Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Del numeroso desfile de personalidades que pasaron por el CETRADE que presidía en Veracruz, Domingo Alberto Martínez Rezendiz, me llamaron la atención dos intervenciones. La de Gilberto Rincón Gallardo, cuando dijo que hablar mal del PRI era muy fácil, lo difícil era defenderlo. Seguramente porque para entonces al tricolor se le juzgaba por el ejercicio del poder, mientras a sus adversarios se les juzgaba solo por sus intenciones. Estás palabras tienen mucho valor por venir de un símbolo del Partido Comunista Mexicano y por ser vertidas por una persona de incuestionable congruencia y calidad moral. La otra intervención que me parece importante recordar es la de Soledad Loaeza, que afirmó que el PRI no surgió pensando en ser un partido único y tan era así que al llamarse revolucionario , aceptaba que tenía enfrente a los contrarrevolucionarios. El PRI ( entonces PNR ), nació para organizar a las mujeres y hombres que habían hecho la Revolución y para dirimir las controversias entre ellos. Nació con una legitimidad de origen, que perversamente muchos analistas pretenden ignorar, que en nuestros tiempos como bien lo señaló Luis Donaldo Colosio, no bastaba y por tanto esa legitimidad para el ejercicio del poder, tenía que buscarla en la competencia electoral libre y democrática. La maestra del Colegio de México, no sólo es una gran conocedora de la vida de los partidos políticos sino que es reconocida por su rigor académico y su honestidad intelectual. Luis Javier Garrido, que hasta antes de fallecer fue asesor de Amlo, para su tesis doctora en la Sorbona de París escribió El Partido de la Revolución Institucionalizada, que se lo público la editorial Siglo XXI, que si bien es cierto es crítico también hay que decir que es justo, en cuanto reconoce su papel progresista y protagonista en la construcción del Estado social de derecho. Libro que deberían de leer tanto priistas como no priistas, para comprender a valorar la historia de la democracia y de sus instituciones no como acto súbito sino como proceso.
Entre los 20 puntos que hace algunos años entregué a sus directivos, había uno que se refería a establecer la discusión interna como método para la toma de sus decisiones. Ver ahora que cada día se sumen más presidentes de comités municipales pidiendo la expulsión de Héctor Yunes Landa, es una señal de vida del tricolor. Significa que están entendiendo que viven conforme a reglas y que deben comenzar por respetarlas. No pueden tener futuro como organización si cada quien hace lo que quiere. Si permiten que quien viole las reglas se justifique invocando razones personales, porque todos tendrían sus propias razones para no ceñirse a las reglas, que para ser reglas deben ser generales.
Lo he dicho y lo repito. El pasado 2018 el PRI sufrió una derrota electoral pero también sufrió una derrota cultural. El diferencial de votos refleja el rechazo del electorado, pero el ciudadano no sólo vota, también escoge. En las urnas se expresa el rechazo que con la conducta de sus gobernantes y representantes y la vida interna se acumulando. ¿ Qué no quiere la ciudadanía del PRI? En primer lugar que promueva a cargos públicos, gentes que privaticen lo público, es decir que en lugar de trabajar para el bien público se dediquen a beneficiar a parientes y amigos y a llenarse los bolsillos del erario público. No quiere funcionarios prepotentes, no quiere ver que salgan de los cargos gubernamentales con bienes cuyo valor está muy por encima del total de sus ingresos nominales, no quiere que sus directivos se repartan las postulaciones como botín, no acepta sus decisiones importantes se tomen fuera de sus órganos de gobierno. No quiere más cacicazgos. No quiere más nepotismo. No quiere más cuotas de poder. Quiere que las promociones se hagan conforme a los méritos de cada uno y que se discutan públicamente esos méritos. Ni más sumisión ni más silencio. La discusión debe buscar la síntesis y el acuerdo. La única disciplina válida es la que mandan las reglas internas y los acuerdos partidistas. Quiere que se premie la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Estimular tanto la operación política como la consecuencia ideológica. Que los gobiernos que promueva sean responsables también ante el partido, porque así como las siglas resultan beneficiosas por una buena obra, también son dañadas por sus errores. Peña Nieto perjudicó mucho al PRI, canjeando impunidad por votos a los panistas para que votaran por sus malditas reformas ( se salva la educativa ), porque absolvió al PAN pero hundió al PRI. Con Javier Duarte hubo más panistas y no priistas en su gobierno, pero el desprestigio de su saqueo lo carga el PRI.
Para que el PRI no únicamente sea opción de poder sino también una opción social, necesita definir su público y su discurso. Demostrar que es una verdadera alternativa de gobierno y a la vez una alternativa de nación. Debe abrir las puertas a gente nueva, preparla para el servicio público, recobrando su papel como baluarte de las mejores causas sociales.
No se puede regatear al presidente del CDE del PRI, Marlon Ramírez, que ha cumplido muy bien su tarea de reagrupar las fuerzas de su partido. Esa es una de diez asignatura pendientes, yo lo he dicho y vuelvo sobre ello, pero con acierto y errores, cumplió. No era fácil. El triunfo da legitimidad. La gente quiere estar con el ganador. Sin embargo Marlon puso de pie lo que amenazaba quebrarse en sus manos. Faltan las otras nueve asignaturas. Lo que no será fácil, porque entre ellas está ganar el debate de todos los días. Decía Reyes Heroles: convencer para vencer. El PRI no puede basar su recuperación en el fracaso del actual gobierno, que es evidente e inminente. Debe convertirse en lo que ética y políticamente demanda la sociedad.
Lo que no se puede permitir es que mientras Marlon ha hecho un trabajo gigantesco por reagrupar al PRI, halla elementos como Hector Yunes y su pandilla, que promueven fuerzas para quitarle votos al tricolor y terminar de desangrarlo, que con justa razón a levantado a su militancia para pedir su expulsión, porque mantenerlo en sus filas significaría darle carta de naturalización a la traición. Hoy más que nunca la vida del PRI depende de que sus bases decidan. |
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