Hoy es el día de la sentencia a Genaro García Luna, que pasó de galardonado y premiado por los gringos y una vez apañado y detenido y juzgado con un poco de ayuda de los rufianes y el día de hoy sentenciado, quien sabe a cuantos años. Del Hoover mexicano al criminal y traidor, así pasó la fama del jefe de la seguridad nacional de Calderón. A algunos no les pareció muy adecuado el comentario de la presidenta Sheinbaum, al declarar sobre la carta a Eufemia de GGL: “Es mucho el cinismo la carta de García Luna”, una vieja proclama dice que al enemigo puente de plata, cuando un enemigo abandona el ring es mejor darle facilidades a que se vaya. Mientras eso pasa, ayer mismo la presidenta y parte del gabinete se reunieron con los picudos empresarios de Estados Unidos y México. Era una pasarela de billetes. Allí entre ellos no pudo ocurrir aquella anécdota de John Lennon en una tocada. El concierto, que por supuesto fue un éxito más en la carrera del grupo de Liverpool, llegó a un momento clave cuando se disponían a tocar Twist and Shout, una canción que solían utilizar muchas veces para terminar sus actuaciones en directo, en 1963 en el London Palladium con la asistencia de la familia real y la reina madre. Los Beatles daban su concierto y John Lennon les dijo: “Por favor, en este tema quiero que todos participen. Los que están sentados en los asientos más baratos, aplaudan; el resto, basta con que sacudan sus joyas”. La frase se volvió viral y aun se utiliza en algunos casos. En la reunión de la presidenta y los picudos, todos tendrían que agitar sus joyas y Rolex, allí no había quién se preocupe por su quincena y pagar la renta, el teléfono y la luz. Puros millonetas y entre los políticos sobresalía el debut del embajador Ken Salazar, con su sombrero a la mano se apareció después que la presidenta le sacó tarjeta roja en Palacio Nacional, donde acostumbraba ir seguido a desayunar sus tacos o chilaquiles con el presidente, ella lo limitó a que haga cola y forme fila a la ventanilla de la secretaria de relaciones exteriores. Eso lo debió haber sentido, porque ha guardado sepulcral silencio desde aquel tiempo en que también lo pusieron en pausa y Joe Biden no vino en su auxilio. Por menos que eso, llamo al embajador a Washington.
Loret de Mola en El Universal: “Convencido o no de sus palabras —cómo saberlo— Ken Salazar se lanzó contundentemente contra la reforma judicial. Acusó que erosionaba la democracia, que facilitaba la vida a los narcos y que invitaba a la crisis económica. Convencido o no de sus palabras —cómo saberlo—, López Obrador decidió usar a Ken Salazar de chivo expiatorio y “pausó” la relación con su amigo y la oficina de éste. Por más que después el embajador le bajó al tono, no se la perdonaron. Por más que guardó un largo silencio, no se la perdonaron. Incluso la semana pasada la presidenta Sheinbaum —en un doble golpe: a AMLO y a Salazar— arrinconó aún más al representante diplomático obligándolo a tramitar todos sus asuntos a través de la cancillería porque “acostumbra llamar a un secretario o a otro secretario”. Qué ingratos con Ken Salazar, que se jugó su propio capital político en Washington con tal de apapachar al obradorato. Ayer volvió a Palacio Nacional y hasta él sintió diferente”.
|
|