Los mexicanos permanecían expectantes, ilusionados con llegar a ver un desempeño distinto. No fue así, resultó más de lo mismo. Los que conforman la LXIV Legislatura Federal, la primera Cámara “de izquierda” en la historia de este país arrancaron como chivos en cristalería.
La Cámara Alta inició dando muestras de continuidad de los vicios que se habían venido observando durante más de 80 años y por los que la población salió a las urnas a demostrar su repudio. Memes, caricaturas, parodias y demás escenas burlonas nada los detiene, y no es para menos, bastaron cuatro horas para que los senadores cambiaran de opinión y le autorizaran a Manuel Velasco Coello ostentar el cargo de senador y gobernador de Chiapas al mismo tiempo, “porque la Constitución se lo permite”, intentaron justificarse los legisladores federales.
La austeridad en la Cámara de Senadores duró 24 horas. Desecharon el #Tupperchallenge y, ¡Si no es ahora cuándo! No puede pasar desapercibida la enseñanza que les dejó Layda Sansores respecto a cómo se gasta el dinero en el Senado. Bienvenidas de regreso viandas y café gourmet, nueces finas, edecanes y lo que se ofrezca.
En la Cámara Baja, el panorama es igual o peor. Los diputados hicieron como que son diferentes, austeros. Legisladores de Morena -mayoría en la Cámara-, se habían comprometido a proponer una reducción general a los sueldos de diputados y senadores, que desde que empezara la legislatura ellos ya habrán renunciado al 50% de su salario, dijeron. Mas esto no lo cumplieron; los sufridos diputados únicamente se redujeron un 28 por ciento de sueldo, ganarán 91 mil 507 pesos al mes. Además de eso, dentro del “acuerdo de austeridad y disciplina presupuestaria” contempla disponer a discreción de una partida especial: “Asistencia legislativa”, de la que se despacharan Ad libitum. La reducción de sueldo no crea usted que es inmediata, entrará en vigor hasta que se haga oficial la Ley que prohíbe que algún funcionario perciba un sueldo mayor al del presidente.
Los congresistas federales hoy son identificados como “ninis”. Sin agenda, no han presentado iniciativas trascendentales, sus acciones son meramente viscerales, como si estuvieran todavía en campaña. En lugar de que se escuchen propuestas en beneficio de la población, lo que sí canturrean con fuerza: “es un honor estar con Obrador”.
Pero eso no es todo. En el colmo de lo absurdo. Días antes de que se instalara la actual Legislatura, tuvieron que salir a diversas comunidades para localizar a personas y avisarles que ya eran diputados por parte del partido Morena, que debían presentarse en el Congreso. Se presentaron los sorprendidos diputados, trataron de capacitarlos acerca de lo que consiste la función legislativa, de los protocolos que debían seguir.
La consigna que han venido mostrando los representantes populares es abortar absolutamente todo lo que represente la estructura gubernamental actual. Abortan las reformas estructurales, la educativa, que de entrada echan abajo la evaluación magisterial. Abortan el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en construcción. Acaban de empezar sus funciones y los diputados federales ya se dieron a conocer como faltistas, legisladores de medio tiempo, pero con sueldo de tiempo completo.
Con ese ímpetu desenfrenado, terquedad excesiva generalizada, protagonismo estéril, los legisladores federales van a hacer su aportación correspondiente para abortar también la Cuarta Transformación prometida. Sin duda.
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