las aguas en la entidad.
Es decir, el asunto es de tal gravedad, que deja en la indefensión a los veracruzanos ante los posibles abusos y, cómo lo dijeron ayer varios de los coordinadores parlamentarios en el Senado, el uso faccioso de la justicia.
El senador Dante Delgado, coordinador del Grupo Legislativo de Movimiento Ciudadano, fue muy claro al señalar que se trata de la ruptura del estado de derecho, de violaciones sistemáticas a la legalidad, del uso arbitrario de las instituciones de procuración y administración de la justicia en agravio de los ciudadanos.
No obstante, todos los coordinadores coincidieron en que el caso Del Río es emblemático por su posición en el Senado de la República, y en función de eso, por sus relaciones - los amigos pudientes de los que se queja el Gobernador - y los recursos jurídicos de que pudo disponer para defenderse y lograr que la justicia federal revirtiera los fallos de la justicia local de Veracruz.
¿Qué pasa, sin embargo, con las decenas o cientos de veracruzanos que se encuentran en condiciones similares a las de José Manuel Del Río y que no tienen quién o quiénes los defiendan?
A lo dicho por el secretario técnico de la Jucopo de la Cámara Alta, habría que sumar lo afirmado por el dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano, al que pertenece Del Río, en el sentido de que José Manuel “ha sido objeto de la peor agresión que puede recibir un ciudadano cuando se da por abuso de poder e impunidad. Y ese ejercicio, lamentablemente, fue avalado por el Presidente de la República, cuando dijo que él no dudaba del gobernador de Veracruz y no lo creía capaz de un acto oprobioso de perversión de la justicia”.
La gravedad de lo señalado por el senador Dante Delgado radica en el hecho de que, a decir del agraviado, un acto de venganza política contra el senador Ricardo Monreal para descarrilar su proyecto (rumbo al 2024), y de paso el del líder del MC, contó con el aval del Presidente de la República.
Pero hay algo más grave aún, pues más allá de las disputas soterradas por la candidatura presidencial de Morena en 2024, el golpe al secretario técnico del órgano de gobierno de la Cámara Alta, orquestado desde Veracruz, con el aval del Presidente, en realidad habría sido un golpe al Senado y a la institución republicana que representa.
¿Qué sigue? ¿el autoritarismo liso y llano? |
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