Luis Bustos
Al estilo de los mejores porristas de cualquier campaña política, Alfonso Cepeda, secretario general del SNTE, arrancó su discurso el día de ayer, en palacio nacional, con un sonoro:“lo digo sin rubor: es un honor estar con Obrador”, dejando perfectamente claro que está pagando el precio de una factura que le permite trascender el sexenio, ya que será senador plurinominal vía Morena.
El que los dirigentes sindicales alcanzaran posiciones de privilegio no es nada nuevo, ha ocurrido con los distintos gobiernos y colores partidistas, lo que sí lo es, es la forma tan “especial” de mostrarse a ras de piso, olvidando que el gremio es de PROFESIONISTAS, que, actualmente, han alcanzado otros grados académicos y que, lo que menos les queda, es el papel de “acarreados”.
Así que profesores, Maestros (de maestrías), Doctores (de doctorados) se vieron obligados a medio imitar al dirigente formal del sindicato, quien arengaba una y otra vez su consigna de pago de factura.
En su discurso apuntó varios logros que consignó con un rotundo: “los maestros y maestras se sienten reconocidos por el presidente, quien dejó atrás una etapa de agravios y estigmatización para dar inicio a una fase de dignidad y revalorización”.
Sus palabras sonaron como muchos otros discursos de otros muchos exdirigentes sindicales a la hora de hablar frente al presidente en turno. Sin embargo, suponiendo sin conceder que sea verdad, corresponde a las bases magisteriales, (digo bases porque en el tiempo presente son varias las organizaciones sindicales existentes y, particularmente en Veracruz, se cuentan por decenas) quienes deberían de manifestarlo en su tiempo y en los lugares propios para ello.
Y es que mientras Cepeda soltaba su “rollo”, afuera de palacio nacional los integrantes de la CNTE montaron un plantón indefinido en protesta por compromisos incumplidos por parte del gobierno federal o, quizás en jugada de ajedrez, de acuerdo con la misma autoridad, con la finalidad de entorpecer la Marcha de la Marea Rosa.
Así las cosas, lo mejor es dejar el juicio magisterial al paso del tiempo y en condiciones políticas distintas, quizás cuando haya un cambio de partido gobernante, el discurso será adecuado a esas nuevas circunstancias y, desde luego, al nuevo titular del poder ejecutivo.
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