Desde hace dieciocho años que Andrés Manuel López Obrador inicio su campaña rumbo a la presidencia de la República, fue muy claro al mandar a volar a las instituciones. Efectivamente pasando por encima de la Ley Electoral y las instituciones encargadas de aplicarla, ininterrumpidamente ha estado en permanentemente campaña en las últimas tres elecciones presidenciales. Nadie lo ha sancionado hasta ahora por violentar los preceptos legales que prohíben los actos anticipados de campaña. Menos ahora que al frente del Instituto Nacional Electoral está Lorenzo Córdova, hijo de Arnaldo Córdova que fuera asesor del candidato de MORENA.
La razón por la cual el máximo órgano encargado de preparar y organizar las elecciones, nunca intervino para que los partidos políticos dejaran de morderse la lengua atacando a los políticos y se disfrazaran de ciudadanos, al grado de permitir que evadan llamarse partidos, fue precisamente para beneficiar al personaje que se colocaba fuera de los partidos, fuera de la política y fuera del poder.
Es evidente que no diferenciar los políticos malos de los políticos buenos, la política de la antipolítica, el poder como medio y el poder como fin, precipitó a la población hacia el hartazgo y la echó en brazos del mesianismo. Tan fácil es no llamar a los políticos a aquellos cuya práctica o ejercicio nada tienen que ver con el interés común. Los hombres y mujeres que llegan a los cargos públicos a privatizar lo público, puede llamárseles como se quiera, pero de ninguna manera políticos, porque político solamente puede llamarse al que antepone y sirve al interés común frente al interés particular. La política no puede estar definida por el instrumento de que se vale para lograr sus propósitos. La política es una acción concertada para resolver los problemas que nos son comunes. Llamar política a cualquier acción que atente contra los intereses de la comunidad ha traído como consecuencia que privemos a la sociedad del mejor recurso de que puede disponer para transformarla legal y pacíficamente. La tesis del Luis Villoro de que el valor del poder depende de los fines a que sirve deja abierta la puerta al oportunismo, por lo que el poder político, su nombre lo dice, debe ser, para que sea tal, un poder al servicio de la sociedad.
Quienes desde distintas trincheras cooperaron a esta tragedia babeliana son responsables del escenario electoral al que hemos llegado. Cuando desde la prensa, la radio, la televisión, el cine, el teatro, la iglesia, la escuela privada, no se distingue al político malo del político bueno, a la política de la antipolítica y al poder como instrumento y al poder como valor, lanzamos al elector a un total vacío y lo hemos expuesto al iluminismo autoritario.
Nada de extraño tiene que una población desesperada e incrédula se deje seducir por promesas de regeneración, que han sido las banderas de siempre de los golpistas y dictadores que se levantaron en América Latina, Europa y el resto del Mundo, contra la corrupción de los políticos, apoyándose en la irritación, unas veces justificada y otras estratégicamente amplificadas.
El éxito de Andrés Manuel López Obrador, se ha basado principalmente, en no aparecer como político y haciendo política atacando frontalmente a la actividad política, cuando es de todos conocidos que es un expriísta, que abandonó ese partido en el momento en que no pudo imponerle su voluntad, porque su política ha sido siempre esa, tratar de imponer su voluntad.
Nada mejor lo ilustra que haber abandonado al PRD, para fundar un partido cuya Ley fuera su voluntad. Nada se hace ahí sin el visto bueno del mesías.
Su maniqueísmo toma forma en su discurso donde él se presenta como encarnación del bien y sus adversarios son presentados como expresiones del mal. Primero se lanzó contra Salinas, después contra las mafias del poder y ahora contra los empresarios. Con el descaro de ofrecerle a sus contrarios la salvación a cambio de que se afilien a su partido. Ni más ni menos que hoy MORENA equivale a las aguas del Jordan, donde Elba Esther Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, la Sección 22 de la CNTE, los vándalos, quedan libres de pecado con solo levantar su estandarte.
Peña Nieto dándoles impunidad a los panistas a cambio de que votaran sus reformas estructurales y todos los que han contribuido a llevar a la desesperación y al traslape conceptual, son los responsables de que la ciudadanía se vea tentada a darle su voto al único candidato a la presidencia que le ofrece amnistía a la delincuencia y conducir a la nación a una polarización de consecuencias impredecibles. |
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