Si es precisamente el realismo político el que engendró los males que llevaron a la clase política que fue derrotada en el 2018, pareciera obvio que no puede seguir anclada en él, sin embargo, aún los pasos que nos presenta como más innovadores, no traspasan sus fronteras.
La concepción de la política como lucha del poder y su definición como toda acción dirigida a la conquista, retención y recuperación del poder, que lleva a Max Weber a concebirla y definirla por su instrumento, el poder, con el argumento de que le caben todos los fines, difuculta su contorno y su bagaje ético.
No queremos darnos cuenta que el realismo politico lo adoptamos porque nos permite recepcionar las coordenadas del Estado liberal como el fin de la historia, como una estación terminal, como si después de ella no hubiera más, cuando la realidad misma refuta esa teoría, dado las experiencias post liberales que tenemos. Son exactamente las paradojas del Estado liberal, las que lo tienen en la actual encrucijada. Asentarse en una base monolítica pero expresar su soberanía en un voto, un individuo, desbarata ese edificio. Para negar la diversidad fáctica trasladó la soberanía del monarca a la nación, que jurídicamente quiere y habla a través de órganos, dónde, al fundarse, residen las potestades y funciones, que trasladan al representante o representación que conquista ese dereche en una competencia electoral, no decidida por cuerpos o estamentos como en la Edad Media sino por el voto individual.
La libertad de no invasión al ámbito privado por parte de la organización jurídico-política necesita de la libertad como autonomía, como autodeterminación para su existencia, sin que basten para desterrar la dominación.
El Estado que fundaron los hombres y mujeres que destruyeron el régimen feudal, liberando al siervo para que se fuera a engrosar las filas de desocupados que necesitaba la fábrica y el capital para alcanzar niveles de producción jamás vistos, para su aceptación tuvieron que presentar la libertad de cambiar de amo y la libertad contractual como la verdadera libertad, aún cuando esas libertades fueran un espejismo .
El Estado liberal, Estado construido por la burguesía para hacer posible la explotación salarial, sin ser perturbado por nadie, lo primero que hizo fue dar a conocer una Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano en agosto de 1789, igual que las Tablas de Moisés, declarándolas sacras, intocables, inmodificables, por lo cual nunca deberían ser sometidas a discusión, porque , segun los barones del dinero, eran naturales y anteriores al Estado. En seguida presentó a esta nueva organización como neutra, como de todos, como defensora de los intereses de todos. Con la experiencia absolutista, los nuevos amos pensaron en limitarlo para que no se saliera de sus cauces sin que pierda su naturaleza de Estado de clase. El poder debía ser frenado por el poder decía un miembro de la nobleza, como lo era Montesquieu. Negaron a través de su concepto de nación monolítica la división social, reconociendo únicamente la partición entre gobernantes y gobernados, que es posterior a la organización política, con lo cual hacían de cuenta que anterior al Estado no había división social y sólo se construyó un arbitro para dirimir controversias personales, que amenazaban la existencia humana.
Es esa exacerbación del individualismo lo que ha conducido a que se haga del poder político un instrumento para saciar apetitos personales, en lugar de ponerlo al servicio de lo común, con lo cual se desnaturaliza, porque el poder político, para serlo, necesita estar al servicio de lo común.
No obstante mi admiración hacia Hannah Arendt, es un gran error su pretensión de querer vaciar a la política de lo social, con lo cual reduce su teoría a una gramática de la política. La política surge para dirimir diferencias, pero fundamentalmente diferencias sociales, porque no puede surgir de la nada y sólo para enfrentar los problemas derivados de ella. Esa esa concepción lo que hace que muchos crean que es fuente de conflictos, cuando es un instrumento para resolverlos. Pero aquí está la fuente de muchos de sus descalificativos.
La mayoría de los que hoy practican la política, la realizan partiendo de que única división que existe es la de gobernantes y gobernados y que por lo tanto su lucha debe circuscribirse a una lucha del poder por el poder y que al conquistarlo, todo debe girar alrededor de su conservación, es decir, ganar votos con pensiones universales sin importar que no se creen escuelas, universidades, clínicas, hospitales, viviendas... pero los que buscan openerse a sus derroches, si fueron formados en el realismo político, no son capaces de ofrecer una alternativa sino parchar, remendar, la nave.
El catálogo de propuestas que ha hecho circular la Marea Rosa, en su forma y en su contenido, no se distingue ni del estilo ni del fondo, de las que configuran los partidos opositores. Para empezar. En lugar de llamar a que discutan esas demandas y propongan correcciones o nuevas, las filtran como algo revelado. Por lo que hace a su contenido, no son propuestas que busquen otra cosa que aceitar una maquinaria obsoleta. He dicho y lo repito. Necesitamos diseñar una propuesta republicana con un nuevo equilibrio de poderes, con nuevo concepto de libertad como no dominación, con un ciudadano de plenos derechos, un gobierno de leyes, una administración sujeta a la ley, donde prime lo público, donde no halla mas bien común que el que surja de la discusión de todos sus interesados, que todos los derechos sean generalizables, que se sujete a una función social la propiedad privada sobre los medios de producción, que la única intervención estatal que se condene sea la arbitraria, que la transparencia y la rendición de cuentas se generalice, que no halla más partidas secretas, que nunca más tengamos un Estado de espaldas a la sociedad, que las pensiones y apoyos no se den como un gesto personal sino en reconocimiento a derechos, que los asuntos técnicos los decidan los expertos como las decisiones políticas deben decidirse política y soberanamente...
Preocupa que quienes se han formado en el realismo político, en la lucha del poder por el poder, estén ofreciendo un espectáculo muy patético. Los candidatos que hoy arrancaron sus campañas lo están haciendo con las mismas arengas de siempre. Los candidatos de la Coalición Va por México, pareciera que no tienen adversario enfrente. No deslindan, no construyen identidad, salvo la que les pone su contrincante. Como no definen su público, pues su doscurso es ambiguo.
En EDOMEX y Coahuila , dan la impresión que cualquier resultado les es igual.
En Veracruz, los partidos no han hecho la limpia y la rectificacion que les demanda la sociedad. En el PRI por un lado están los políticos que guardan prudencia, pero por el otro, están las vedettes que después de haberse apropiado de sus plurinominales y haber desgajado su estructura para el registro de un partido que no tienen, no porque no quieran, no lo tienen porque no retuvieron el registro condicionado que les obsequió Cuitlahuac, hoy hasta se desvisten para llamar la atención de otro partido, porque es un hecho, que al haberse colocado fuera del Tricolor, en cualquier escrutinio serían rechazadas. Este malabarismo daña a todos. El PAN, lo hizo talco García Luna, por más que teaten de ocultarlo. El PRD, el haberse aliado a los panistas cuando no estaban en juego las reglas democráticas, lo tiene desgastado.
El único camino es reemplazar la cultura liberal-individualista por una cultura republicana, que permita ofrecer como a los gobiernos sinvergüenzas de Morena, una nueva clase de políticos que pongan por delante el interés común y le ofrezcan al electorado una agenda que contemple una nueva república, más equilibrada, más justa y más igualitaria. |
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