Es indiscutible que cuando el africano, San Agustín, obispo de Hipona, sentencia que: “Sin justicia, ¿qué son los reinos sino grandes latrocinios? Revela la impronta aristotélica más que la platónica, sosteniendo que una colectividad se constituye en Estado solo si tiene como propósito no únicamente de manera formal dar a cada quien lo suyo sino también el que cada quien disfrute del producto de su trabajo, sin que nadie se apropie del excedente que divide a una sociedad entre usufructuarios de la riqueza que producen los trabajadores y grandes masas de desposeídos que para sobrevivir no tienen más alternativa que a cambio de migajas de pan, ir al mercado laboral a malbaratar su mano de obra.
¿Qué queda, conforme a la concepción agustiniana, de los partidos políticos, cuando con tal de lograr el poder, se unen con sus antagónicos históricos, lanzando al cesto de la basura su concepción de justicia, para unirse con quien tiene otra visión, diametral y sustancialmente opuesta de la justicia? En palabras del obispo de Hipona: una banda de latrocinios.
No digo que no se puedan unir los partidos políticos. Los partidos del ala izquierda y los partidos del ala derecha, cada una por su lado. Pero como dice Maurice Duverger, cuando los socialistas y los comunistas se aliaban significaba que el primero se radicalizaba y el segundo se moderaba. El primero se alejaba del centro y el segundo se acercaba al centro.
Lo mismo sucedía cuando se coaligaban conservadores y liberales, derivaba (hablo de tendencias, no de nombres; la nominación puede cambiar) en que el primero se radicalizaba en tanto el segundo hacia concesiones ya superadas, con lo que los conservadores se distanciaban del centro del espectro partidista mientras que los liberales se recorrían hacia el punto central.
Muy diferente es la alianza que la carencia de libertades, reglas equitativas y condiciones objetivas para la libre e igual competencia, imponen a los partidos en una dictadura o bajo la inminente amenaza de su supresión por potencias externas, que dio origen a los frentes populares.
En nuestro país, desde hace 50 años por lo menos, venimos denunciando como todos los partidos políticos se desplazan con o sin alianza hacia un punto muerto, hacia el centro, hacia el partido de todo el mundo (catch-all-party) como lo denominara Otto Kirchheimer, negándose a ser parte, ignorando el conflicto social y con ello dejando de ser expresión de las quiebras sociales, equivalentes a máquinas electorales generadoras de votos que traducen en escaños, gobierno y cargos administrativos, con lo cual ya no dirigen ni proponen modificar el actual estado de cosas sino concursar sencillamente por hacer del Estado un mero
sabueso de los intereses de los barones del dinero, resultando en extremo un partido cartel (Katz y Mair).
Vaciados de todo sentido de justicia, no nos debe sorprender que más allá de sus documentos básicos, los partidos en la práctica borren hasta los mínimos matices con tal de sumar las fuerzas (que quede claro, los une eso, la fuerza) para ganar, y ganar el poder y el botin.
¿Cómo explicar que se unan el PAN que lucha por un Estado subsidiario con un PRD que busca mayor intervención en la economía?
¿Cómo conciliar la unión del PAN que históricamente ha combatido la educación laica, gratuita y científica con un PRD que quiere una educación sin influencia religiosa, que no se pague por la educación y ajena a supercherías?
¿Cómo entender que vayan juntos quienes como el PAN pretenden que el mercado sea el único asignador de recursos mientras el PRD lucha por los derechos a la educación, salud, vivienda, alimentación, trabajo, recreación?
¿Cómo nos podrían convencer que es posible que converjan los que solo quieren igualdad frente a la ley con los que luchan por una igualdad de condiciones sociales para hacer realidad los derechos humanos?
¿Cómo podrían marchar unidos los que se conforman con un concepto de libertad como simple no interferencia y los que quieren una libertad republicana como no sometimiento, libre de explotación?
¿Cómo pueden asociarse los que como el PAN quieren hacer del poder político un instrumento aparentemente neutral, pero que en los hechos sirva solo para reprimir
a los que se atrevan a contrariar la voluntad capitalista hecha ley y los del PRD que proclaman poner el poder al servicio de los trabajadores?
¿Cómo puede unirse un PAN que concibe como fuente del derecho la naturaleza (metafísica) con un PRD, para el cual no hay más derecho que el acuerdo directo o indirecto de la comunidad?
¿Cómo pueden aliarse un PAN con una concepción orgánico-corporativa (Héctor González Uribe) con un PRD que tiene como sujeto a la clase trabajadora?
¿Cómo comprender un PAN que ha expulsado de la UNAM a un Lombardo Toledano, que se una con quienes defiendan la concepción materialista, que les llevó a tan monstruosa acción?
¿Cómo votar por la unión de un PAN que rechaza la despenalización del aborto con un PRD que impulsa la libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo?
¿Cómo explican el PRD y el MC que hace seis años luchaban por sacar de la Presidencia al mismo que ahora quieren investir del máximo poder, que es el PAN?
No cabe duda que el frente es solo una banda de latrocinios unidos por la ambición de poder. |
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