Ahora que ha iniciado la pasarela de aspirantes a candidatos de todos los partidos, colores y sabores, me ha llamado la atención un caso del PRI, partido que habiendo perdido mucho terreno en las elecciones del 2018, y que dice que se apresta a recuperar credibilidad y confianza, permitió el ingreso de la documentación de un par de registros sui generis, por decirlo de alguna manera.
Anticipo, conozco a las dos personas que son protagonistas de este relato, los dos han sido alcaldes y, creo, no han dejado mala huella a su paso por la alcaldía de Paso de Ovejas, aunque, en ese entonces, el esposo haya pasado, de manera directa o sucesoria, la estafeta a quien fungía como presidenta el DIF municipal, es decir, su esposa.
Dice el dicho que para ser, hay que parecer y, en este caso, el PRI, da la impresión de no querer ser una de las alternativas de cambio en este 2021.
No es que sean candidatos impresentables o malas opciones, no, lo malo es el circo que el PRI, ha permitido que se arme a raíz de su registro.
Ana Rosa Valdés y Adolfo Ramírez Arana, esposos en la vida privada y pública, compañeros de partido en la militancia firme y ferra, socios en múltiples circunstancias de la vida, tanto privada, como padres de familia y, pública, derivadas de su paso por la administración municipal.
Lo menos que puede uno pensar es que estamos frente a un caso de disfunción familiar o si acaso, tenemos material para una telenovela, porque haya un corazón partido.
Aquí, viene a colación la famosa frase del cantante Juan Gabriel: Qué necesidad? …menos si los golpes son de adentro, es decir, autogoles.
Lo cierto es que, esa obsesión familiar por el poder, que han mostrado, ha dejado ver a un PRI que pareciera que no desea cambiar, que no quiere abrir las puertas a nuevas opciones de militantes con estudios, bien preparadas y con deseos firmes de servir … vaya, estamos ante un caso similar al que se está presentando en la dirigencia nacional, en donde las candidaturas plurinominales se han repartido entre miembros cercanos a las familias de los líderes formales de ese partido, ocasionando ya, la manifestación de inconformidades que podrían poner en riesgo la dirigencia de “alito” que está dando muestras de que ese sobrenombre no va con él, porque en los hechos, tiene unas alas muy grandes que le han permitido apropiarse de la lista de pluris, especialmente, la de la cuarta circunscripción electoral, en donde van casi puro campechano.
Por su parte, la secretaria general, por igual, lleva al marido en la lista y, así, podríamos seguir enumerando otros casos que dan origen a un PRI/Clan familiar.
Eso, señores dirigentes del PRI, cuando menos de Veracruz, que son los que posiblemente me lean, es lo que le da en la “M” a su partido, porque de eso, precisamente, está cansado el pueblo: de las arbitrariedades y actos de autoritarismo.
Quizás, deberían de empezar, por mirarse a través del espejo de otros partidos, si ellos hacen eso, dejen que sea su definición y paguen sus consecuencias, no los imiten, de tal suerte que, por ejemplo, si Salgado Macedonio, sigue siendo símbolo de una impunidad partidaria, es responsabilidad de sus propias decisiones partidistas.
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