Cuando en una de las dos ocasiones que acompañé a Demetrio Ruiz Malerva, a la casa de Don Jesús Reyes Heroles, un tercero , que por obvias razones, omito su nombre, le preguntó, impresionado de ver una enorme biblioteca en esa casa que tiene acceso por las calles de Arenal y Miguel Ángel de Quevedo: es usted un coleccionista de libros ? No- le respondió el licenciado- soy sólo un simple aficionado a la lectura de libros. Si ese gran hombre que a los 23 años le prologó Silvio Frondizi, la publicación de su tesis en Argentina y que hiciera lo mismo Enrique Tierno Galván, con unos trabajos que le editara en España, la empresa Tecnos, yo con todos mis quince mil libros, eso, primeras ediciones, lo más que podría llegar a decir, es que soy un curioso de la lectura, con lo cual pretendo ayudar a esclarecer algunos tópicos. Creo que todo esfuerzo que se haga por alejarnos de un intercambio bebeliano es plausible. Del siglo VI a. de C., en que los griegos concebían la política como el arte de administrar la Polis a nuestros días el vocablo se le han quitado y sumado, e inclusive, dado otros contenidos. De la concepcion vulgar se pueden recolectar por docenas sus usos. Lo más común es escuchar: salió del trabajo porque le hicieron política, es política de esa política de esa empresa, me cae mal por política... como puede verse el empleo vulgar nada tiene que la relacione con su origen. Para empezar hay que distinguir entre política como acción y la política como ciencia. No soy Weberiano, pero es Max Weber, quien mejor hace la separación entre un político y un científico de la política. Para este pensador las principales cualidades del político son la sensibilidad, el olfato político, la percepción, la visión. El no le atribuye valores éticos, porque recordemos que dice que la política puede servir a todos los fines. Aunque hable de dos éticas. Puede haber quienes privilegien principios y quienes privilegien resultados. La vieja disputa entre medios y fines. Yo ni creo que la política pueda servir a cualquier fin ni creo como afirmaba Luis Villoro, que su valor depende del fin a que sirva. Yo creo, con Arendt, que la política es una acción concertada para buscar el bien público. Un político lo es mientras sirve al interés común, cuando deja de servir al interés común, deja de ser político y nuestra obligación es llamarle delincuente o traidor, pero no político. El científico de la política es el que estudia la acción política. Recomienda una neutralidad que obliga a confesar preferencias, que el científico puede tenerlas pero debe guardárselas a la ahora del análisis. La realidad es que los mejores trabajos teóricos sobre política vienen de personas que han militado en la política: Platón, Aristoteles, Maquiavelo, Hegel, Weber, Bobbio... Lo que vemos es que tanto el político necesita la ciencia para no caer en barbaridades como el científico de lo fáctico para no pecar de ingenuo. En la ciencia política hay métodos y hay enfoques. Para el racionalismo crítico desde el momento que se elige en una investigación el método y el objeto, hay una actitud valorativa, por lo cual es difícil que halla una ciencia política neutra, desvalorizadda. La ciencia política se deslizó por ahí para mostrar que que habíamos llegado al fin de la historia, con lo cual trata de decirnos que no hay alternativa al sistema capitalista. La caída de la URSS, también probó que nunca se puso fin a la lucha de clases ni que la política sólo se da en el plano de la lucha de clases. Soy de la idea que tanto los estudios empíricos como los estudios teleológicos deben complementarse. No puede vaciarse de sus intenciones al hombre. Está en la naturaleza del hombre buscar ideales que le exijan cambiar. Está todos en su derecho a querer que el mañana sea mejor que el pasado y el presente. Es la ciencia quien mejor puede ayudar a encontrar las respuestas a estos desafíos. En nuestra época de estudiantes vimos como en las asambleas triunfaba el más radical. Era una competencia de radicalismos. La noche que en agosto de 1968 Amado Campos Lemos, propuso acampar en el Zócalo y demandar que el presidente Diaz Ordaz fuera a rendir ahí su informe, fue tal el alarido de aprobación que quien se hubiera atrevido a disentir, lo hubieran llamado traidor. ¿ dónde terminó Sócrates? De traidor. Muchos que en ese tiempo pintaban en las paredes ¡ Mueran las elecciones! Hoy los veo en Congreo. Al presidente Echevarría le respondieran ¡ No queremos apertura, queremos revolución! Algunos andan hasta prófugos. No necesitamos corear consignas. Necesitamos organizarnos y luchar porque prosperen las propuestas más razonables , producidas por la discusión pública de las mejores ideas. La razón pública debe ayudarnos a reencontrarnos con la auténtica política, distante del individualismo que todo lo corrompió, porque no sólo están corrompidos los políticos, también está corrompida la sociedad y si no, díganme quién no batalla para encontrar un mecánico honesto, un fontanero honesto, un radiotécnico honesto. Vamos hasta curas violadores de niños hay. Esta es una realidad que nadie quiere oír , pero ahí está. Señores: la política es la única que nos puede salvar de caer en una guerra de contra todos, nomás no permitamos que nos den gato por liebre. Los que quieren que siempre vivamos en la desgracia, están muy interesados en distorsionarla, en hacerla pasar por lo que no es. Rescatemosla de sus falsificadores, porque es el único recurso que tenemos para lograr un México sin mentiras y armonioso, donde quepamos todos y se respeten las diferencias. |
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