Me hice de un libro nuevo, de esos que se pueden leer por episodios. Es de las mujeres y lo coordina Denise Dresser, la mejor periodista de México, la más analítica, la que hace temblar a los poderosos. Es la segunda versión con otras 39 mujeres de relevancia. Desde Lidia Cacho, Marinela Servitje, Rebeca de Alba, Cecilia Suárez, Susana Harp y otras mas, que algo tienen que contar. Gritos y Susurros II, se llama. He leído tres temas y disfruté el primero a más no poder. Lo cuenta Sandra Fuentes Beráin, que fue embajadora en Paris en el año 1998. Se desarrollaba el Mundial en Francia y a Sandra le llegó un papelito. Urgía que se comunicara con el ministro de Defensa. Ah, caray, los conductos diplomáticos nunca te llevan por esos senderos, son a través de las secretarías o ministerios de relaciones, donde el contacto se da.
EL INCIDENTE
Había ocurrido un incidente en el Arco del Triunfo, construido en 1806, después de la victoria de Napoleón en Austerlitz, y estaban involucrados unos mexicanos (Alguna vez estuve de pie en París y vi las ceremonias que allí se realizan; en el Arco del Triunfo suelen ir por las tardes los viejecitos con sus condecoraciones y muletas y algunos en sillas de ruedas, a cuadrarse y entonar La Marsellesa, el himno más bello del mundo: "allons enfants de la patrie, Le jour de gloire est arrivè"). Cuenta Sandra que se presentó ante el ministro con cara de enojón. Le dijo lo que había ocurrido, un mexicano, de esos gandallas que viajan por el mundo en el desmother, después de tirarse unas chelas, se paró frente a la llama eterna, bajó su zipper y tiró una orinada (meada) y la apagó el muy habilón, parecía bombero. Francia se cimbró. Uno de sus símbolos agraviado y ultrajado. La embajadora se movilizó y fue por el mexicano, que estaba detenido y los veteranos franceses le querían presentar una demanda judicial para guardarlo un buen rato. Después de disculpas y lo demás, se lo entregaron con la salvedad de que lo pusiera directo en el avión. El mexicano le imploraba a la embajadora lo dejara ver el siguiente partido de México, pues tenía boletos. Pélate, manito, le habrá dicho la mujer, so pena de que te lleven a La Bastilla, donde guardaban a los malosos y también a los meones.
|
|