Una Constitución podrá ser jurídicamente válida, pero si la dinámica del proceso político no se adapta a sus normas, la Constitución carece de realidad existencial( Teoría de la Constitución. Karl Loewenstein. Pag. 218. Ariel. Barcelona. 1976 ). Por hacer de nuestra Constitución no sólo programa sino también ley, luchamos muchos años y sin lugar a dudas ibamos avanzando, no al paso que quisiéramos pero avanzábamos. No era fácil para una nación que vivió la dictadura porfirista durante más de 30 años y la persisntencia de un régimen colonial que tuvo que ser quebrado por la Revolución de 1910 y que su fe en la democracia fue ahogada en sangre por el militarismo de Victoriano Huerta, apostar por la legitimidad del derecho y de nuevo por la legitimidad de las urnas, pero después de la producción de una Constitución que fue atacada furiosamente en 1917 y 1926 por el Vaticano y se establecen en 1929 los mecanismos políticos y legales para que las controversias por el poder dejen de ser fratricidas, da comienzo la batalla por imprimirle un carácter normativo, es decir, de carácter obligatorio para todos. Arraigar una cultura constitucional no es tarea ni fácil ni mucho menos de un día. La nuestra no fue otorgada. Quien haya leído los Diarios de los Debates del Congreso Constituyente, un constituyente que si no fue convocado por todas las fuerzas, si lo fue por las fracciones triunfantes, que el mismo Kelsen, reconoce su autoridad para hacerlo. En el que cada articulo fue un ir y venir, una auténtica negociación. Como hoy por la mañana comentaba en amena plática con mis entrañables amigos Rafael Arias y Domingo Alberto Martínez, fue el parto del México moderno. Nadie que no conozca esos lo que registran esos documentos puede entender nuestro constitucionalismo. Aprenderse todo el articulado de una constitución ayuda pero de poco sirve si no se comprende que detrás de cada artículo hay luchas históricas, intereses, visiones, ideologías, concepciones cilturales, voluntades de vivir juntos ( Reinan), filosofías, creencias, dilemas, antagonismos, batallas latentes, legados, lazos interjeneracionales, principios ( ieas rectoras), valores, acuerdos, recepciones funcionales, pluralidades, coherencias rígidas pero también flexibles, que reflejen no una unidad monolítica sino individualizada en un todo.
La carrera entre la Constitución formal y la Constitución material siempre está desfasada. Nadie puede negar la sentencia de que finalmente la Constitución no es otra cosa que los factores reales de poder. En nuestros días la Constitución se tiene por soberana porque la voluntad de los poderes constituidos no la pueden modificar por un procedimiento ordinario, solo por una mayoría calificada y un procedimiento especial, por lo que se invalida toda ley secundaria que la contravenga. Ya sabemos que aquí una minoría de cuatro ministros pueden lograr que la función del tribunal constitucional fracase a la hora de defender la Constitución.
No tengo la menor duda de Nocos Poulantzas tiene razón cuando afirma que el poder no tiene asiento ni en el Estado ni en la Constitución, porque el poder no es otra cosa que correlación de fuerzas, es la condensación de fuerzas en un momento determinado.
Si duda alguna las constituciones reflejan hacia donde se ha inclinado la correlación de fuerzas en un momento dado, pero lo más importante es que contienen las reglas y valores que establecen los términos en que en nuestro tiempo debe librarse la lucha de contrarios y por lo tanto la legitiman.
Cuando Andrés Manuel López Obrador, reiteradamente viola la Constitución, destruye su carácter normativo y con ello su carácter de ley, con lo que nos está regresando a la barbarie.
Que Andrés Manuel López Obrador, haga del Ejército Mexicano su ejército, que el Jefe y Comandante de la Guardia Nacional aparezca uniformado en los presidiums de las campsñas de Morena, que el crimen organizado levante la estructura electoral de la oposición para que Morena pueda libremente rellenar las ánforas a su favor, que cambie los consejeros ciudadanos por consejeros morenistas en el INE, que haya tomado el control del Tribunal Federal Electoral, que mande su servidumbre como ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que tapice las ciudades a favor de Morena con recursos públicos, que movlice la burocracia a los mítines de Morena, que demande a los diputados opositores por votqr en contra de las iniciativas presidenciales, que utilice los apoyos y pensiones para comprar votos, que mande a sus vándalos contra sus adversarios, que limpie a los medios de críticos, que saque recursos de NOTIMEX para financiar la campsña de z Claudia Sheinbaum, que haga de sus Mañaneras un púlpito para absolver a los sinvergüenzas de SEGALMEX , el INSTITUTO PARA DEVOLVERLE AL PUEBLO LO ROBADO y la familia real y destruir el patrimonio y la honra de los que no se le someten, deja muy claro que ha decido perpetuarse en el gobierno por medios golpistas que puso en marcha desde que arribo a la presidencia en el 2018.
El discurso de un candidato de un partido debe ser un discurso distinto al candidato de un frente. El candidato de un partido es el portafor de las banderas de su fuerza política. El candidato de un frente es el abanderado de las banderas que han unido a las distintas fuerzas que lo componen. Los partidos han coincidido en un mínimo sin renunciar a sus programas e ideologias, por eso el candidato de un frente abandera las causas que han unido a la plurslidad más no las propuestas y visiones que le dan identidad a cada integrante, si asi fuera, darían origen a un sólo y nuevo partido. En Veracruz, Pepe Yunes, abandera la lucha por rescatar las reglas demócratas, las instituciones republicanas y las libertades públicas, para retomar la construcción de una nueva república, donde los apoyos y pensiones se den como un derecho y no como limosna, para que sigamos teniendo alternativas en el marco de una Constitución normativa y se repartan abrazos a los ciudadanos y llegue el Estado ahi donde hoy se ha rendido a la delincuencia. |
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