Los xalapeños esperaban con ansias el puente de Las Trancas, el cuál decían, habría de solucionar el tráfico que se origina en el último tramo de Xalapa rumbo a Veracruz; asimismo el tráfico para los que entran a la ciudad llegando de Veracruz. En realidad, ese puente sólo soluciona un semáforo, el del retén que permite el paso del flujo vehicular que viene de Las Trancas y pueblos aledaños; no tanto el que llega de Arco Sur, a menos que sean los que por ahí viajan a Veracruz. Para empezar, no hicieron un puente, sino una joroba; ¿Era necesario hacerlo así? ¿Consultaron con algún Colegio de Ingenieros? Por supuesto, no lo hicieron, el puente fue levantado al albedrío del inútil secretario de Obras Públicas de Veracruz, el insulso Elio Hernández. Los que han transitado por ese puente cuentan que es sumamente peligroso, pues su inclinación cuesta abajo pone en riesgo a aquellos que, viniendo de la carretera, tratarán de recorrerlo a velocidad inmoderada. Además, no se planeó bien la salida del puente para los que se incorporan al rumbo de Xalapa. Otros nos dicen que es el primer puente que conocen que baja hacia un trébol, donde el tráfico es obligado por la incorporación de los que entran al trébol o de los que salen de ahí. Los que lo han usado dicen que sólo lo hicieron para contemplar desde las alturas el tráfico de Lázaro Cárdenas. Los más maliciosos, quizá los más acertados, explican la inutilidad de ese puente, el cual sólo fue una excusa para saquear el presupuesto de los veracruzanos. Es seguro que costó más caro de lo que se planeó, cómo todas las obras de la 4T. ¡Y para lo que va a servir! El puente, que ya bautizaron como "La joroba", resultó mal planeado, mal hecho e inútil como el mismo Cuitláhuac García.
López Obrador sabe que investigar a los que acuden a la mañanera salió de su oficina, pero lo suyo es echar la culpa a los conservadores
¡Vaya caradura! Está claro que investigar a los periodistas que acuden a las conferencias mañaneras del presidente López Obrador fue algo que salió de una de las oficinas de Palacio Nacional; seguramente de la oficina de Jesús Ramírez Cuevas, vocero de presidente. Al principio reconocieron que un exempleado había hackeado una base de datos para hacer públicos los datos de esos periodistas. Pero, la información sobre los periodistas, ¿quién ordenó compilarla? Ahora el presidente vuelve a lo que ha convertido en su deporte favorito, echar la culpa a los otros, argumentar un complot. En su conferencia mañanera de este viernes 2 de febrero declaró: “Esa investigación está abierta y se le va a dar seguimiento y tiene propósitos, en el caso del hackeo o el sacar los datos personales de muchos de ustedes, es un asunto político, porque para sacar esos datos no hace falta la `Guacamaya´, era sacar los datos de aquí. Nosotros tenemos que cuidarlos y cuidar a todos, nada más decirles que estamos viviendo temporada electoral, y son tiempos se zopilotes, o sea, de gente que no tiene escrúpulos morales”. Cuando le preguntaron si ya sabía quién fue el que hackeo, el presidente dijo: “No sabemos todavía estamos investigando (…) Esas prácticas tienen que ver con el conservadurismo, con los fachos”.
López Obrador dice que sería inmensamente rico si el narco le hubiera dado dinero. ¿Y sus hijos? ¿A poco viven de una beca de Bienestar?
Basta con ver la vida que se dan los hijos de López Obrador para entender que son millonarios. No tienen empresas multinacionales, no son dueños de cadenas de radio o televisión, no son dueños de equipos de futbol, pero basta con que son hijos de López Obrador. No forman parte del gabinete de su padre, pero incrustaron en el gabinete a varios de sus amigos incondicionales. No licitan como contratistas del gobierno, pero apadrinan a sus amigos que se han quedado con millones en contratos del Tren Maya, Dos Bocas y otras obras emblemáticas de la 4T. Y a pesar de todo esto el presidente se atreve a decir que él no es rico: “Siempre lo he dicho, pero desde que empecé a trabajar como servidor público estoy atendiendo a pobres y a enfermos, y estoy defendiendo la justicia, y estoy luchando en contra de caciques y de corruptos, desde hace 50 años. Me da pena tener que decirlo, pero hay veces que se piensa que somos iguales. No, nosotros estamos aquí por convicción. Si fuese por dinero, 2 millones del narcotráfico para la campaña, estaría yo inmensamente rico, inmensamente rico”. Dice el “Rey del cash” que él no tiene nada: “De mis bienes sólo tengo una casa. Que, por cierto, ya la entregué a mis 4 hijos, no tengo nada. Mis libros, que ya también, como tengo mi testamento, ya todos los libros de mi oficina van a ser para Laura, para Laurita. Y ya mis hijos tienen lo que les corresponde, Beatriz también, yo no tengo nada. Y nunca, nunca he tenido una tarjeta de crédito, nunca; es más, no sé, no sabría yo cómo llenarla, o sea, porque estoy dedicado a otra cosa”. ¡Vaya embustero!
Armando Ortiz Twitter: @aortiz52 @lbajopalabra
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