Si Evo Morales, que tenía a las Fuerzas Armadas completamente de su lado, bastante y bien apapachadas en todos aspectos, comenzando por el económico, canonjías diversas, abrazos y un sinfín de beneficios, aún con todo eso, los militares fueron factor decisivo al exigirle su renuncia como presidente de Bolivia. Ahora pensemos en un mandatario que menosprecia a la milicia, que argumenta que si por él fuera desaparecía al Ejército y la Marina, que se han visto obligados a humillarse ante los criminales. Imaginemos por un momento un escenario de esa naturaleza, un país con mayores problemas, un conflicto peor de grave que el que se vivió en Bolivia previo a la renuncia del dictadorzuelo Morales quien llevaba 13 años aferrado al poder. Allá también “se cayó el sistema”, eso fue en las recientes elecciones del 20 de octubre en las que se manoseó el conteo de votos a favor de Evo -demasiada coincidencia-. Aunado al descontento generalizado de la población, la milicia de aquella nación llegó al hartazgo, entre otras causas al pretender imponerles de forma institucional el adoctrinamiento marxista.
El mundo entero vuelve a poner los ojos fijos en México, por los terribles hechos de violencia que han pasado al grado de salvajismo, a la bestialidad, por el asesinato de niños de corta edad, de bebés ultimados con toda crueldad.
Tal parece que existe fuerte preocupación en otras latitudes de lo que sucede en nuestro país. Las alarmas en Estados Unidos se han vuelto a encender por los focos de violencia que observan en sus vecinos del sur. La clase política norteamericana, el sector empresarial y la sociedad en general se manifiestan sumamente preocupados por lo que está pasando en varias regiones de territorio mexicano.
Christopher Landau, embajador de Estados Unidos en nuestro país, antes de la masacre de la familia LeBarón en Sonora, había advertido que el presidente Donald Trump “está muy preocupado” por la inseguridad en México.
Autoridades estadounidenses observan que de este lado no hay estrategia para combatir a los cárteles; que con la repartición de abrazos oficiales, en lugar de balazos, los grupos criminales se fortalecen, se posicionan, hacen valer su poder ante cualquier autoridad estatal o municipal que se atreva a hacer el intento de frenarlos.
La liberación de Ovidio Guzmán, uno de los “chapitos”, ha sido interpretada como un mensaje que tienen que acatar los encargados de salvaguardar la seguridad de los ciudadanos.
Como se dió a conocer, el Congressional Research Service del Congreso de EEUU elaboró el documento “Mexico: Organized Crime and Drug Trafficking Organizations”, fechado el 15 de agosto de 2019, dirigido a miembros del Senado y la Cámara de Representantes. En el documento se afirma que “Las organizaciones de traficantes de drogas de México representan la mayor amenaza criminal para Estados Unidos y detentan la mayor influencia en el mercado de las drogas”.
Señala que los cárteles mexicanos controlan el mercado de opiáceos en ese país, que provocó más de 72 mil muertes en el año 2017. A pesar de la lucha contra el consumo de drogas, su importación desde México tiende a incrementarse. Menciona que “la violencia en México es de particular preocupación para el Congreso de los Estados Unidos”. Precisa que en la administración de Felipe Calderón operaban cuatro grandes cárteles, y ahora, bajo el mandato de López Obrador, son nueve los cárteles activos.
En el documento en mención, se hace referencia a la aparición de actos terroristas, derribo de helicópteros con RPG (GPC), el uso de coches-bomba, además de publicar videos donde decapitan a sus oponentes y los cuelgan de puentes con mensajes públicos, a manera de advertencia o medida intimidatoria.
El análisis elaborado puntualiza que los asesinatos de periodistas han aumentado de uno al mes, en 2018, a dos al mes en 2019, convirtiendo a México en el país con más asesinatos de periodistas en el mundo.
Existe mayor preocupación en otras latitudes por la violencia que se ha agudizado en México, mientras acá siguen empantanados en las viciadas declaraciones mañaneras.
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