Va a ser común verlos juntos, a los dos Yunes, o a los cuatro o cinco, porque hay tantos Yunes como estrellas tienen las noches. Los Yunes llamados los Kennedy del Estero, Pepe, candidato a la gubernatura. Y Héctor, que cada que puede le da un llegue al gobernador. Pepe Yunes Zorrilla no es familiar de los otros Yunes, aunque Pepe le diga tío a Miguel Ángel, sin serlo, solo del aprecio y cariño. Apenas hace dos días revolotearon la Parroquia veracruzana, cuando ambos dos (Fox diría), llegaron y al compás de un lechero y algún jaranero que por ahí se da su vuelta cantando el Colás, lo mucho que te quiero y el mal pago que me das, llamaron la atención y recogían saludos. La llegada de Miguel Ángel a la candidatura a la senaduría, le va a dar votos efectivos y seguros al candidato. Entre esos Yunes suman más de 1 millón 800 mil votos, que han conseguidos a base de trabajo en campañas, y ahora quizá se incrementen. Tiene Miguel Ángel un hándicap a su favor; es gente lista para la política, buen orador para andar en campaña, fue buen administrador del ISSTE y, si Xóchitl gana, es seguro que ande por allí mencionado para ese gabinete. Si no se dieran las cosas, le ven alas para volar a una dirección del partido a nivel nacional, para que, cuando sea senador, desde la tribuna utilice lo que sabe hacer, dar buenos discursos. Va ser una contienda reñida, sin duda, pero entre los yunistas hay la esperanza de que Pepe se alce con la victoria porque, Veracruz no se merece otros seis años de gobierno inepto.
EL PRESIDENTE Y EL NYT
Cada que Yo Mero visito Nueva York, y ahora tiene sus pocos años que no voy por allí, me aparezco para posar en una foto afuera del The New York Times, solo para presumir. Alguna vez entré en la vieja dirección, pero ahora llego a la nueva, en Times Square cruce entre la Octava Avenida y las calles 40 y 41. Cierta ocasión un incipiente periodista mexicano deseó y prometió que alguna vez su nombre estaría en ese prestigiado periódico y lo consiguió cuando su nombre apareció entre los 20 mil que se inscriben para el Maratón de Nueva York. El principal accionista individual del New York Times es la familia Sulzberger, propietaria del mismo durante varias generaciones. Un tiempo se especuló que Carlos Slim había comprado acciones, que aún tiene. Con 10.6 millones de suscriptores, la mayoría en la red a un precio de 30 a 35 dólares. Desde su fundación en 1816 ha ganado 123 premios Pulitzer. El presidente AMLO, cuando una reportera jefa de la casa en México, le pidió unos datos porque investigan a gente allegada a su entorno de relaciones con el narcotráfico, montó en cólera y no solo exhibió el teléfono de la periodista, sino que llamó Pasquín a ese diario que es una luz en la democracia americana y en la libertad de expresión. Adolph Ochs adquirió el Times en 1896 y, bajo su dirección, adquirió renombre internacional. En 1897 ideó el lema del periódico, «All The News That's Fit To Print» («Todas las noticias aptas para ser publicadas»), que suele interpretarse como un ataque a sus competidores neoyorquinos (el New York World y el New York Journal América) conocidos por su amarillismo. Luego de mudar la sede del diario a una nueva torre en la calle 42, el área tomó el nombre de Times Square en 1904. Nueve años después, el Times abrió un anexo en el 229 de la calle 43, su actual sede, vendiendo finalmente la torre Times en 1961. Y también el presidente me remontó a Roma, cuando llamó Pasquín al diario, porque en Roma, un día caminando encontré la estatua de Pasquino, que de allí proviene el insulto de Pasquín. Es una estatua donde los romanos, el pueblo, colocaba pedazos de papel con críticas a cardenales y pontífices, utilizaron a Pasquino, que era un guerrero heleno. Allí, la última vez que anduve y andé, aun tenía sus papelitos con críticas a figuras públicas. Por eso llaman Pasquín a algunos diarios. El The New York Times no lo es, sin duda.
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