Todavía se recuerda el discurso de López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México el día que ganó la elección presidencial. Ese día prometió 100 acciones que cambiarían al país. Todavía se recuerda la “Cartilla Moral”, ese documento de Alfonso Reyes que supuestamente enumeraba la clase de políticos que serían los funcionarios de Morena. Todavía se recuerda el anunció de su estrategia para alcanzar seguridad en el país, “abrazos, no balazos”. Todavía se recuerdan las promesas de combate a la corrupción, al influyentismo; la ponderación de la honestidad. De todo eso sólo queda polvo. López Obrador proclamaba una cuarta transformación, como la independencia, la reforma o la revolución, a cambio sólo polvo. Señala el periodista Héctor de Mauleón sobre este tiranuelo que ya respira sus últimos días en el poder: “En vez de los aplausos y los vítores que en sus delirios de grandeza histórica esperaba recibir, al compararse diariamente con Juárez, con Madero, con Cárdenas, un importante sector de la prensa le entregó los reportajes que revelaban la corrupción de sus cercanos, de sus hermanos, de sus hijos. No pudo desmentir una sola línea sobre los jugosos negocios que significó para estos, por ejemplo, la construcción del Tren Maya. Lo que sí pudo hacer es desautorizar a los mensajeros: insultarlos, calumniarlos, colocarlos en la mira del odio. El suyo fue un sexenio de insultos y escupitajos lanzados todos los días desde un micrófono. Fue avanzando paso a paso. Sin el menor escrúpulo y con la mayor impunidad, violó leyes que protegen a los ciudadanos frente a los abusos del poder: reveló direcciones, números telefónicos, datos sensibles de quienes le habían colocado ante el rostro, no la imagen del prócer que su ego infinito esperaba ver, sino el espejo turbio que mostraba el nepotismo, la corrupción desvergonzada, los errores monumentales que cometió a lo largo de su sexenio y que muchas veces costaron vidas, además de los miles de millones de pesos que sus caprichos tiraron a la basura”.
Ricardo Ahued podría dejar la alcaldía en noviembre. Pero estará pendiente de lo que la capital necesite. “No le daremos la espalda”
El alcalde de Xalapa, virtual secretario de Gobierno de la próxima administración estatal, podría dejar el cargo en el mes de noviembre. Por supuesto, conociendo a Ricardo Ahued, él no dejará pendientes, todo lo entregará en orden; incluso podrá dar lo que será su último informe de gobierno como alcalde al cargo. Ricardo Ahued está esperando el llamado de Rocío Nahle para que se integre de lleno a las labores que le ha encomendado, pero mientras espera no está cruzado de brazos: “Estamos preparándonos con todo lo que tiene que ver con la carpeta del organigrama, revisar todas las áreas para que estemos conscientes de que estemos preparados para dar un servicio adecuado”. La alcaldía, como ya lo anunció el mismo Ahued, quedará a cargo de Alberto Islas, quien fue jurídico de la Universidad Veracruzana, un hombre con probada experiencia. Alberto Islas sabe que contará con todo el apoyo del próximo secretario de Gobierno, el mismo Ahued se lo ha refrendado: “A petición y desde luego platicando con el licenciado Islas y con mi equipo, no vamos a soltar Xalapa de manera que le demos la espalda. Él ha estado aquí, nosotros vamos a estar respetando la investidura, pero atentos a lo que se requiera, aquí hay un gran equipo y él tiene una gran capacidad”.
López Obrador comete un delito al violar el secreto bancario. Todo por su afán de venganza en contra de Latinus
Latinus, el portal informativo que encabeza Carlos Loret de Mola, cometió un grave pecado en el sexenio de López Obrador: Reveló información sobre el tráfico de influencias de los hijos del presidente, su corrupción y su enriquecimiento ilícito. Loret de Mola por medio de Latinus mostró los sobres amarillos con dinero que los hermanos de AMLO recibían por parte de emisarios de Manuel Velasco, entonces gobernador de Chiapas. Eso no se los perdona López Obrador. Por ello, en su afán de venganza está decidido a romper la ley y cometer delitos, de todos modos, él como presidente, es imputable. De acuerdo con nota de El Universal, “la publicación de cualquier tipo de datos de particulares que están protegidos ya sea por secreto bancario, fiduciario o fiscal, constituye por sí misma un delito”. Lo anterior lo afirmó Jorge Lara, especialista en materia de prevención de lavado de dinero. Este experto “acusó el uso faccioso de las entidades y agencias del Estado para perseguir a particulares, lo que nos habla de una circunstancia muy grave que hay en el país y que tiene que ver en el contexto de elección de Estado, en donde se usaron todos los recursos para favorecer un resultado electoral”. ¿Pero quién le va a pedir al presidente López Obrador cuentas sobre esos delitos? ¿Gertz Manero que baila al ritmo que el presidente pide? ¿El Congreso federal que también hace todo lo que el presidente pide? ¿La próxima presidenta Sheinbaum que también baila al son que el presidente toque? Porque goza de impunidad, López Obrador hace en este país lo que se le da la gana.
Armando Ortiz Twitter: @aortiz52 @lbajopalabra
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