Ciro Gómez Leyva, uno de los cinco mejores comunicadores de radio y TV, regresó de vacaciones. Su vida cambió, lo cuenta él mismo, desde aquella emboscada cuando lo quiso matar un grupo delincuencial que, todos están detenidos, pero ninguno habla y Ciro quiere saber quién lo mandó a matar. Aunque quizá nunca lo sepa. O quizá en otro sexenio. Cada que puede se le atraganta al presidente, con todo y que últimamente lo trae tranquilo. AMLO le arrimó los caballos en una mañanera y declaró “que los periodistas Carlos Loret de Mola, Joaquín López-Dóriga y Ciro Gómez Leyva tenían mucho poder en las televisoras donde laboraban y “eran tan importantes”, así como el expublicista de Enrique Peña Nieto y exejecutivo de Televisa, Alejandro Quintero, de quien aseguró "regresó". “(Alejandro Quintero) llegó a tener tanto poder que ya no tomaba en cuenta a los directivos de Televisa, se convirtió en una potencia. Era como llegó a pasar con Loret de Mola, que eran tan importantes, López-Dóriga, Ciro ahora. Es capaz si alguien le dice a Olegario Vázquez (presidente de Grupo Imagen), o para socializar más, el director dueño de Fórmula (Jaime Azcárraga), son capaces de decir que no pueden con Ciro porque es independiente”.
Xóchitl Gálvez salió en su defensa: “Los ataques desde la tribuna más poderosa del país no ayudan a la libertad de prensa”, reclamó al presidente López Obrador. Hoy apareció junto a Germán Martínez, un crítico del presidente y dijo que llegaba en paz. Ciro ha dicho que el atentado le cambió la vida, sale poco a la calle, no va a ningún restaurante, mientras no se sepa de dónde vino ese fuego, debe andar con cuidado, con todo y que trae escoltas del gobierno, ya ven ustedes que luego hasta a las escoltas matan.
AQUELLOS DIAS
Atrás quedaron los días cuando el poder supremo mandaba silenciar un medio o a un columnista o periodista. Desde el primer crimen a Manuel Buendía, orquestado por gente del estado, han asesinado muchos periodistas y han callado a muchos medios. Ahora Yo Mero recuerdo cuando a Carlos Salinas de Gortari se le atragantaba el periódico Unomásuno y, una mañana mandó a su poderoso y temible secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, a la casa del dueño del periódico, Manuel Becerra Acosta, le llevaba un boleto solo de ida para Madrid y medio millón de dólares, el otro tanto se lo daban en el aeropuerto, tenía que partir al otro día. Era periodista incómodo, quien había sido subdirector de Excélsior con Julio Scherer, el periódico pasó a otras manos cuenqueñas y de allí nació La Jornada, con reporteros y columnistas, el diario consentido de la 4T. Un Reportero, Huberto Batis, rememora aquella escena:
“Ya he contado que el verdadero problema de Becerra fue Carlos Salinas de Gortari, y sobre todo su padre, Raúl Salinas Lozano. Éste se había acercado al unomásuno cuando estaban planeándolo con la intención de influir en su lanzamiento y en su dirección, pero le cerraron la puerta en las narices. En una ocasión, Carlos Salinas de Gortari visitó a Becerra en su casa durante su campaña. Toda la plana mayor del periódico y los principales colaboradores estábamos ahí. Salinas derrochaba zalamerías y elogios a Becerra y a su esposa, Ángeles Aguilar Zinser. Becerra fue muy majadero con él. Le dio respuestas muy descorteses, en tono alzado. Cuando salimos de allí le dije que se había echado un enemigo encima. Él me respondió: “No importa. Éste no va a llegar a nada”. Pero el día en que éste llegó a la Presidencia de la República, Becerra ya tenía a un enemigo con un gran rencor hacia él y que también quería vengar a su padre”. Tiempo después, Luis Donaldo Colosio le preguntó a uno de los hijos de Becerra, Juan Pablo, en dónde estaba su padre. Éste le respondió que en España. “Ahí lo tiene”, dijo señalando a Salinas de Gortari. Colosio le respondió: “Dile que se venga”. Y Becerra Acosta pudo regresar al final de ese sexenio con ánimos y nuevas ideas. Manuel fue recibido muy cariñosamente por todos y nos disputábamos las comidas o los desayunos. Él nunca salía de noche, pero la hostilidad del régimen fue descarada y tan evidente que deseó no haber regresado y se volvió a ir a España, donde finalmente moriría en el año 2000.
Igual se recuerda el golpe a Excélsior, orquestado por Luis Echeverría, historia muy conocida.
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